DRAMÁTICA SEGUNDA VUELTA

Argentina pone en juego algo más que dos modelos políticos (ultraderecha vs peronismo) en la pelea entre Milei y Massa

Los argentinos tienen en sus manos dar un salto al vacío de la mano de un histriónico ultraderechista que promueve la venta de órganos y cree tener una misión divina o abrazarse al mal menor que encarna el ministro de Economía de un país con 40% de pobres y una inflación anual de 140%

Argentina pone en juego algo más que dos modelos políticos (ultraderecha vs peronismo) en la pelea entre Milei y Massa.

Argentina pone en juego algo más que dos modelos políticos (ultraderecha vs peronismo) en la pelea entre Milei y Massa. / EFE

Abel Gilbert

Los argentinos participan este domingo de las elecciones más dramáticas de su historia republicana. Unos 35 millones de personas acudirán a las urnas con bronca, ilusiones redentoras y, también, conteniendo el asco, para optar entre Javier Milei o Sergio Massa.Tienen en sus manos dar un salto al vacío de la mano de un histriónico ultraderechista que promueve la venta de órganos y cree tener una misión divina o abrazarse al mal menor que encarna el ministro de Economía de un país con 40% de pobres y una inflación anual de 140%. Milei, confeso admirador de Margaret Thatcher, quiere ser subirse a una nueva ola neoliberal, mucho más descarnada que la conocida por esta sociedad durante el Gobierno de Carlos Menem (1989-99). Aquellos años de la paridad entre la moneda nacional y el dólar terminaron de la peor manera, en diciembre de 2001, en medio del llamado corralito financiero. Los sucesos de hace dos décadas parecen olvidados. Otras amarguras colectivas los volvieron lejanos y han hecho posible que el laboratorio que propone Milei resulte novedoso. Su rival, un peronista moderado, propone una salida de la crisis con un pie en el mercado y las exportaciones de productos primarios, y el otro en las políticas públicas. A los ojos de la ultraderecha es un comunista venezolano.

Las encuestas han hecho gala en general de su falta de puntería. No obstante, son la única referencia previa de las intenciones de voto. Los sondeos dan cuenta de que Milei y Massa no se sacan mucha ventaja. Un 15% de los que se inclinan por el anarcocapitalista duda sobre su capacidad de gobernar. El candidato peronista ha intentado convencerlos de que no desperdicien su sufragio. El escrutinio por la noche revelará si acertó en su apelación.

La campaña ha estado saturada de agresiones y artificios. La ultraderecha, fiel a su prosapia bolsonarista, denunció irregularidades electorales sin presentar pruebas. Massa fue presentado con el gesto típico de Leo Messi al festejar el Mundial de Qatar o con una estética deudora del realismo socialista de la Unión Soviética. La imagen de Milei circuló como un ícono pop, un monstro de Halloween para asustar "zurdos" o reducida al amenazante meme de la motosierra. La inteligencia artificial y los deepfake dieron presente en las últimas semanas. Esa recurrencia tecnológica que anuncia futuros inquietantes no pudo ocultar un hecho medular de estas elecciones: lo que también se discute es la valoración y los usos del pasado.

Villarruel y la juventud desencantada

Nunca como antes se hicieron tan patentes las afinidades con símbolos o narrativas de la última dictadura militar (1976-83). La candidata a vicepresidenta de La Libertad Avanza (LLA), Victoria Villarruel expresa una fuerza revisionista impensada en cuatro décadas marcadas por el juicio a los excomandantes que promovió Raúl Alfonsín, el primer presidente de la transición democrática, en 1985, y la reapertura a partir de 2006 de las causas judiciales que permitieron condenar a 1.200 represores. Villlarruel ha arrojado un manto de repudio sobre este histórico proceso. Ella tiene su propio proyecto personal. Antes del cierre de campaña realizó sola un acto público en un coqueto barrio de la ciudad de Buenos Aires. Allí no solo fueron nostálgicos del garrote. Había jóvenes. La ultraderecha ha disputado como nunca antes la adhesión de las nuevas generaciones, aplastadas por el desencanto. Los encuestadores han detectado que la franja de votantes entre 16 y 23 años,en especial hombres, se inclinará mayoritariamente por Milei.

