Opinión | MADRID CON GAFAS PLURALES

La tierra invisible frente a la gran metrópolis

Una tan torbellino, tan tsunami y otra tan calmada, tan tranquila. Tan distintas, tan iguales y a las que a pesar de los kilómetros que las separan, siempre alguien puede llamar hogar

Estación de Gran Vía en Madrid

Estación de Gran Vía en Madrid / Metro de Madrid

Vivir en dos comunidades autónomas no es algo fácil y más cuando vienes de un pequeño pueblo procedente de la 'España vaciada' o al menos así es como la definen. Poco más de 1.500 habitantes, el lugar donde todos se conocen y que pase el tiempo que pase, siempre habrá alguien que haga la típica pregunta: "¿Oye niña y tú de quién eres?" o "cuánto has crecido, si la última vez que te vi no me llegabas ni por la cintura y ahora fíjate". Es lo que tiene volver al lugar donde has crecido tras descubrir la gran ciudad, la metrópolis, a la que muchos acuden bien por trabajo por estudios o incluso ambas. 

A simple vista no tienen nada que ver la una con la otra, pero realmente son más parecidas de lo que uno cree. Madrid, caracterizada por ese movimiento, rapidez y bullicio, mientras que Extremadura sobresale por su naturaleza, su clima y su tranquilidad. Ambas unidas por el turismo, la gastronomía, y el transporte público que ha dado tanto de qué hablar.

Madrid, una ciudad donde las calles laten con un pulso propio donde los transeúntes se mezclan con los artistas callejeros y ejecutivos que desafían el reloj. Edificios que guardan años de historia y el transporte público, que para muchos puede ser una bendición, pero para otros una tortura con sus largos minutos de espera que parecen interminables. Madrid, la ciudad a la que todo el mundo vuelve por navidad y de la que todos huyen en verano. La ciudad que nunca duerme y que por suerte, muchos le llaman hogar, a pesar de haber vivido toda la vida en un simple pueblo. 

Naturaleza, tranquilidad y aire puro, aunque podría definirla con una larga lista de adjetivos positivos. Extremadura, tan grande y tan pequeña a la vez con sus miles carreteras y sus extensos campos que invitan a cualquiera a quedarse. La tierra desconocida, la invisible, la pequeña y que muy pocos hacen por conocer y solo algunos han tenido la oportunidad de descubrir. Rica en gastronomía, monumentos históricos y lugares perfectos donde desconectar del mundo y conectar con la naturaleza. Extremadura, con una extensa lista de cosas por hacer, por conocer y por descubrir, pero en la que a diferencia de la gran metrópolis, el transporte público brilla por su ausencia.