GUERRA EN UCRANIA

Entre lluvias de drones y bombardeos, Ucrania lucha contra el bloqueo de las ayudas de sus aliados

El Fin de Año marcó un punto y aparte en la estrategia de Rusia de aterrorizar a la población civil para mermar su moral de combate

Destrozos en Odesa tras un ataque del Ejército ruso.

Destrozos en Odesa tras un ataque del Ejército ruso. / EP

Sucedió en nada más comenzar el Año Nuevo, minutos después de que una lluvia de drones suicida fabricados en Irán y lanzados por el Ejército ocupante ruso se precipitara sobre el casco urbano de Odesa. En esta ciudad costera a orillas del mar Negro, allí donde el ultranacionalismo ruso considera que empieza su imperio, cientos de habitantes entonaron en plena noche 'Oi u luzi chervona kalyna' (la kalina roja en el prado), una canción patriótica ucraniana compuesta durante la Primera Guerra Mundial en honor a los Fusileros de Sich, una unidad militar favorable a la independencia. Desde hace meses apenas llegan noticias halagüeñas desde el frente; en el exterior, los aliados del país eslavo parecen titubear a la hora de concretar nuevas ayudas financieras destinadas al país en guerra. Pero todo ello no impidió que los ucranianos, una vez más, entonaran este himno dedicado a la kalyna, un arbusto ucraniano que produce bayas rojas, una música devenida en el símbolo de la resistencia del país ante la invasión rusa.

El Fin de Año marcó un punto y aparte en la estrategia de Rusia de aterrorizar a la población civil para mermar su moral de combate. Según el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, las fuerzas rusas dispararon, entre el 29 de diciembre y el 1 de enero, unos 300 misiles y dos centenares de drones suicidas sobre las ciudades ucranianas, principalmente KievJárkovOdesa y Dnipro. A diferencia del invierno pasado, cuando las tropas ocupantes se centraron en destruir las instalaciones de suministro de energía eléctrica para desproveer de calefacción a los ucranianos y exponerlos a las inclemencias de la meteorología en Europa del este, en esta ocasión han predominado los bombardeos ciegos sobre infraestructura eléctrica, pero también contra zonas residenciales, con misiles y proyectiles que en su inmensa mayoría eran derribados por las defensas antiaéreas ucranianas. Pese a todo, perdieron la vida una cincuentena de personas.

Con estos masivos ataques aéreos ciegos, Rusia busca precisamente "poner a prueba" y desbordar las capacidades de la defensa antiaérea ucraniana, reforzada en los últimos meses con misiles Patriot norteamericanos y sistemas SAMP/T MAMBA de fabricación francoitaliana, coinciden los analistas. El Kremlin "tiene la esperanza de que Ucrania se quede sin interceptores antes de que Rusia se quede sin drones", indica en su cuenta de la red social X (antes Twitter) Mike Ryan, investigador asociado del Centre for Strategic and International Studies en Washington. Por su parte, Andreas Umland, analista del Centro de Estudios de Europa Oriental en Estocolmo, valora en un email enviado a El Periódico de Catalunya, del grupo Prensa Ibérica, un aspecto positivo de los últimos bombardeos: "A diferencia del año pasado, los ataques no han tenido un efecto significativo en la infraestructura eléctrica; mientras que en enero de 2023 Kiev estaba a punto de ser evacuada, este año no se han observado problemas".

Combatir el 'impasse'

La palabra inglesa 'stalemate', que en castellano se traduciría como punto muerto, 'impasse' o empate, es el adjetivo de moda a la hora de definir el conflicto ucraniano no solo en los mentideros políticos de Bruselas y Washington, sino también en parte importante de los artículos periodísticos. Cada vez que se emplea esta descripción, la idea que prevalece es que ambos contendientes han llegado a un punto en el cual ya no pueden lograr más avances ni ventajas sobre el bando contrario. Ello viene acompañado de una idea implícita que se va abriendo camino: es el momento de iniciar una negociación que materialice un armisticio y congele la actual situación sobre el terreno, al igual que sucedió en la península de Corea en 1953. "La percepción de que se trata de un conflicto indefinido y estático está causando un sentido de fatiga en los socios de Ucrania", constata Jack Watling, investigador senior del Royal United Services Institute (RUSI), en un artículo publicado en la revista 'Foreign Affairs'.

Numerosos analistas no solo se han pronunciado en contra de semejante valoración, sino que previenen de los peligros que semejante análisis lleva implícito. Para empezar, según Umland, no es cierto que Ucrania no haya logrado progreso alguno en su esfuerzo bélico durante el año recién acabado. Aunque en los frentes terrestres "no" ha habido avances "en el mar Negro, Ucrania ha conseguido un éxito remarcable en comparación con el año 2022", destaca. Tras atacar los puertos de Crimea, infligiendo graves pérdidas en hombres y material al bando ruso, Kiev "ha forzado la evacuación" de los buques de guerra del Kremlin desde la disputada península crimeana a puertos en territorio de la federación, permitiendo el establecimiento de "un corredor marítimo" que le deja camino libre para continuar enviando sus exportaciones agrícolas a sus mercados, libres ya del permanente chantaje que suponía la fracasada Iniciativa del mar Negro, que dependía siempre de la buena voluntad del Kremlin.

La misma idea de que la guerra se halla en punto muerto acarrea riesgos a medio y largo plazo para la capacidad de Kiev de continuar defendiéndose de la agresión rusa. "La forma en que hablamos dirige lo que pensamos, y lo que pensamos guía a lo que hacemos o dejamos de hacer", critica en las páginas de 'Financial Times' Timothy Snyder, profesor de Historia y Asuntos Públicos en la universidad de Yale y autor de 'Tierras de Sangre: Europa entre Hitler y Stalin', un leído ensayo sobre la influencia mutua que ejercieron en los años 30 el nazismo y el estalinismo. La idea de que la guerra no da más de sí es, según este académico, peligrosa. "Si Rusia lo que pretende es eliminar a Ucrania como sociedad, tal y como sus políticos y sus propagandistas nos explican, una situación concreta en el campo de batalla no puede ser el final", recuerda Snyder.

Por esta razón, muchos expertos que han apoyado a Ucrania insisten en la necesidad de continuar proveyendo de material militar y apoyando financieramente al Ejército y al Gobierno de Kiev, no solo en beneficio del país eslavo, sino sobre todo en beneficio propio. "Rusia está reforzando su colaboración con China e Irán", advierte Watling. Si cede en Ucrania, estos países se empoderarán y se sentirán tentados de provocar "múltiples crisis simultáneas" en otros escenarios como la península de CoreaÁfrica u Oriente Próximo.