Ronda francesa

Y, de pronto, Pogacar gritó "¡voy muerto! ¡voy muerto!"

Un estratosférico Vingegaard completa su obra de caníbal y maltrata a Pogacar, el día que el esloveno acaba con todas sus fuerzas

Pogacar con el maillot abierto por el calor en el Tour de Francia .

Pogacar con el maillot abierto por el calor en el Tour de Francia . / THOMAS SAMSON

Emilio Pérez de Rozas

No hubo que esperar a la pared donde se filmó ‘El mañana nunca muere’ de James Bond. No hubo que esperar a esa tortura de 500 metros al 12%. No hubo que poner en marcha el cronómetro, ni siquiera esperar a la dura etapa final de este sábado. No hubo que esperar más. Es más, los buenos críticos, los gurús del Tour, los que llevan décadas metidos en la serpiente multicolor lo anunciaron acabada la contrareloj de ayer donde el danés Jonas Vingegaard

 maltrató, muchos creen que sacando fuerzas de donde las tenía, vatios que había ocultado a todos, al esloveno Tadej Pogacar

, que hoy, antes de llegar al ‘muro’ de los Alpes, del Tour, del ciclismo, mostró su tremenda debilidad, también disfrazada a lo largo de dos semanas, para dejarse 5.45 minutos en meta con respeto al líder y ya bicampeón del Tour, Jonas Vingegaard. El empate a dos entre estos dos monstruos está servido. 2024 será el escenario del desempate.

El grito del jefe

Los equipos del

Tour

están formados por ocho ciclistas. Siete trabajan, día y noche, en el plano y en la montaña, en el hotel y en la carretera, en los entrenamientos y en la competición, para su jefe de filas. En todo. No viven por y para ellos, viven por y para el jefe. De ahí que hoy, cuando el más grande jefe de filas de todos, Tadej Pogacar, se vio metido en la miseria, con algo más que una pájara (igual mañana sabemos qué le ha ocurrido para que su rendimiento en la ‘etapa reina’ sea tan desastroso) y le gritó por radio, por el pinganillo, a su gregario preferido, Adam Yates“¡Adam, Adam, voy muerto, lucha por el podio!”, quedó demostrado que ellos, los jefes, los líderes, los nº 1 de cada formación también piensan en sus chicos.

Tadej Pogacar, muerto de calor en el Tour de Francia.

Tadej Pogacar, muerto de calor en el Tour de Francia. / CHRISTOPHE PETIT TESSON

Y es que, perdido el Tour, coronada la ronda por Vingegaard de forma admirable, bestial, autoritaria, como el más hambriento de los caníbales ruteros, el equipo Emirates intenta que los otros dos escalones del podio de los Campos Elíseos estén ocupados por dos de los suyos, Pogacar y Adam Yates. Es un triste consuelo, sin duda, pues el esloveno está ya a 7.35 minutos del futuro bicampeón y aún le queda, posiblemente, el martirio del etapón de montaña del sábado donde, quien sabe, igual el líder danés se apiada de él y deja que todos los demás se repartan las migajas de un Tour apoteosíco donde, pese al dolor en las piernas que llevan todos, dos españoles, Carlitos Rodríguez y un tremendo Pello Bilbao aún aspiran a ser plata o bronce. Difícil, pero no imposible.

Nuevo bicampeón

La etapa fue épica, maravillosa, única, sí, la ‘reinna’ de este Tour y todos, todos, brillaron como merecería el escenario pero, por encima de todos, por encima de esos 155 supervivientes que tomaron la salida, estaba Vingegaard y todo el Jumbo Visma, que ha demostrado ser, por mucho, por demasiado, el mejor equipo del mundo, pues su estrategia, la manera que empezó a colocar sus peones escalonadamente en las escapadas y a lo laro de la ruta para que, llegado el momento, le sirvieran de escalón, de escalera hacia el firmamento, a un poderosísimo Jonas Vingegaard, demostró que también el ciclismo es un deporte de equipo aunque, al final, son los vatios, el coraje, la determinación, la fuerza y la ilusió del líder quien marca la diferencia.

Rozando el cielo, en la cima del tremendo, del demoledor, Courchevel, Vingegaard gritó “¡victoria! ¡es mío!”, mientras, en las faldas de la montaña, aún resonaban el aullido, el lamento, el llanto de un Pogacar que confirmó, que lamentó, que protestó “¡Adam, Adam, voy muerto! ¡Lucha por el podio!”