Este es el motivo por el que no deberías poner la leche en la puerta de la nevera

Cuando se trata de almacenar los alimentos correctamente, es importante prestar atención a la ubicación dentro de la nevera. Uno de los errores comunes que muchas personas cometen es guardar la leche y otros lácteos en la puerta de la nevera. Sin embargo, esta práctica no es recomendable debido a varios factores que pueden afectar la calidad y la frescura de estos productos.

Y es que la puerta de la nevera es la parte que experimenta las mayores fluctuaciones de temperatura. Cada vez que se abre la puerta, entra aire más cálido, lo que causa cambios bruscos en la temperatura de los compartimentos de la puerta. Asimismo, los compartimentos de la puerta están más lejos del sistema de refrigeración. Estas variaciones de temperatura pueden afectar negativamente la calidad y la frescura de la leche y otros lácteos, ya que necesitan una temperatura estable para mantenerse en buen estado.

Además, la puerta de la nevera expone los productos lácteos a más aire que los estantes internos. El aire más caliente de la cocina puede filtrarse más fácilmente en la puerta, lo que acelera el deterioro de los lácteos. La exposición constante al aire puede provocar cambios en la textura y el sabor de la leche y otros lácteos.

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Por si fuera poco, los compartimentos de la puerta de la nevera no son tan eficientes como los estantes internos para mantener una temperatura estable. Están más lejos del sistema de refrigeración y, por lo tanto, son más propensos a cambios rápidos y grandes en la temperatura.

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Por todo ello, lo ideal es olvidarse de dejar la leche en la puerta, como se ha hecho tradicionalmente, y ponerla en los estantes internos de la nevera, preferiblemente en los estantes más fríos y cercanos al sistema de refrigeración.