Opinión | REFORMA SISTEMA

Pensiones para el bienestar

La reforma de Escrivá ha sido acogida con hostilidad por la derecha, que aún no explica cuál es la opción alternativa

El ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, interviene en la sesión de control al Gobierno en el Senado, en Madrid este martes.

El ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, interviene en la sesión de control al Gobierno en el Senado, en Madrid este martes. / EFE/ Fernando Alvarado

Las pensiones contributivas—aquellas en que las cotizaciones sociales se destinan a pagar las pensiones actuales— son un elocuente ejemplo de solidaridad intergeneracional que ennoblece el estado de bienestar. En estos sistemas públicos, la carga se transfiere de una generación a otra, lo que proporciona a los mayores la dignidad de un retiro suficiente y a los trabajadores la seguridad de que disfrutarán también en su día de esta institución colectiva. En España, la última reforma del sistema, producida cuando ya se había decidido en el Pacto de Toledo la actualización anual de las pensiones con el IPC, garantiza matemáticamente la sostenibilidad del modelo mediante un alza en las cotizaciones. Su autor, José Luis Escrivá, fue el primer titular de la Airef, y ya acreditó entonces su solvencia como economista.

La reforma de Escriváha sido acogida con hostilidad por la derecha. Incluso el líder conservador, Feijóo, viajó a Bruselas para protestar por la generosidad de la Comisión Europa hacia Sánchez (la reforma estaba vinculada a una nueva entrega de Fondos Next Generation, ya concedida), y allí fue despachado con una humillante reconvención. Pero el asunto es grave y merece un debate. Porque aunque el PP no ha explicado cuál es la opción alternativa, tan solo hay dos caminos que los conservadores podrían emprender. Uno primero es el que ya Rajoy adoptó, basado en una mengua progresiva de la cuantía de la pensión.

La segunda opción de la derecha sería más drástica y consistiría en sustituir el sistema de reparto por otro de capitalización; este se basa en que cada trabajador deposite mes a mes una parte de salario en manos de un administrador privado de Fondos de Pensiones, que capitalizará las aportaciones. Este modelo solo ha llegado a funcionar en Chile, creado por Pinochet en los 80 en el apogeo de su dictadura, inspirado por los liberales de la Escuela de Chicago con el Nobel Milton Friedman a la cabeza, y postulado aquí por Pedro Schwartz y algunos liberales más. El modelo fue un fracaso: Las pensiones que habían de suponer el 80% del salario medio de unos 1.400€ fueron misérrimas: en 2019, la media del 50% de ellas quedaba por debajo de los 150€.

Feijóo viajó a Bruselas para protestar por la generosidad de la Comisión Europa hacia Sánchez, y allí fue despachado con una humillante reconvención"

Ante estas disyuntivas, es digno de celebración que nuestro sistema, que exige sacrificios soportables, consolide una fórmula tranquilizadora y eficiente de justicia social. Porque como diría Eugenio d’Ors, los experimentos, con gaseosa.