Opinión | OPINIÓN
‘El día menos pensado’: No habíamos venido a esto; queríamos más vísceras, no finales felices
La cuarta temporada de la serie del Movistar Team es una producción audiovisual técnicamente impecable, como siempre, pero con un guión predeterminado que, después de que el formato nos hubiera acostumbrado al morbo de manera intencional, se queda muy corto.
Mira, no. No habíamos venido a esto. No, después de tres temporadas de adictivo despellejamiento público entre deportistas adultos, el Telecinco de la vida real, una pequeña ración de ‘Sálvame’ para quienes disfrutamos con el ciclismo y, para qué engañarnos, miramos un pelín por encima del hombro a quienes consumen esos formatos. Queríamos nuestro bocado de carne fresca, como cada año por estas fechas. Y la cuarta temporada de ‘El día menos pensado’ (Movistar+) no fue nada de esto.
Es cierto que en parte ya lo sabíamos, pues al fin y al cabo es un documental sobre lo que ha ocurrido, no una ficción, y por tanto conocíamos el contenido a grandes rasgos. Sabíamos que la temporada del Movistar Team había sido una tortura por la amenaza de descenso y que había tenido un final feliz, merced en parte al compañerismo entre los corredores del equipo, también con el ‘staff’.
Una temporada sin villanos
Ya sabíamos que no íbamos a ver a MIkel Landa y Nairo Quintana ignorándose en carrera como si no se conocieran; ni a Richard Carapaz pasándose a todo su equipo por el arco del triunfo; ni a Marc Soler pataleando por tener que esperar a su líder en plena ascensión; ni a Miguel Ángel López enloqueciendo por celos, justificados o no, hacia Enric Mas; ni a Alejandro Valverde mordiéndose la lengua para no mandar a todos los anteriores a tomar por ahí.
Pero, aun así, resultó decepcionante. La cuarta temporada de ‘El día menos pensado’ es una producción audiovisual técnicamente impecable, como siempre, pero con un guión predeterminado que, después de que el formato nos hubiera acostumbrado al morbo de manera intencional, se queda muy corto. El final feliz (los buenos resultados del final de temporada, con un Mas renacido, y la permanencia en el World Tour) lo queríamos sin la menor duda para la realidad, pero no sirve para el documental.
Un relato anticlimático
Acostumbrados a ver a deportistas profesionales adultos comportarse como críos, la historia de superación que nos cuentan en el relato de 2022 resulta anticlimática. El contrapunto de éxito, de compañerismo, de buen hacer y de cómo debe funcionar un grupo de deportistas de élite ya lo ponía el equipo femenino (y lo sigue haciendo, como se vuelve a demostrar en esta cuarta temporada). Ni necesitábamos ni queríamos verles a ellos haciendo lo mismo.
Ni siquiera repara demasiado el documental en un punto de la temporada que se adivina muy tenso, cuando a corredores de caché como Iván García Cortina o Alex Aranburu se les baja del Tour y la Vuelta a última hora para que peleen por victorias en carreras de segunda fila. "Eusebio me llamó cuando iba a coger el vuelo hacia el Tour, mi maleta ya estaba ahí", es todo lo lejos que se llega, por voz de Cortina.
Las cervezas de Valverde
La cima de la temporada llega a los cinco minutos, cuando Alejandro Valverde, en la temporada de su retirada rinde tributo a la birra: “El tema de la cerveza no me lo he quitado. Dos cervezas al día, me las quité alguna vez, pero vi que el rendimiento era el mismo y me dije: ‘¿para qué me las voy a quitar?’”. Héroe. Más todavía.
Los cuatro capítulos sirven de gran homenaje a la despedida del murciano tras su legendaria carrera, también al memorable curso de Annemiek Van Vleuten (Giro, Tour, Vuelta y Mundial) y humanizan a un Mas que en otras entregas había tendido a parecer un autómata que ni sentía ni padecía. Bien, todo eso está muy bien. ¿Pero y mi ración de vísceras?
Quizá lo que le ha pasado a la serie es lo que comenta, a cuenta de otro asunto, el genuino Chente García Acosta, en la que es la frase de la temporada: “Está claro que no podemos ir a comernos el mundo, que luego hay que cagarlo”. Pues eso.
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