Conflicto en Oriente Próximo

Cirugía sin anestesia y búsqueda desesperada de agua: Gaza después de la matanza del hospital

La autoría del ataque, en el que murieron al menos 471 personas, se discute frenéticamente en el tribunal de la opinión pública con vídeos, fotos, datos de geolocalización, pruebas recogidas sobre el terreno y abundante desinformación

Mapa de daños en Gaza tras la mayor masacre registrada de su historia

Agencia ATLAS / Foto: EFE

Ricardo Mir de Francia

“No hay lugares seguros”. El grito tantas veces invocado por la población de Gaza y las organizaciones humanitarias que trabajan en la Franja desde que comenzara esta

última guerra con Israel

 se ha hecho más patente que nunca tras la matanza en el hospital Árabe al-Ahli de Ciudad de Gaza, copado en el momento del ataque por médicos, pacientes y centenares de desplazados. No fue aparentemente más que una explosión, precedida de un rápido siseo y seguida por una bola de fuego que destripó el centro sanitario el martes por la tarde. Hay al menos 471 muertos, según el ministerio de Salud, una enorme infamia que marca un punto de inflexión en esta guerra. Solo falta ver quién logrará capitalizarla porque, si bien los palestinos no tardaron en responsabilizar a Israel del crimen de guerra, el Estado judío sostiene que fue un cohete errado de la Yihad Islámica lo que desató el pandemonio. 

La autoría del ataque se discute frenéticamente desde entonces en el tribunal de la opinión pública con vídeos, fotos, datos de geolocalización, pruebas recogidas sobre el terreno y abundante desinformación. Es posible que la verdad nunca se sepa. La versión de Israel 

es que no responde a su forma de actuar, porque no habría evidencias de un golpe directo sobre el hospital, ni daños estructurales en los edificios cercanos o un cráter de la entidad que dejan sus bombas más pesadas, según el portavoz militar, Daniel Hagari. Su aparato de relaciones públicas publicó una conversación entre supuestos militantes palestinos que reconocen el error, mientras Binyamín Netanyahu añadíó que una ráfaga de proyectiles “lanzados por los terroristas de Gaza” pasó cerca del hospital en el momento del impacto. “La inteligencia que tenemos de varias fuentes indica que la Yihad Islámica es responsable del lanzamiento del cohete fallido”, dijo el primer ministro israelí durante la visita del presidente de Estados Unidos, Joe Biden. 

Del otro bando, también hay argumentos. Desde que podría haber sido un proyectil más liviano, quizás lanzado desde un dron, a que el cohete no pudo alcanzar la altura ni la trayectoria necesaria para generar tanta destrucción de haberse lanzado desde un cementerio cercano al hospital, como dijo también Israel. La Yihad Islámica negó en rotundo la autoría, mientras que Biden se alineó con la postura israelí. “Por lo que he visto, parece que fue hecho por el otro bando”. Su Consejo de Seguridad Nacional le siguió después afirmando que, según su análisis preliminar, “Israel no fue responsable”.

Numerosos ataques contra centros sanitarios

Lo único cierto es que Israel ha bombardeado numerosos centros sanitarios desde que empezó esta guerra, como hizo en las anteriores, en una clara vulneración del derecho internacional. Antes de la matanza del martes, la 

Organización Mundial de la Salud (OMS) había documentado un total de 57 ataques contra el sistema sanitario de Gaza y su personal, lo que incluye 17 hospitales 23 ambulancias. Bombardeos que han matado a 16 trabajadores sanitarios y herido a 28, según la OMS. El propio hospital Al Ahli, gestionado por la Iglesia Anglicana de Jerusalén y fundado en 1882, había sido golpeado tres días antes. “Nuestro hospital Árabe Ahli ha sido alcanzado esta tarde por las bombas israelíes. Dos pisos están parcialmente dañados y cuatro personas, heridas”, publicó el sábado en su página de Facebook el arzobispo anglicano Hosam Naoum.

Y todo eso llega en medio del colapso de las condiciones de vida en el enclave, sometido al “cierre total” de sus fronteras desde hace más de una semana y un castigo colectivo que no amaina. “No hay agua ni electricidad en Gaza. Pronto no habrá tampoco comida ni medicinas. Una catástrofe humanitaria sin precedentes está tomando forma a ojos de todos”, dijo durante la jornada Juliette Touma, directora de comunicación de la UNRWA, la agencia encargada de los refugiados palestinos. Los médicos están operando sin anestesia y con los pacientes tirados en el suelo, según varias fuentes. Muchos no beben más que agua insalubre. Y el millón de desplazados por los bombardeos israelíes y sus órdenes de expulsión del norte de Gaza no tienen adónde ir. 

“El sur no es seguro. No han cesado los bombardeos en ningún momento y ha habido varias masacres también allí”, dice a este diario Safwat al-Kahlut, un veterano periodista de Gaza. “Los colegios de la ONU están llenos, también los apartamentos y además no hay medios de transporte porque no queda gasolina”. Decenas de miles de personas han huido en carros, furgonetas y burros. Duermen en casas de amigos, colegios, salones nupciales, universidades o tirados debajo de un árbol. Pero decenas de miles se han quedado en el norte y la capital, también incluida en las “órdenes de evacuación” israelí.

Despedidas cotidianas

Kahlut es de los que ha optado por marcharse al sur, pero se pasa parte del día buscando agua para sus hijos. El domingo le costó seis horas encontrar una botella. “Esta solía ser la prisión al aire libre más grande del mundo, ahora hemos pasado a ser el mayor campo de refugiados del planeta”, asegura el periodista. Pura miseria. Dos de los primeros barrios destruidos por Israel son Al Rimal Al Ansar, los más ricos de la Franja, pero también donde se concentraban las pocas opciones de ocio para sus 2.3 millones de habitantes, más de la mitad niños. “Cada día nos despertamos sabiendo que puede ser el último. Hemos dejado de saludar a la gente, lo que hacemos ahora es despedirnos cada vez que nos cruzamos con un conocido”, explica Kahlut. 

Cuando empezó el bloqueo de Gaza hace 16 años, Israel calculó durante una temporada el mínimo de calorías que necesitaba cada habitante para no desatar una hambruna. Ahora parece que hará algo parecido. 

Netanyahu 

le ha prometido este miércoles a Biden que dejará entrar “una ayuda limitada” a través de la frontera egipcia. Es mucho más de lo que había recomendado horas antes su ministro del Interior, Itamar Ben-Gvir. Mientras Hamas no libere a los 199 rehenes israelíes que mantiene en su poder, dijo, “lo único que tiene que entrar en Gaza son cientos de toneladas de explosivos de la Fuerza Aérea”.