FRIENDSHORING

La guerra y la pandemia empujan a Occidente a intentar producir en países “amigos”

Compañías como Apple ya han derivado parte de su producción de China a India; Europa sustituye a Rusia por Estados Unidos como suministrador de gas.

Los líderes de los principales países durante el G20 de Bali

Los líderes de los principales países durante el G20 de Bali / Steffen Hebestreit/BPA/Handout

Mario Saavedra

Mario Saavedra

El mundo es un lugar más peligroso que hace un lustro. Más inestable. ¿Habrá guerra en Taiwán? ¿Seguirá mucho tiempo la invasión de Ucrania? Los Gobiernos están en alerta, y también las grandes empresas. Hay que dejar de depender de los países que son enemigos o pueden llegar a serlo en un futuro cercano. Occidente ya no se fía de China como fábrica del mundo ni de Rusia como gasolinera global. Se impone pasarse al friendshoring, la producción e importación de países amigos. 

La tendencia, que comenzó tras la pandemia, se ha consolidado tras la invasión rusa de Ucrania. Pero desacoplar las economías, tras décadas de globalización, llevará tiempo. Y se corre el riesgo de caer en el proteccionismo, que además crea un clima propenso a las guerras o a los enfrentamientos híbridos.

Estados Unidos ha comenzado a limitar el envío de chips avanzados para ensamblar productos en China. Y ha prohibido a Corea o Japón su reexportación. Temen que Pekín aproveche para robar tecnología. El efecto está siendo demoledor. En los primeros tres meses del año, la importación de chips en el país asiático ha caído casi un 25%. 

“Creo que el friendshoring está cuajando. Foxconn va a trasladar la mitad de su producción de iPhones a India de aquí a 2025; y parte de la de los Mac, a Vietnam”, apunta a este diario Alicia García Herrero, directora jefe de economía para Asia-Pacífico en el banco de inversión Natixis. “Por supuesto, también es un factor el que los salarios estén subiendo en China. Pero también los temores sobre el espionaje industrial, la seguridad nacional o la protección de los datos personales”. 

Otro ejemplo de friendshoring. La guerra de Ucrania ha provocado que en Europa se haya dejado de importar gas del enemigo ruso. Ahora se trae gas licuado en barcos del principal aliado, Estados Unidos.

Pedro Sánchez, durante la conferencia de prensa.

Pedro Sánchez, durante la conferencia de prensa. / .

Al mismo tiempo, los países lanzan programas para relocalizar empresas. Es una prioridad absoluta de la presidencia española del Consejo de la UE: "La deslocalización nos ha llevado a tener una dependencia excesiva de otros países en energía o salud, de las tecnologías digitales y de la alimentación" dijo el presidente Pedro Sánchez en su presentación, este jueves, de las prioridades para la presidencia española del Consejo de la Unión. 

La lección de las mascarillas


El cerrojazo que dio el Partido Comunista a China durante la pandemia hizo ver a Occidente que sus cadenas de suministro no podían depender exclusivamente del país asiático. Había que diversificar. A nadie se le olvidan las peleas por comprar mascarillas entre las naciones avanzadas al inicio del covid-19. La lección quedó grabada a fuego. Ahora, la tendencia no es aumentar la globalización, sino a embridarla. Relocalizar empresas. 

“Se intenta evitar producir en el ‘enemigo’. Eso ha quedado muy claro en la Chips and Science Act de Estados Unidos. Las fábricas están cerrando aquí porque ya no tienen los chips, y se abrirán en otros países amigos”, subraya Alberto Lebrón, doctor en Economía por la Universidad de Pekín. “Es el corazón de la cebolla de esta guerra híbrida entre Estados Unidos y China que incluye, por supuesto, el enfrentamiento tecnológico”. 

Friendshoring, un plan B

Pero no es tan fácil. La mano de obra en los países avanzados es muy cara. Así que el mejor plan B es, al menos, producir en países amigos, con sistemas de gobiernos semejantes o, al menos, previsibles. 

