Opinión | NUESTRO MUNDO ES EL MUNDO

Consell de Cent

La calle no debe volver a su situación anterior, pero la sentencia es interesante porque marca límites a cierto autoritarismo municipal. El alcalde no deber estar por encima de la ley y el Plan General Metropolitano

Consell de Cent entre Casanova y Bruc (Barcelona).

Consell de Cent entre Casanova y Bruc (Barcelona).

Tras muchos meses de obras y grandes incomodidades, Consell de Cent ya está en la 'nueva normalidad'. Y ahora una sentencia –recurrible– anula el acuerdo municipal que aprobó la 'superilla' y generó mucha polémica. Ordena, además, que se revierta la calle a su situación anterior.

Tres primeras ideas. Una, como pide la propia Barcelona Oberta –los comerciantes que interpusieron el recurso–, la obra no se debe revertir. Por las nuevas molestias que ocasionaría a los vecinos y al funcionamiento normal de la ciudad, y porque ha costado 28 millones financiados con fondos europeos. Y porque volvería a dividir.

Dos, es pronto para un juicio definitivo de la 'superilla'. Parece que hoy la vida de los vecinos es más agradable y se ha abierto un nuevo paseo ciudadano, pero no creo que disminuya de forma sustancial la contaminación. El mayor tráfico en la calle de València (y otras) ya se nota. Además, si Consell de Cent es más atractiva, el precio de los pisos subirá. Nada malo para los propietarios, pero sí para los que viven de alquiler, que tendrán que pagar más. Y la calle podría cambiar de aspecto. ¿Todavía más pisos turísticos que son más rentables? Y está el riesgo de masificación, aunque esperemos que no como en la Rambla. También que surjan más bares y locales de ocio nocturno.

Tres. La sentencia, que no debe ejecutarse, sí es positiva porque de cara al futuro marca límites a cierto autoritarismo municipal. El alcalde (o alcaldesa) no puede actuar con arbitrariedad y menos ninguneando –o tachando de reaccionarios– a los que no comparten sus planes.

La ley debe respetarse siempre y si hay que cambiar el Plan General Metropolitano, se hace. Pero no se puede ignorar con una 'alcaldada'. En Barcelona ha habido grandes reformas como Enric Granados y la avenida de Gaudí (cierto que más acotadas y sin ínfulas 'salvadoras') que no han acabado en sentencias condenatorias. La razón es que siempre se intentaron negociar y consensuar al máximo, no imponerlas. Ese ha sido el gran fallo.