NEGOCIACIÓN CONVULSA

El PP crea una concejalía de eventos en Valladolid para blindar la Seminci y los Goya frente a Vox

Los populares maniobraron para que Cultura no quedara en manos de Vox creando un área 'ad hoc' para proteger los eventos cinematográficos

El séptimo arte ha sido una de las mejores bazas de la ciudad y la preocupación del PP era que se echara a perder con la coalición

Cartel de la Semana Internacional de Cine de Valladolid.

Cartel de la Semana Internacional de Cine de Valladolid. / NACHO GALLEGO.

La negociación en el Ayuntamiento de Valladolid con Vox estaba prácticamente hecha, pero al PP le preocupaba el destino de los grandes eventos de la ciudad. Especialmente, la Semana Internacional de Cine (Seminci), convertida en uno de los iconos nacionales del cine en España y que forma parte del ADN cultural de la ciudad. Por eso, costó cerrar el pacto. Hasta el último momento los populares maniobraron para dar con la fórmula que permitiera blindar el evento cinematográfico con la vista puesta también en los Premios Goya de 2024, que se van a celebrar en la capital castellana. El hecho de que pudieran estar bajo el control de Vox generaba muchísima inquietud dentro de las filas populares. “Hay que evitarlo como sea”, reflexionaban.

Según ha podido saber este diario, se valoraron distintas opciones. La primera era que Vox no se hiciera con las riendas de la concejalía de Cultura. Era un objetivo muy complicado porque el partido ultra, allí donde ha pactado con el PP (dos comunidades autónomas por ahora, entre ellas Castilla y León desde hace un año y medio, y 135 ayuntamientos) ha exigido esa cartera.

Para Vox, el control de Cultura y áreas como Agricultura o Ganadería son clave porque las consideran vías de entrada a la gestión a través de las grandes banderas políticas de su programa. El pacto vallisoletano (en una de las cuatro capitales de provincia donde la fuerza más votada fue el PSOE) garantizaba el bastón de mando al popular Jesús Julio Carnero y la número dos del consistorio sería, como se confirmó, Irene Carvajal. 

La dirigente de Vox, bajo la batuta de la tenencia de alcaldía se quedaba también con Educación y Cultura. El PP pasó entonces al plan B, trasladando las grandes citas culturales a la concejalía de Turismo, Eventos y Marca Ciudad, que liderará además la portavoz, también del PP, Blanca Jiménez. Fuentes del PP de Castilla y León aseguran que fue la manera de “garantizar total control” a los eventos que más se identifican con la ciudad, y a los que el PP pretende seguir dando el máximo protagonismo situándolos junto a la portavocía.

Las fuertes críticas de Vox hacia el cine español y la mala relación de los ultra con el sector es lo que más preocupaba al PP, que ya gobiernan en coalición con Vox en la Junta de Castilla y León, donde también ostentan la consejería de Cultura con Gonzalo Santonja al frente. Por la Seminci y, sobre todo, por la 38ª edición de los Goya que tras pasar por Málaga y Valencia llegarán el año que viene a Valladolid. 

El proyecto quedó cerrado bajo el mando del socialista Óscar Puente e implica una inversión total que ronda los seis millones y medio de euros. Entre los casi tres millones que la Academia del Cine exige como canon y el resto de la organización. Al PP también le preocupaba este punto: si una ciudad rechaza, finalmente, organizar el evento no recupera lo empleado en el canon.

Blindar la Seminci

La Seminci tiene sus orígenes en la Semana de Cine Religioso, que comenzó a celebrarse en la ciudad en 1956, vinculada a su Semana Santa. A lo largo de los años 60 fue en algunos aspectos el primer festival de España, por delante incluso del de San Sebastián. Fue a mediados de los 70, con el fin de la dictadura, cuando el festival perdió definitivamente su carácter religioso para acoger todo tipo de propuestas, al tiempo que iba cediendo peso ante la pujanza del de San Sebastian. Aún así, la Seminci continuó siendo el gran referente del cine de autor en España, un festival alejado del oropel que se convirtió en la puerta de entrada a nuestro país de directores de la talla de Dreyer, Bresson o Bergman, y el que descubrió al público español cinematografías hasta entonces casi desconocidas como la japonesa. Cineastas de prestigio como Robert Guédiguian, Ettore Scola o Goran Paskaljevic han sido algunos de los presidentes de su jurado.

Javier Angulo, que digirió el festival desde 2008, anunció el pasado diciembre que dejaba su cargo tras catorce años al frente. El nuevo director de la Seminci, José Luis Cienfuegos, tomaba posesión de su puesto a principios de mayo tras diez años capitaneando el Festival de Sevilla, que de su mano se ha convertido en uno de los más importantes de España. Una de sus tareas será relanzar un festival que en los últimos años había quedado relegado frente a otras citas como la de Sevilla, el Festival de Málaga o el de Gijón.

Con la semilla de la Seminci, Valladolid ha procurado en los últimos años explotar su veta cinematográfica para beneficiar a su industria local y conseguir ingresos por la vía del turismo. Para ello, su ayuntamiento creó en 2014 la Valladolid Film Comission, que tiene como objetivo atraer rodajes a la ciudad castellana y crear su propio tejido de profesionales vinculados con el cine y el audiovisual en general. El séptimo arte ha sido una de las mejores bazas a la hora de crear marca de la ciudad y la preocupación del PP es, precisamente, que de la mano de Vox, esto pudiera decaer.

Negociaciones convulsas

Las conversaciones entre PP y Vox a nivel municipal tenían que llegar a buen puerto forzosamente por el calendario: el día 17 de junio quedaban constituidos los ayuntamientos de toda España, y en consistorios donde el PSOE ganó las elecciones, la derecha estaba obligada a cerrar un acuerdo si quería evitar alcaldías socialistas. La directriz de Génova fue no perder poder municipal bajo ningún concepto y Valladolid fue la última gran ciudad en cerrarse, sumándose a Toledo, Guadalajara y Burgos, además de otros grandes municipios como Elche (Alicante) o Alcalá de Henares (Madrid). 

En las autonomías, las cosas van bastante más despacio. PP y Vox solo se han entendido para una coalición en la Comunidad Valenciana, donde el paso al lado de Carlos Flores (condenado por violencia machista en 2002) allanó el acuerdo. Pero, igual que en los ayuntamientos, los populares han buscado la manera de mermar la influencia de la formación de Abascal en la gestión.

Como ya sucedió en Castilla y León, el pacto valenciano ha dejado en manos de Vox la consejería de Agricultura sin las competencias del agua, recurso clave en esa comunidad. El área de Cultura no tendrá la dirección general de Patrimonio, y la consejería de Interior y Justicia estará igualmente limitada. De hecho, Vox solo controlará en torno al 5% del presupuesto total de la región.

En el PP reconocen que los esfuerzos negociadores se han puesto en esa dirección que tampoco rechaza Vox. Los populares están convencidos de que el partido ultra busca “más efectismo que gestión” y que su principal objetivo entrando en los gobiernos es exclusivamente “imponer mensajes ideológicos” a través de áreas en las que “no asuman grandes problemas” de la ciudadanía.

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