EDUCACIÓN

Uno de cada cinco graduados no precisaría haber pasado por la universidad para su trabajo actual

Casi la mitad de quienes acabaron su carrera hace diez años cobran menos de 1.500 euros y para el 10% les habría bastado con el nivel del instituto

Campus de la Universidad Pompeu Fabra en Barcelona

Campus de la Universidad Pompeu Fabra en Barcelona / CARLOS MONTAÑÉS

Carmen Villar / Gonzalo Sánchez

Aunque la ecuación a más formación, mayor inserción se cumple, según apunta la Conferencia de Rectores (CRUE) en el último informe que analiza el sistema universitario español, no siempre los empleos que respaldan esa afirmación están a la altura de las expectativas, si por estas se entiende el ajuste de las tareas realizadas a la formación específica en los campus que los graduados han debido superar para obtener su correspondiente título.

La sobrecualificación, un fenómeno que se produce cuando un trabajador realiza cometidos que están por debajo de su nivel formativo y que ha ido ligeramente a más tras la pandemia según el último informe de la Fundación Conocimiento y Desarrollo, afecta a una parte significativa del colectivo.

El porcentaje de sobrecualificación universitaria afecta al 20,2% de los egresados en 2014 que contaban con un empleo cinco años después. Lo mismo ocurre con el peso relativo de quienes entienden que les bastaría con disponer de una educación secundaria o inferior: la media estatal es del 10,6%, según el informe 'La universidad española en cifras', de la CRUE.

No obstante, desde la Conferencia echan mano de la comparativa con la situación de esos mismos graduados un año después de titularse para enfatizar que con el tiempo el "problema de sobrecualificación" desciende y se sitúa en "un nivel similar al de la media de la Unión Europea". Así, en el primer empleo tras la carrera el desequilibrio entre la labor realizada y la formación universitaria es mucho mayor: una cuarta parte de egresados afirma que para su trabajo entonces habría bastado un ciclo medio, Bachillerato o ESO, mientras que, si se incluye FP Superior, el porcentaje supera el 36,6%. 

Pero igual que ocurre con los datos de inserción o de salarios, la proporción de quienes se ocupan en empleos donde ejercen tareas por debajo de su nivel de formación varía en función de la carrera. La encuesta de inserción del INE de la que parte la CRUE ofrece datos por ámbitos.

En las titulaciones vinculadas a servicios, entre las que se incluyen actividades físicas y deportivas o turismo, se alcanza un 40% de sobrecualificación, seguidas de carreras de Ciencias Sociales, Periodismo y Documentación, Negocios, Derecho y Administración y Ciencias en general, que rondan el 30%. En el extremo opuesto, entre los grados que más responden a la posterior ocupación de sus titulados, se encuentran la Salud y los Servicios sociales, donde la sobrecualificación no llega al 7%, y a continuación los estudios de Informática e Ingeniería, donde el fenómeno afecta a menos del 13% de egresados cinco años después de celebrar la graduación.

Ese análisis por ámbitos permite afinar más. En particular, el ranking de carreras cuyos titulados trabajan, pero ejercen una labor que solo exige como mucho culminar Bachillerato o un FP de grado medio, lo encabezan egresados de Artes, donde si la sobrecualificación afecta a más de la mitad de graduados con empleo, la severa le toca casi a un tercio de trabajadores. El segundo puesto del podio es para estudios vinculados a Técnicas audiovisuales y medios de comunicación, con un 26,4% de sobrecualificación severa y un 48,5% en general.

En ese entorno, con uno de cada cuatro trabajadores desarrollando cometidos para los que basta con el título de Bachiller, FP de grado medio o ESO, estarían universitarios formados en Psicología y Actividades Físicas y Deportivas. En la parte contraria de esa tabla, con un cero por ciento de trabajadores en profesiones para las que sólo necesitarían secundaria, se ubicarían Medicina, Enfermería y Medio Ambiente y, con menos de un 5%, Matemáticas, Informática, Industrias manufactureras, Arquitectura e Ingeniería. El subir más la formación y llegar al máster no evita el fenómeno, aunque lo alivia. Cinco años después de titularse en máster, un 13% de quienes trabajaban lo hacía en un empleo que no exigía acudir a la universidad.

