Una apuesta más que segura: vender lujo

Hay 60 millones de personas en el mundo con un patrimonio neto  superior al millón de euros. De ellas, 1,1 millones se encuentran en España

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Imagen de dos personas sujetando bolsas de compras, emulando el lujo

Imagen de dos personas sujetando bolsas de compras, emulando el lujo / 'activos'

En la bolsa se reproduce una carrera que también se repite en la carretera, aunque a velocidades y con dígitos distintos. Porsche y Ferrari son dos de las marcas automovilísticas que definen el lujo. "El día de mi cumpleaños regalé a mis amigas ir de Ferraris a Montmeló", me contó una conocida hace años. Alquiló esos coches y se fue con un grupo al circuito de carreras cercano a Barcelona a ponerlos a mil por hora. Es el lujo del motor, que se puede disfrutar al cien por cien -solo se puede correr libremente por las autobahn alemanas- en circuitos cerrados y con coches que se conducen por el simple hecho de llamar la atención.

Porsche vale en bolsa 79.000 millones de euros y Ferrari 75.000. Porsche está controlado por el grupo Volkswagen que, a su vez, tiene como principales accionistas a las familias Porsche-Piech. Ferrari está controlado por las familias Agnelli (Fiat) y Ferrari. Incluso entre el lujo hay diferencias de precios. Por 80.000 euros se puede comprar el Porsche de gama más baja que, en el caso de la marca italiana, empieza a partir de los 215.000.

De estos coches con precios prohibitivos para la mayoría de los ciudadanos a bolsos de mano o plumas estilográficas de cuatro dígitos. El lujo nunca ha vivido una mejor época. En todos los ámbitos, con unos precios que se justifican por una producción artesanal o diferenciada respecto a productos más populares y/o masivos, y al agregado de una marca que con el paso de los años se convierte en símbolo de calidad y de estatus.

Se vende lujo por otra razón muy sencilla: el número de millonarios (en dólares/euros ya que el cambio es 1.08 por 1) en el mundo se ha multiplicado por cinco desde 2000, según el último informe publicado por el banco suizo UBS. Sus cálculos indican que hay 59,4 millones de personas en el mundo con una riqueza neta superior al millón. Incluye tanto patrimonio financiero como no financiero, excluyendo deudas. En España, UBS contabiliza que son 1,1 millones. Nuestro país cuenta con el 2% de millonarios del mundo. En Estados Unidos hay el 38%, seguido de China, con el 11%, y Francia y Japón, con el 5%. En los últimos años la riqueza se ha incrementado en buena parte del planeta. Tres ejemplos: Irán suma 246.000 millonarios; México, 393.000, y Brasil, 413.000. La India está llamada a ser la próxima meca.

Cuatro empresas francesas figuran entre las cien más valoradas: LVMH, L’Oréal, Hermès y Dior

Hay más cifras. En todo el mundo -siempre según el estudio de UBS, cuya capacidad de bajar tan al detalle en su metodología no deja de asombrar- hay 79.400 personas con un patrimonio superior a cien millones de dólares/euros y 7.020 con 500 millones. Si mantenemos el 2% atribuido a España, podríamos precisar que hay 140.

La relación de los megamillonarios con el lujo varía mucho dependiendo del país, la educación y el nivel de discreción que quiera llevarse. Los rusos, cuando podían, no destacaban precisamente por su prudencia. Y en alguna cala de la Costa Brava siempre llama la atención ver a alguien que muestra su nueva riqueza fardando de marcas de ropa hasta en el cinturón que le aguantan los pantalones. El estilo va por barrios.

Bienvenidas sean las empresas de lujo porque generan riqueza, empleo e ilusiones. Hay mucha innovación detrás de la construcción de un Ferrari, de un bolso de piel, de un foulard, de ciertos relojes suizos o de un gran vino de la Borgoña o el Priorat. Incluso detrás de un gran perfume o fragancia, como se las llama ahora, o de un producto de belleza nutritivo para cuidar la piel. Desayunar en Tiffany’s o en alguna de las tiendas de lujo del paseo de Gràcia o de Serrano puede incluso tener su encanto cinematográfico.

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Europa no lidera empresarialmente por tener las empresas tecnológicas más avanzadas del mundo, pero sí por mantener el liderazgo en lujo y glamur. Cuatro empresas francesas -LVMH, Hermès, L’Oréal y Dior- están entre las cien con mayor capitalización del planeta. Todas ellas tienen productos de lujo y otros más accesibles para los ciudadanos endeudados hasta los dientes con hipotecas y créditos de consumo.

Salvo terremotos financieros o geopolíticos que puedan llevarse a todas las sociedades por delante, apostar por el lujo -productos y servicios- cara al futuro es seguro. Seguirá creciendo la demanda de productos más exclusivos porque la riqueza del planeta seguirá creciendo. La batalla por la oferta continuará y solo quienes sepan transmitir al cliente que su producto es diferente triunfarán. En un mercado tan tradicional donde la historia vende muy bien, los nuevos entrantes no lo tendrán fácil salvo que logren generar una revolucionaria novedad o se creen necesidades e ilusiones hoy insospechadas.