SEVILLA, CAMPEÓN DE LA EUROPA LEAGUE

'The Authentic One' Mendilibar derroca a Mourinho, el 'especialista' en perder por penaltis: "¡Fucking UEFA!"

El portugués sufrió su primera derrota en una final europea ante el Sevilla del técnico vasco, la gran sensación de los banquillos españoles | 'The Special One', que ha caído en nueve de las once tandas que ha jugado, tiró la medalla al público y persiguió a los árbitros

José Mendilibar, entrenador del Sevilla, charla con Jose Mourinho, técnico de la Roma.

José Mendilibar, entrenador del Sevilla, charla con Jose Mourinho, técnico de la Roma. / ODD ANDERSEN / AFP

Denís Iglesias

Denís Iglesias

Hace exactamente diez años que José Mourinho, derrotado en la Europa League por el Sevilla de Mendilibar, dirigió su último partido con el Real Madrid. El Bernabéu se enfrentó aquel día: unos le pitaron y otros coreaban su nombre dándole las gracias. Los Ultras Sur fueron los más enérgicos en la despedida y le dieron una placa. "Gracias por luchar contra viento y marea por este club, te queremos", rezaba la pancarta que exhibieron al descanso de aquella despedida.

Los penaltis solo generan sinsabores a Mourinho

Mourinho polariza todo lo que toca. La final de Budapest, la primera que perdió en un gran torneo europeo, no fue una excepción. 'The Authentic One' Mendilibar derrocó a 'The Special One' Mourinho en la tanda de penaltis. La novena con resultado negativo de las once con las que ha tenido que lidiar en eliminatorias. Bono paró y Montiel anotó el gol de la victoria, como en la final del Mundial de Qatar que coronó a Argentina por tercera vez en su historia. [Así fue la tanda de penaltis de la final de Europa League entre el Sevilla y la Roma]

Se confirmó eso que había dicho en una entrevista en 2014: "Soy un especialista en perder tandas de penaltis". En el Puskas Arena, la novena con derrota de las once que ha tenido que enfrentar en diferentes competiciones. Después, le tiró la medalla a un niño del público, "porque siempre me quedo con las de oro y regalo las de plata" para acabar esperando a los árbitros en el aparcamiento. Les gritó "¡fucking disgrace!, ¡fucking UEFA!" y demostró que nada había cambiado, a pesar de su tono amable de la previa a un duelo que le hirió, como todas las derrotas.

Un aficionado recibe la medalla de subcampeón que rechazó Mourinho.

Un aficionado recibe la medalla de subcampeón que rechazó Mourinho. / ANNA SZILAGY / EFE

Mendilibar: "Sería la leche no seguir en el Sevilla"

'Mourinhismo' en estado puro. Una corriente recuperada con fuerza esta semana. Porque de primeras ya no hay quien se crea eso de "ir con el equipo español", más allá de lo políticamente correcto. Sin embargo, Mendilibar emergió como hombre de consenso y admiración, incluso entre los que al Sevilla les causa fobia. El suyo fue el triunfo de la clase trabajadora. Por eso todos los jugadores pidieron su renovación en bloque. Él, en su tónica, respondió: "Sería la leche no seguir".

Mientras, uno de los responsables de su renovación directa, el presidente sevillista Pepe Castro, se colaba en la foto de grupo de la celebración. Lo hizo a sabiendas del 'huracán Del Nido' que había agitado a las masas antes de la séptima final ganada, arengando a las masas. Culto a la propia personalidad tras una temporada agónica para todos los que forman parte del 'sevillismo'.

Pepe Castro, presidente del Sevilla, primero por la izquierda, en la foto de grupo de los campeones.

Pepe Castro, presidente del Sevilla, primero por la izquierda, en la foto de grupo de los campeones. / ODD ANDERSEN / AFP

Cuando Mendilibar aprendió de Mourinho

Pero los grandes protagonistas estaban en los banquillos. Mendilibar reconoció a Mourinho que era un honor jugar contra él. Contó en rueda de prensa que, estando en el paro, le visitó cuando entrenaba en el Real Madrid. En 2010, después de ser despedido en el Real Valladolid. "Es uno de los grandes y siempre le hemos tenido mucho respeto. Su estilo y la forma de juego en sus equipos los ha implantado él", aseguraba el vasco, quien no ocultó sus cartas en su primera gran final, disponiendo a los titulares de confianza. En el banquillo, las alternativas de Suso o Lamela.

