Opinión | UN MILLÓN

Fútbol e igualdad

En nombre de la igualdad no vi esa final femenina como no habría visto la masculina

Las españolas celebran el título mundial tras el pitido final.

Las españolas celebran el título mundial tras el pitido final. / EFE/EPA/DAN HIMBRECHTS AUSTRALIA AND NEW ZEALAND OUT

Formo parte de los 42 millones de españoles que no vieron a la selección femenina de fútbol ganar el Mundial a Inglaterra. A muchas personas el fútbol nos la fifa. Las emisoras y los diarios me explicaron, entusiasmados, que me había perdido una victoria de la igualdad entre hombres y mujeres. En nombre de la igualdad no vi esa final femenina como no habría visto la masculina. Me gusta mucho más la igualdad que el fútbol respecto al que tengo una forma de ceguera objetiva y cuando miro un partido sólo veo el trabajo que realizan en un campo verde dos equipos de 11 personas que se disputan un balón con enorme esfuerzo físico y psicológico.

En el fútbol hay muchas personas interesadas en que veamos algo distinto a eso que aún llaman juego. Cuando digo interesadas quiero decir que persiguen un interés. Los alegres profesores liberales y los divertidos periodistas salmón explican en cristianos y messis el salario en el capitalismo y justifican las diferencias abismales en la retribución de los trabajadores en función de la riqueza que generan. Los delanteros galácticos producen enormes beneficios en negocios planetarios y no se pueden comparar con lo que tú haces, fracasado. Los apóstoles de la ejemplaridad proclaman que pronto habrá niñas que verán en Olga Carmona lo que tenían que ver en Andrés Iniesta o en Alexia Putellas lo que veían en Cristiano Ronaldo. No sé por qué es universal el entusiasmo en dar modelos inalcanzables a niños y niñas. La igualdad en la victoria será que la FIFA pague a las jugadoras de la selección lo mismo que cobran los jugadores de la selección, si logran los mismos resultados de negocio en espectadores, derechos de retransmisión, venta de camisetas... La igualdad exigible entre trabajadores y trabajadoras, directivos y directivas equiparables.

Quise ver hace días una estampa de igualdad en el parque del barrio, donde chicos y chicas jugaban un partido en equipos no segregados por sexos. Eso no pasaba en el mundo del que vengo. Lo más agradable fue que estaban jugando.