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Entender a Puigdemont (y 2)
Puigdemont es una persona obstinada. Su apuesta por la independencia de Catalunya no es del año 2012 sino que ha marcado su vida personal, profesional y política.
Vistas algunas filtraciones sobre lo que tienen en la cabeza los negociadores de la Moncloa sobre Junts y sobre Carles Puigdemont, sería urgente que Salvador Illa les diera unas lecciones magistrales a la mayor brevedad posible. Josep Maria Fonalleras traza hoy un retrato del personaje que también les puede resultar útil. Se le pueden añadir pocas cosas.
Puigdemont es una persona obstinada. Su apuesta por la independencia de Catalunya no es del año 2012 sino que ha marcado su vida personal, profesional y política. A principios de los 90, por ejemplo, se tomó un año sabático para explorar los procesos de independencia en los países que habían sido satélites de la URSS. Ha fundado y dirigido una agencia de noticias en catalán o un semanario en inglés más por el convencimiento político que por el rendimiento profesional. Entró y salió de Convergència en diversas ocasiones, en función de la mayor o menor intensidad del nacionalismo de esa formación. Esa obstinación se traduce en que nunca pierde cualquier posibilidad de avanzar, pero nunca renuncia al objetivo final, cueste lo que cueste.
Con este perfil, para Puigdemont Junts no es una finalidad sino un instrumento. De la misma manera que Artur Mas se deshizo de Convergència para alejarse de los hijos de Pujol, Puigdemont disolvió el PDECat y fulminó a Marta Pascal por apoyar sin su permiso la moción de censura de Pedro Sánchez contra Mariano Rajoy. Y no es porque sea un ‘killer’ político sino porque las estructuras de partido, hoy representadas por Jordi Turull, o la gestión de los intereses de su entorno las entiende pero nunca, hasta ahora, ha dejado que pesen más en sus decisiones que el objetivo final.
¿Puede Puigdemont llegar a permitir que Junts haga presidente ahora a Sánchez? Puede. Pero no lo hará porque se lo exija la dirección de su partido. No lo hará solo para evitar que Vox gobierne España. No lo hará a hurtadillas. Sánchez tiene el mes de agosto para saber por qué lo hará.
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