Opinión | ANÁLISIS

Mucha mano izquierda

Al salvar los presupuestos de la Generalitat, Jéssica Albiach se hacía con el protagonismo político de la semana. Y el balance no está nada mal, para una jefa de filas con poco más de tres años en la primera

Jéssica Albiach, líder de los comuns en el Parlament, saluda al presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, después de la votación de las enmiendas a los presupuestos catalanes.

Jéssica Albiach, líder de los comuns en el Parlament, saluda al presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, después de la votación de las enmiendas a los presupuestos catalanes. / EUROPA PRESS/DAVID ZORRAKINO

"Para un reportero en una guerra, territorio comanche es el lugar donde el instinto dice que pares el coche y des media vuelta; donde siempre parece a punto de anochecer y caminas pegado a las paredes, hacia los tiros que suenan a lo lejos, mientras escuchas el ruido de sus pasos sobre los cristales rotos. Territorio comanche es allí donde los oyes crujir bajo tus botas, y aunque no ves a nadie sabes que te están mirando".

Esto dejó escrito Arturo Pérez Reverte en 1994. Fue su catarsis. Final de etapa del reportero de guerra que había sido durante 21 años para TVE. Después de cubrir la mayoría de los conflictos armados de los muchos años que el mundo vivió peligrosamente, los sucesivos acontecimientos bélicos de la antigua Yugoslavia le invitaron a decir basta porque "ya voy estando mayor para esto. Es mejor ser joven, creer en buenos y malos, tener sólidas piernas, sentirse protagonista implicado y no simple testigo. A partir de los cuarenta, en este oficio te vuelves condenadamente viejo", escribía. Y a partir de ahí se forjó el literato que convierte hoy sus historias en éxitos, sus opiniones en polémica y sus miradas en radiografías que detallan las fracturas sociales. Empezando por las más cercanas. 

Para muchos de quienes se iniciaron en el periodismo a finales de siglo, aquel Territorio Comanche se convirtió en el detonante de vocaciones que lo elevaron a libro de culto. El que incita al deseo de vivir aventuras sin fronteras y denunciar desigualdades sin remedio. El que refleja una especialidad en vías de extinción, por las mismas razones que Arturo se despidió de sus jefes con un sucinto: "que os den morcilla".

Jéssica Albiach Satorres (Valencia, 29 de mayo de 1979) estaba entre aquella hornada de impacientes reclutados por unos románticos ideales de la profesión que el tiempo corrigió. Y tras unas primeras escaramuzas se pasó al otro lado de la noticia. Desde allí, conocedora de la técnica de la redacción y el titular, ha ido elaborando el argumentario de En Comú-Podem en el Parlament, hasta hacerlo aparentemente más atractivo de lo que habitualmente suena en otras voces de la misma formación. De cadencia tranquila, melodioso acento occidental, ritmo inalterable y sonrisa fácil, la señora Albiach en pocas horas pasó de lamentarse de la pasividad del president Aragonès, que no reaccionaba ante los desplantes habituales de la CUP, a condicionarle los presupuestos. Y se los salvó. Se hacía así con el protagonismo político de la semana. Y el balance no está nada mal, para una jefa de filas con poco más de tres años en la primera. El recorrido de la carambola del lunes, impensable el domingo, dividió al independentismo, enfrentó al Govern, reorientó la política de bloques, enmendó al jefe de la oposición municipal de Barcelona, obligado por su propio partido a corregir su posición y consiguió que su propuesta de negociación, amplia y global, para cerrar un acuerdo simultáneo que afectara a todos los frentes administrativos posibles, se hiciera realidad a pesar del desdeño inicial. Y todo con la perseverancia de la alumna de monjas que fue y que, adaptados, probablemente hizo suyos aquellos famosos versos de Teresa de Ávila, que recomendaban "nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza".