Opinión | AGUA CORRIENTE

Sal de mi útero

Ellos no son nadie para opinar sobre vuestra maternidad. Chicas, atrincherad vuestro útero, tomad el voto y apuntad bien. Ni un paso atrás. Que no os engañen más, os jugáis la vida

Una concentración para defender el derecho al aborto.

Una concentración para defender el derecho al aborto.

No sé en qué momento ha sido, pero se me ha metido un ultra en mi útero. Tiene aspecto de emir de Córdoba, pero responde al muy católico nombre de Santiago. Conmigo tiene poco que hacer, todo hay que decirlo, una ya tiene su edad, pero por eso sé muy bien de lo que es capaz. Un ejército de ultras está tomando posiciones en cientos de miles de úteros. Chicas, a los votos. Que los grilletes que tienen preparados para nosotras cierren sus bocazas. 

Sé bien de lo que hablo, ya os digo, soy vieja. He visto de todo, nada bueno. Mujeres comiendo hierbas abortivas, saltando desde alturas peligrosas, introduciendo agujas de calceta en la vagina. He visto hemorragias tremendas, infecciones, desgarros, dolores insoportables y muertes. Sí, muertes. Que no os engañen con eso de la cultura de la vida, solo hablan de vuestra muerte. 

Algunas, las que tenían algo de dinero o ciertos contactos, eran atendidas en casas particulares o tugurios clandestinos. Allí, carniceros sin escrúpulos o médicos concienciados que se jugaban la carrera y la libertad, hacían lo que podían. A veces, salía bien. Entonces, la mujer regresaba a su casa, con sus dolores y una culpa magnificada por un Estado que la llamaba asesina. Ella callaba y se tragaba sus lágrimas. Le quedaba toda una vida para cargar con la culpa. 

A Londres quien podía pagarlo

Ve a Londres, susurraba el médico de confianza a las que podían pagarlo. En el aborto, como en todo, siempre hubo clases. Es posible que las madres o las abuelas de los que pretenden ocupar vuestros úteros sepan de qué hablo. Quizá alguna amiga, prima o ellas mismas emprendieron aquel viaje. Nadie se enteró, claro. Se pecaba en silencio. Muchas viajaban solas, con un miedo que no dejaba de parir otros miedos, todos aprisionados en la garganta. Al menos, ellas solo se enfrentaban al temor. Las otras, las que no podían pagarlo, lo arriesgaban todo.  

No hace tanto de esto, chicas. Yo lo viví, y os juro que pensé que el horror no volvería jamás. Dicen que vuestro cuerpo es vuestro, pero que el que lleváis dentro, no. Ya está todo dicho, un cigoto es más que vosotras. No creáis, es una discusión antigua. La Iglesia debatió sobre la cuestión del aborto durante gran parte de sus dos mil años. No fue hasta 1869, con Pío IX, que lo decidió: los embriones poseen un alma. Y las mujeres pasaron a desposeer su cuerpo. Y me pregunto, ¿qué ocurre con los embriones congelados de las clínicas de reproducción asistida? ¿Son inmensos receptáculos de almas? Quizá también las prohibirán. Y que se cumpla la voluntad de Dios. Porque lo que es la vuestra…   

Un cigoto. No importan vuestras necesidades ni vuestra decisión ni vuestras circunstancias ni vuestras aspiraciones. Ni siquiera vuestra salud. ¿Qué vida se salvará en el caso de que deba elegirse entre la madre y el bebé? No os precipitéis en la respuesta, no seáis ingenuas. Vosotras habréis pasado a ser un receptáculo. Y eso es el principio del fin.  

En el nombre de vuestros hijos o de los que tendréis, os dirán que vuestro lugar es el hogar porque los niños os necesitan, que es antinatural sacrificaros por vuestra carrera profesional, que para ser madre amantísima tampoco hace falta estar tan formada, que a parir y a callar. No lo dudéis, si controlan vuestro útero, os someterán.  

Chicas, en la lucha por el derecho al aborto, muchas se dejaron la piel. Incluso la vida. En medio mundo hay mujeres que mueren y se desesperan tratando de romper la cárcel en la que han convertido su cuerpo. Mujeres que nos miran con admiración y esperanza, anhelando alcanzar esta libertad ahora amenazada. ¿Cómo podemos permitir que nos pongan de nuevo los grilletes?  

Dicen que os informarán de todas las posibilidades para sacar adelante el embarazo. ¿Informarán? ¿De qué tienen que informaros? ¿En qué clase de indocumentadas y mutiladas emocionales os pretenden convertir? Ellos no son nadie para opinar sobre vuestra maternidad. Chicas, atrincherad vuestro útero, tomad el voto y apuntad bien. Ni un paso atrás. Que no os engañen más, os jugáis la vida.