Opinión | INTERNACIONAL

Dudas sobre los F-16 que se suministrarán a Ucrania

No todos los países de la OTAN disponen de ese modelo y los que lo tienen no están dispuestos a deshacerse de sus cazas

Cazas F-16, en una imagen de archivo.

Cazas F-16, en una imagen de archivo. / EFE

El Gobierno de Volodímir Zelenski cree que los F-16 que lleva reclamando desde hace meses a la OTAN marcarán la diferencia en los esfuerzos de su país por recuperar el terreno ocupado por Rusia, pero hay muchas dudas al respecto.

En primer lugar, no todos los países disponen de ese modelo y los que lo tienen no están dispuestos a deshacerse de sus cazas. El Gobierno belga, por ejemplo, ha hecho saber que necesita la cincuentena con la que cuenta su Fuerza Aérea. Los cazas del modelo sucesor F-35 no llegarán a Bélgica hasta por lo menos dentro de dos años y que lo que más puede hacer Bruselas es entrenar a quienes vayan a pilotar los F-16 que se faciliten a Ucrania.

Y Polonia, el más fiel apoyo de Ucrania, ha dado marcha atrás y ha explicado a Kiev que no puede suministrarle en este momento ni los F-16 ni los sistemas Patriot que deseaba.

A diferencia de lo que ocurrió con los tanques alemanes Leopard, el Gobierno de Berlín lo tiene por su parte esta vez mucho más fácil porque los F-16 no forman parte del arsenal de su Luftwaffe. A lo que sí está dispuesto el canciller federal Olaf Scholz es a permitir que los norteamericanos formen a pilotos ucranianos en las bases militares que la superpotencia tiene en territorio alemán. Según el jefe de la Fuerza Aérea germana, también podría su país contribuir a armar con misiles y bombas de precisión los cazas que proporcionen otros gobiernos a Ucrania.

Algunos expertos argumentan que no tiene sentido enviar esos cazas no

por el tiempo que exigirá tanto la formación de los pilotos como del personal de mantenimiento en tierra, sino también porque son demasiado viejos. Según Stephen Brien, del Yorktown Institute Ceter for Security Policy, de EEUU, los cazas que quiere enviar Holanda son de las generaciones de entre los años 70 y 80 del pasado siglo, y estaba previsto jubilarlos en fecha próxima.

Además, la puesta a punto de una base de operaciones, del software de radar, de los ordenadores y otros sistemas necesarios puede tardar más de un año. Por otro lado, los sistemas rusos de defensa antiaérea están considerados por muchos expertos como los mejores del mundo y podrían bloquear los radares del F-16.

En vista de todos estos problemas parece mucho más importante y urgente reforzar la artillería ucraniana, que es el arma que va a utilizarse más en esta clara guerra de desgaste. Algunos en Rusia creen además que si Washington ha tardado en autorizar la entrega por los gobiernos europeos de sus F-16 es porque allí temen que no estén a la altura de los cazas soviéticos: los SU-30 o los MiG-35.

Una guerra supera a cualquier feria de armamento de las muchas que hay en el mundo

en ella puede demostrarse en el terreno de batalla la efectividad real de las armas empleadas.

En fuentes rusas se hacen mientras tanto cábalas sobre quién pilotará las tres o cuatro escuadrillas aéreas que los miembros de la OTAN pongan a disposición del Ucrania y también sobre dónde se guardarán esos aviones entre una misión y otra. ¿Será fuera de Ucrania: por ejemplo, en Eslovaquia, Polonia o Rumanía? ¿Y serán además sus pilotos mercenarios de países de la OTAN dados los problemas de formación de ucranianos y además de su escasez?

Preocupa a los rusos que los aviones se aparquen fuera de Ucrania y

del alcance de sus misiles mientras permanezcan en tierra. Los F-16 podrían despegar desde algún aeropuerto del este de Polonia y hacer escala en Ucrania

con el pretexto de reabastecimiento y para fingir así que parten de territorio ucraniano para sus misiones.

Mientras tanto, Kiev está ya pensando en otro tipo de armas: necesita reforzar su marina de guerra porque Rusia los ataca

también desde el mar. ¿Será el próximo pedido a la OTAN de Zelenski?