Opinión | TECNOLOGÍA

Más algoritmos, más investigación

Impresiona la capacidad del ser humano para encontrar soluciones, remedios, correcciones para luchar contra la adversidad, para superar los caprichos de la fortuna y doblegar los rotundos obstáculos de la ciencia

Uno de los participantes tetrapléjicos que ha vuelto a andar tras el tratamiento con electrodos.

Uno de los participantes tetrapléjicos que ha vuelto a andar tras el tratamiento con electrodos. / EPFL

Esta semana hemos conocido la emocionante noticia de que varias personas parapléjicas volvían a caminar al día siguiente de implantarles electrodos en la médula espinal y gracias a un sofisticado sistema de logaritmos. ¡Al día siguiente! Seguramente no son más que los primeros pequeños pasos de un largo camino para ellas, pero qué enorme avance para todos.

Algunos de los testimonios que se han dado a conocer conmueven y excitan. Es imposible no alegrarse por ellas. Es fácil imaginar su ilusión, su alivio. Sus ganas de seguir, de volver a empezar. De no parar. Y qué suerte poder agarrarse a un motivo sólido para seguir luchando. Es inevitable pensar que podríamos ser cualquiera de nosotros, nuestros hijos, nuestros amigos, nuestras personas queridas. Nos proyectamos en su sufrimiento y su esperanza; la empatía, ese sofisticado mecanismo que nos permite entender a los demás y que impide que el mundo sea un caos.

La noticia estimula también una cierta energía colectiva. Lo que parecía imposible tiene solución. ¿De qué somos capaces? ¿Hasta dónde podemos llegar? ¿Qué otros avances están por venir? ¿A qué otras personas podrán ayudar o salvar? Impresiona la capacidad del ser humano para encontrar soluciones, remedios, correcciones para luchar contra la adversidad, para superar los caprichos de la fortuna y doblegar los rotundos obstáculos de la ciencia.

El logro de los investigadores Jocelyn Bloch y Grégoire Courtine, de la Escuela Politécnica Federal de Lausana, ha sido posible gracias a una técnica y una tecnología perfeccionadas gracias a la investigación y a la inteligencia artificial. El equipo de investigación ideó un software y un sistema de algoritmos que ordenan a los electrodos de un dispositivo que emitan señales para estimular los nervios que controlan los músculos del tronco y las piernas. Fascinante.

Pero no hay descubrimientos, ni avances, ni algoritmos milagrosos, ni noticias emocionantes sin investigación científica. La capacidad y las posibilidades son enormes y pueden cambiar la vida de las personas, incluso devolvérsela. Y si esto es así: ¿son suficientes los recursos que destinamos a la investigación?

A finales del año pasado, se presentaron los presupuestos más ambiciosos de la historia de España para la ciencia y la innovación, en palabras del Gobierno. Es cierto que el presupuesto de los organismos públicos de investigación ha aumentado considerablemente en los últimos años. Pero el presupuesto público destinado a I+D+i en España no llega al 1.5% del PIB, por debajo de las cifras de otros países de nuestro entorno como Alemania, Bélgica, Suecia o Austria, y también por debajo de la media europea, que es el 2.3%.

Parece insuficiente si pensamos en las posibilidades de la ciencia y en las personas que podrían beneficiarse de sus descubrimientos e innovaciones. Debemos ser aún más ambiciosos. Los investigadores españoles llevan mucho tiempo reivindicando más recursos y un mejor sistema para la innovación. Queremos, necesitamos, exigimos más noticias emocionantes.