ORIENTE PRÓXIMO

Cisjordania sufre ya el año más sangriento desde 2005

Mientras el foco mediático se aparta de Israel, su Ejército sigue ejerciendo una violencia jamás vista en las dos últimas décadas

Miembros del Ejército de Israel en Cisjordania.

Miembros del Ejército de Israel en Cisjordania. / EP

Andrea López-Tomás

Cada mañana se repite el titular. Las cifras varían. Ningún día son masivas pero siguen siendo vidas perdidas. Otras muchas quebradas con su muerte. Los periodistas que informan sobre Oriente Próximo no saben cómo narrar el enésimo asesinato que desangra a Tierra Santa. La Cisjordania ocupada sufre el año más sangriento desde la Segunda Intifada. Más de 200 palestinos han muerto, víctimas de la violencia israelí que empapa su fértil suelo de ocasos diarios. En el año del 75º aniversario de la creación del Estado de

Israel

y la expulsión de miles de palestinos, estos tratan de vengar las décadas de opresión y castigo con una nueva ola de ataques que ha matado a una treintena de israelís. 

La semana aún no ha terminado y ya son al menos cuatro los muertos en el marco de la creciente violencia. Este jueves un joven soldado israelí ha muerto y otros cinco han resultado heridos tras la embestida de un padre de familia palestino que, a su vez, ha sido asesinado por los compañeros en duelo. Un día antes, un policía israelí mató a un niño de 14 años después de apuñalar a un hombre en la estación de tranvía de Jerusalén Este. Horas antes, cuatro soldados israelís resultaron heridos por una explosión cerca de un convoy que escoltaba a fieles judíos a la Tumba de José en Nablus. El miércoles terminó con unos enfrentamientos entre agentes de seguridad palestinos y militantes que le arrebataron la vida a Rami al Ardah en Tulkarem. 

Impunidad

Mientras el foco mediático se aparta de Israel, su Ejército sigue ejerciendo una violencia jamás vista en las dos últimas décadas. En una sesión informativa al

Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas

la semana pasada, el enviado para Oriente Medio, Tor Wennesland, culpó a los “actos unilaterales” de Israel, como la expansión de los asentamientos, la demolición de viviendas y escuelas palestinas y la violencia de los colonos. “El estancamiento a largo plazo del proceso de paz en Medio Oriente se ve agravado por las acciones unilaterales ilegales de Israel que crean hechos irreversibles sobre el terreno”, criticaba el representante ruso, Dmitry Polyanskiy.

Hasta entonces, la sociedad palestina había perdido a 34 niños. “El Ejército israelí y las fuerzas de policía fronteriza están matando a niños palestinos sin prácticamente ningún recurso para rendir cuentas”, denunciaba Human Rights Watch. Según el grupo de derechos humanos israelí Yesh Din, en cinco años, del 2017 al 2021, menos del 1% de las denuncias de violaciones cometidas por las fuerzas militares israelíes contra palestinos, incluidos asesinatos y otros abusos, han dado lugar a acusaciones. Además, la impunidad se extiende más allá del uniforme, ya que el 93% de las investigaciones sobre ataques de colonos contra palestinos en la Cisjordania ocupada se cerraron sin acusación entre el 2005 y el 2022, de acuerdo a Yesh Din. 

Un millón de colonos

Más allá de las muertes, dejando a un lado la violencia física, el territorio palestino se resiente de un Israel instalado en su agresividad. Algunos ministros del actual gobierno de

extrema derecha

 han respaldado un plan para aumentar el número de colonos en el norte de Cisjordania a un millón para 2050. La ambición no tiene límites ya que pretenden hacer crecer esta población de 170.000 colonos de la zona que denominan ‘Samaria’ casi un 500%. Para lograrlo, un equipo de ingenieros, geógrafos y otros especialistas ha trabajado un año para elaborar la propuesta que incluye nuevos asentamientos y el establecimiento de un aeropuerto en tierra ocupada. 

Ante una comunidad internacional anclada en las declaraciones vacías, la población palestina responde como puede. Este año una treintena de israelís han muerto en acciones palestinas de represalia. “Esta violencia se ve alimentada y exacerbada por un creciente sentimiento de desesperación sobre el futuro”, dijo Wennesland a la ONU, añadiendo que la falta de progreso hacia un horizonte político ha dejado un vacío peligroso y volátil llenado por extremistas de ambos lados. Bajo los ataques, los palestinos protegen sus voces para denunciar el doble rasero de Occidente.

“Cuando vimos las declaraciones de apoyo a la resistencia ucraniana contra Rusia, nos alegramos mucho, porque eso significaba que el mundo reconocía el derecho a resistir con armas de las poblaciones ocupadas”, afirma Mustafa Sheta, desde el campo de refugiados de Yenín, al norte de Cisjordania. “Pero nadie mira hacia Palestina y, si lo hacen, es para llamarnos terroristas”, lamenta a El Periódico, del grupo Prensa Ibérica. Las palabras llegadas de lejos ya no sirven a los palestinos. Demandan acciones, como ha hecho el mundo armando a Ucrania y boicoteando a Rusia. Saben que el color de su piel no juega a su favor. Aunque siguen resistiendo como han hecho durante los últimos 75 años.