Opinión | GRAN BIENAL

Por un puente aéreo científico y cultural

Entre los días 21 y 26 de febrero se celebrará, por primera vez de manera simultánea entre Madrid y Barcelona, la gran Bienal Ciudad y Ciencia

La ministra de Ciencia e Innovación, Diana Morant, junto a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau.

La ministra de Ciencia e Innovación, Diana Morant, junto a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. / Europa Press/Kike Rincón

¿Cómo reconstruir los puentes entre Madrid y Barcelona? ¿Es posible restañar la herida que separa desde hace años a Cataluña y al resto de España? Ante una opinión pública cada vez más polarizada, en un año marcado por dos citas electorales, en medio del polvorín de la reforma de los delitos de sedición y malversación, no parece que -al menos a corto plazo- la respuesta a este problema pueda provenir de la política. Sin embargo, es urgente emprender esta tarea, por razones ligadas a la economía, a la convivencia, al prestigio internacional de nuestro país y, en suma, para regresar a la cordura y a la moderación tras tantos excesos y conflictos.

Si una política demasiado fraccionada y cínica no puede servir para esta reconciliación, un intento de solución podría provenir de dos ámbitos aparentemente marginales (al menos en términos de relevancia pública y de magnitud presupuestaria): la ciencia y la cultura. Ya hace unas semanas se pudo comprobar –no sin cierto alivio y esperanza– que incluso los bloques ideológicos más enfrentados (el Gobierno de coalición liderado por Pedro Sánchez y la Comunidad de Madrid gobernada por Isabel Díaz Ayuso) se pueden poner de acuerdo ante una gran oportunidad científica.

El Centro Nacional de Neurotecnología, llamado a ser punto de referencia europeo en este campo, tendrá su sede en la Universidad Autónoma gracias al entendimiento entre el Ejecutivo central y el Gobierno regional madrileño. Hemos llegado a tal nivel de polarización política que casi provoca sorpresa comprobar que estas dos administraciones son capaces de alcanzar un consenso para que Madrid sea sede de esta joya de la investigación, que creará recursos y puestos de trabajo altamente cualificados, y generará un conocimiento crucial para muchos ámbitos de nuestras vidas en las próximas décadas.

Aunque en la tramitación parlamentaria final hubiera enmiendas que emborronaron en parte el consenso inicial, es igualmente llamativo que en junio de este año el Congreso aprobara sin votos en contra el Proyecto de Ley de la Ciencia, que el sector llevaba años demandando. Algo parecido ocurrió hace unas semanas con Ley de Startups, que salió adelante con el apoyo de grupos políticos tan dispares con el PSOE, el PP, Unidas Podemos o Vox. En todas estas ocasiones, la ciencia ha conseguido el pequeño milagro de poner de acuerdo a partidos que, en otros contextos, pelean sin tregua, sin piedad y, a veces, sin sentido.

En el eje Madrid-Barcelona, con casi todos los puentes políticos rotos, estamos a punto de asistir a otro acontecimiento semejante. Entre los días 21 y 26 de febrero se celebrará, por primera vez de manera simultánea entre las dos ciudades, la gran Bienal Ciudad y Ciencia. Se trata de una semana dedicada a la divulgación científica, con actividades que van desde los talleres para los más jóvenes hasta conferencias a cargo de científicos de fama mundial.

El evento es fruto de la coorganización entre el Ayuntamiento de Barcelona, el Ministerio de Ciencia e Innovación (a través de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología) y el Círculo de Bellas Artes (que albergará la parte madrileña). En el evento colaborarán universidades, fundaciones, embajadas y otras organizaciones, y también la Comunidad de Madrid, interesada desde el primer momento en participar en esta aventura compartida. Administraciones de distintos colores políticos (PSOE, PP y En Comú Podem) se han reunido, también en esta ocasión, para celebrar la importancia de la ciencia. Una relevancia cada vez más evidente para la ciudadanía, especialmente tras la dura experiencia del covid.

La Bienal tiene además otro propósito de reconciliación. En un país como el nuestro que lleva generaciones separando abstractamente las ciencias y las letras, la investigación y la cultura, es urgente volver a acercar estos dos ámbitos. El enfoque especial de la Bienal de 2023 será "Arte, ciencia y tecnología". Asimismo, en Madrid tendrá lugar durante la semana de ARCO (la gran feria de arte contemporáneo de la capital) y en el Círculo de Bellas Artes. Esta meta, en el fondo, ya estaba contenida en el gran acuerdo de co-capitalidad científica y cultural que se firmó entre el Gobierno central y el Ayuntamiento de Barcelona. El propósito de este acuerdo fue no solo la generación proyectos comunes entre dos ciudades que atesoran algunas de las instituciones museísticas e investigadoras más importantes del mundo, sino además acercar dos mundos -el de la cultura y el de la ciencia- que rara vez se comunican entre sí.

A menudo se oyen quejas sobre la ausencia de la ciencia y la cultura en las campañas electorales, a pesar del papel que juegan en el bienestar y en la formación espiritual de los ciudadanos. Aunque sería deseable escuchar propuestas (y sobre todo programas de inversión) por parte de los partidos de todo signo en lo referente a estos dos campos, quizás no sea malo que estos temas permanezcan au-dessus de la mêlée. Ojalá un día pudieran convertirse en políticas de Estado, que permitieran estabilidad a investigadores y artistas, a profesores y a gestores culturales. Pero quizás ya estemos proyectando demasiado lejos nuestra esperanza, hacia los confines de la utopía. Por ahora, celebremos el pequeño milagro de la Bienal Ciudad y Ciencia y su capacidad de reconstruir tres puentes en ruinas: el que separa a Madrid y a Barcelona, el que aleja bloques políticos polarizados y el que aparta abstractamente la cultura de la ciencia.