Un 60% de los niños y adolescentes argentinos son pobres. Sus hermanos mayores no creen la advertencia oficial de que, si gana LLA, perderán derechos. Sienten que los han perdido hace tiempo en un país que ha salido de la pandemia mucho más fracturado y cargado el peso del endeudamiento externo de 45.000 millones de dólares que dejó como herencia el gobierno de derechas de Mauricio Macri. El actual presidente, el peronista Alberto Fernández, refinanció ese pasivo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), a cambio de un drástico ajuste económico, primero ejecutado por Martín Guzmán y luego por Massa. El fenómeno Milei es hijo de esas consecuencias que abrieron las puertas para que salgan a luz otros demonios.

Promesa de mano muy dura

La segunda vuelta se ha poblado de palabras impronunciables durante 40 años. El diputado electo Ricardo Bussi, hijo de uno de los principales represores de los 70, el general Antonio Bussi, auguró que, si vence Milei, dará una implacable respuesta a los conflictos sociales derivados de su programa económico. "El Estado tiene la Policía, es el que maneja las Fuerzas de Seguridad, las Fuerzas Armadas. Tendrá que usar esas herramientas para ir por el orden porque necesitamos justamente eso, orden".

Villarrruel representa en ese sentido, mucho más que el candidato a presidente de LLA, esa nueva normalidad. Hija de un oficial del Ejército que se negó a jurar por la Constitución cuando se recuperaron las instituciones democráticas, es vista como "tropa propia" por los que reivindican al régimen castrense dentro y fuera de las prisiones. Varios militares encarcelados pidieron permiso para votar este domingo. Entre ellos se encuentra un exintegrante de la división de Inteligencia del Ejército, el excoronel Alberto Jorge Crinigan, quien escribió con aspirante la vicepresidenta el libro La nación dividida: Argentina después de la violencia de los 70.

Viejos y nuevos militares

"Se sienten legitimados por un discurso que habilita a la violencia y la persecución", dijo el presidente de la Juventud Radical, Agustín Rombolá. Ese partido cogobernó con Macri entre 2015 y 2019. El radicalismo, que gobierna varias provincias, intentó no ser arrastrado por la ultraderecha, que defenestraba a Alfonsín. Parte de su dirigencia votará en blanco, otra lo hará en silencio por Massa. Rombolá comprobó cuál es el precio de esa preferencia. "El (Ford) Falcon pasa la semana que viene", le amenazaron con la imagen del automóvil que se utilizaba para secuestrar personas hace casi medio siglo y que se ha hecho recurrente en las redes sociales.

Las cuatro décadas sin interrupciones de continuidad democrática establecieron un distanciamiento de los uniformados del pasado de horror. El exjefe del Ejército y héroe de la guerra de las Malvinas, Martín Balza, conocido por haber formulado el primer gran mea culpa institucional por las violaciones a los derechos humanos, en 1994, anunció su voto a favor de Massa. Si bien Balza no es la excepción tampoco es la regla en la familia militar. Muchos oficiales retirados o dados de baja tienen aversión por la política de derechos humanos. Días atrás, el jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, teniente general Juan Martín Paleo, rechazó enérgicamente sus críticas formuladas al candidato a vicepresidente y exministro de Defensa, Agustín Rossi, por considerarlas "irresponsables, falaces y malintencionadas".

El factor Macri

Esta no es una elección más para o Macri. Su coalición, Juntos por el Cambio, quedó en el camino, entre otras razones porque el magnate siempre pareció tener una preferencia especial por el candidato de La Libertad Avanza, más afín a sus ideas. "La carrera política de Macri está en una hora agónica, hizo volar por los aires su propia creación y ahora quiere resucitar en el cuerpo de Milei", señala el analista Diego Genoud. Desde hace semanas, el exmandatario es algo más que su consejero en las sombras: si las urnas lo llevan al Gobierno, Macri se piensa a sí mismo como el verdadero poder detrás de escena.