El término friendshoring lo empleó por primera vez la presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, en 2021. Ella se hacía eco de un informe de la Casa Blanca sobre la resiliencia de la cadena de suministro. Tras décadas de offshoring (deslocalización) había que intentar lanzar el reshoring (relocalización) o, en su defecto, el mencionado friendshoring

“Siempre ha habido y habrá friendshoring, en el sentido de que los países importan más de los países vecinos con los que están en paz, que es la base de la UE o del NAFTA [acuerdo de comercio entre Canadá, Estados Unidos y México]”, explica el profesor de Economía de la University of British Columbia Keith Head, autor de varios estudios sobre el tema. “El tema especialmente relevante ahora es que varios países han desarrollado dependencias basadas solo en los costes. Alemania de la energía rusa, y el resto del mundo de la electrónica y los bienes de consumo chinos”, explica. 

Esas dependencias parecieron en su momento estrategias importantes de ahorro comparadas con las alternativas, y los riesgos parecían pequeños. Los flujos de inversión en ambas direcciones hacían que la guerra pareciera algo poco probable. Esa fue la visión durante buena parte del siglo XX. “Pero ahora sabemos que el imperialismo ruso es una fuerza potente de nuevo. Y muchos observadores, entre los que me incluyo, temen cada vez más que China no vaya a tolerar durante mucho más tiempo el statu quo con Taiwán y que busque solucionarlo. Las consecuencias económicas y militares van a sobrepasar con creces lo que hemos visto en 2022”, pronostica. 

Taiwán es un fabricante esencial de los chips clave en la economía moderna, y un simple bloqueo de la isla causaría una enorme disrupción. La frase “riesgo geopolítico” empieza a computarse en los Consejos de las empresas grandes. Y la respuesta natural es poner el foco en los productores domésticos o en los “amistosos”. No hará falta ni que intervengan los gobiernos, vaticina Keith, aunque los países occidentales están decididos a amplificar esa respuesta levantando barreras y dando subsidios. Un ejemplo claro es el programa IRA de Estados Unidos, de subvenciones a las empresas de la economía verde con fuertes restricciones de fabricación nacional. O el programa europeo para impulsar la industria de los microchips. 

En todo caso, costará mucho hacer el cambio, porque la interdependencia está muy asentada. China seguirá siendo importante para buena parte de las cadenas de valor globales. Por ejemplo en las industrias de baterías, en las que el país asiático tiene una cadena de valor fuerte desde el refinado de minerales al ensamblado de vehículos eléctricos. “El friendshoring tiene un límite”, concluye Keith.

Repensar las cadenas de valor


La pandemia permitió a las familias ahorrar, y ahora se está dando salida a ese dinero. Sin embargo, los patrones de consumo cambiaron. La gente viajaba menos, consumía más bienes y tecnología, explica Victor Burguete, investigador de CIDOB. Eso produjo los cuellos de botella en las cadenas logísticas globales de 2021 y 2022, cuando comprar una bicicleta parecía una odisea porque no se reponían las existencias. China mantenía su economía al ralentí, ensimismada en su política de covid-cero. 

Entonces se percibió de manera clara que no todos los gobiernos son iguales. Pekín optó por la mano dura, y eso afectó a los consumidores de medio mundo. La lección que se aprendió fue que es mejor depender de países semejantes, predecibles. Por eso la Unión Europea insiste tanto en acercarse a América Latina, e infla las expectativas de la próxima cumbre en Bruselas de julio. No son democracias perfectas, pero son semejantes. Se preparan tres acuerdos de libre comercio: con Chile, con México y con Mercosur (Brasil y Argentina, entre otros). Más friendshoring

“Ha surgido la necesidad de que las cadenas de valor sean más resistentes a los shocks externos e internos”, dice Burguete. “Con la guerra de Ucrania todo el foco pasó al abastecimiento energético, que no deja de ser otra cadena de valor”.

¿Es proteccionismo el friendshoring?

Con Donald Trump empezó a asentarse en Estados Unidos la idea de “comprar americano”. Él había ganado la presidencia con una campaña centrada en robarle el voto obrero al Partido Demócrata con promesas de relocalización de empresas. Apple o Tesla prometieron abrir más empresas en Estados Unidos. 

Una de las dudas es cómo se define qué países son amigos y cuáles no. “¿Es Turquía un país amigo? ¿No lo es Arabia Saudí porque es una dictadura?”, se pregunta Burguete al cuestionar la definición del friendshoring en función del régimen político de los países. Hay que recordar que Vladímir Putin, ahora persona non grata, era recibido por todos los presidentes del mundo, incluidos los españoles. Y Alemania tardó meses en reconocer que su política de acercamiento al Kremlin había sido un error.