Los sueldos

El mercado laboral español acaba por pagar sueldos similares a la media de la Unión Europea a sus universitarios, pero es después de una travesía de unos cinco años por el desierto, pasar por ser becario y trabajador temporal. Lo cierto es que los sueldos de los universitarios no son lo buenos que cabría esperar.

Quince de cada 100 cobran menos de 1.000 euros y casi la mitad de los que cursaron una carrera hace 10 años tiene un suelo menor a 1.500. Navarra es la autonomía de la que salen los universitarios con mejores salarios (un 35 % por debajo de 1.500 y el 25% supera los 2.000). Por contra, Extremadura es la autonomía que genera universitarios más precarios; casi el 30 % cobra menos de mil euros y dos de cada tres perciben menos de 1.500 al mes. 

Los más precarios vienen de las ramas de Artes y Humanidades, donde uno de cada tres cobra menos de mil euros y el 60 % no llega a los 1.500. Le sigue el sector servicios, donde también más de la mitad sigue con sueldos precarios. En Ingeniería es donde mejor se cobra: apenas un 5 % menos de mil euros, pero aún así casi uno de cada tres ingenieros cobra menos de 1.500 y la mitad de los licenciados no alcanzan los 2.000 euros de salario. En Negocios, Administración y Derecho, más de lo mismo, la mitad no llega a los 1.500 euros al mes.

Otro dato a destacar del informe es la evolución de los sueldos en función de la rama de estudios. El 30 % de los graduados en campos de Salud, Servicios Sociales, Ingeniería, Industria e Informática percibían, a los cinco años de salir de la carrera, un sueldo neto mensual superior a los 2.000 euros. En la mayoría de carreras se repite este patrón de cobrar menos de mil euros mensuales en el primer empleo pero ir escalando el salario poco a poco con el tiempo.  

El informe de la CRUE también analiza las diferencias en cuanto inserción laboral que hay entre las universidades públicas y privadas. La primera conclusión que extrae es que "el contacto directo con el empleador o los contactos personales son los canales más importantes para conseguir el primer empleo". Las universidades públicas tienen varias ventajas.

La primera es que "las empresas entienden que tienen una selección académica más exigente lo que hace que sus titulados sean mucho más apreciados", explican. La segunda es que tienen mejores programas para la búsqueda de empleo y sobre todo más relevancia que ayuda a encontrar trabajo. El número de egresados que busca trabajo es, de hecho, mayor en las universidades privadas que en las públicas.

Sobre la capacidad para encontrar el primer trabajo también habla el informe. Resalta que el 20% de las ofertas que tienen éxito ya se gestionan por internet. Además, resalta grados como Ingeniería e Informática, donde hay demanda que se queda sin cubrir porque muchos jóvenes prefieren trabajar en el extranjero. La relación directa con el empleador y los contactos personales es lo más importante para lograr un contrato. 

La precariedad laboral impulsa el número de universitarios que emigran para poder trabajar en su rama de actividad

Por otra parte, siete de cada cien españoles que acabaron su carrera en el curso 2013-2014 están ahora trabajando en el extranjero. La precariedad laboral y los bajos sueldos que se pagan en España influyen en la decisión de emigrar de cada vez más jóvenes. Las ramas con más personas que emigran para encontrar trabajo son veterinaria, con un 16,7% de los titulados, seguido de las carreras de lenguas y arquitectura con un 15% y ciencias con un 13%. En el otro extremo se sitúan las carreras con muchas salidas en el sector público que garantiza mejores sueldos como Educación, con solo un 3 % de personas que emigran para trabajar, y Medicina también con un 3%. Igual porcentaje tienen las titulaciones relacionadas con la agricultura.