Si el estilo de Mourinho es pragmático y siniestro, el del actual 'capo' sevillista es optimista y antropológico. Uno ha construido a su grupo como una guarda pretoriana y el otro como militantes de base de un partido revolucionario. La Roma, con el fin básico de defenderse de cualquier injerencia; el Sevilla, con la meta de creer que no eran tan malos como los datos indicaban.

El 'engaño' de Dybala y el jaque imperfecto

Porque así lo demostraron en el desarrollo de una final que Mourinho quiso ganar por la vía acostumbrada. Hizo titular a Dybala, a pesar de que en la previa dijo que estaría para "20 o 30 minutitos". Una mentira de autor, lanzada con sonrisa asesina. El argentino, que duró 68 minutos, puso por delante a la Roma y algunos pensaron en el jaque mate a Mendilibar, al que todos regalaron piropos en la previa.

Jose Mourinho, entrenador de la Roma, da unas instrucciones a sus jugadores durante la prórroga.

Jose Mourinho, entrenador de la Roma, da unas instrucciones a sus jugadores durante la prórroga. / MARTON MONUS / REUTERS

Como si fuera el perdedor anticipado. La simpatía del que planta combate... pero hasta ahí, porque las victorias son para los que se muestran como el portugués. Es decir, maniqueos hasta la médula. Su influencia en el relato del fútbol español fue tal que todavía hoy se mantiene la dicotomía entre Guardiola y Mourinho.

De ahí que las finales europeas de este año se vivan como un plebiscito -palabra tan de moda ahora- de dos bloques ideológicos. Como tercera vía, Mendilibar, la alternativa para los outsiders, quien a pesar de resucitar a un muerto no tiene ganada la renovación, aunque sí el cielo. Son estas injusticias permanentes de un deporte sin memoria y de ídolos efímeros. Por eso a Mourinho le queda el consuelo de estar en el lugar correcto. La Roma le vino y le viene como anillo al dedo tras el fracaso del Tottenham, el único de 'sus equipos' que le produce antipatía.

Mourinho no ha cambiado ni quiere cambiar

"No siento nada. El señor Levy no me dejó jugar la final de la Carabao Cup para ganar un trofeo", recriminaba antes de su llegada a una Roma que le recibió como un emperador. El "HabeMOUs papam" se convirtió rápidamente en un símbolo de una ciudad que recordaba salir a las calles por las Copas de la Lazio. Las victorias de la Roma se remontaban al inicio de la crisis económica.

José Luis Mendilibar, con el merecido trofeo que le acredita como ganador de la Europa League.

José Luis Mendilibar, con el merecido trofeo que le acredita como ganador de la Europa League. / ANNEGRET HILSE / REUTERS

Hasta que llegó Mourinho y dignificó la Conference League, una competición para 'cafeteros' que acabó en las vitrinas del los Giallorossi. El portugués se tatuó el trofeo y envió un claro mensaje a los que afirmaban que había cambiado. Para qué y por qué, pensó el luso, que pateaba sin complejos el mote de 'semifinalinho' que le habían adjudicado despectivamente los enemigos de su madridismo. Cuando los penaltis eran definitivos, agarró a Jordan para elevar el tono de la final y enardecer a sus acólitos. Después, el 'show' acostumbrado contra los árbitros y el mundo.

Ante Mendilibar, el 'mourinhismo' se derrumbó frente a las encuestas que le daban como ganador, pero seguirá siendo una opción para los que ven en él una forma de sentir el fútbol. El sentimiento del perdedor que le era ajeno al portugués en las finales. Una sensación que ha probado gracias el constructor de un nuevo Sevilla y una de las mejores noticias del fútbol español este año. Mendilibar, 'The Authentic One', un entrenador que rehúye las fotos de victoria y reivindica el pasado, cuando supuestamente no era tan bueno. Por suerte, el mundo conoce a un nuevo y merecido ganador.

José Luis Mendilibar y José Mourinho, entrenadores del Sevilla y la Roma.

José Luis Mendilibar y José Mourinho, entrenadores del Sevilla y la Roma. / TIBOR ILLYES / EFE