Copa del Rey

Un gol de Canales impulsa al Betis en el derbi de la vergüenza

Los verdiblancos pasan a cuartos de final en la reanudación del partido disputada a puerta cerrada tras la suspensión del sábado por una agresión al sevillista Jordan en el Villamarín

Canales celebrando el gol.

Canales celebrando el gol. / José Manuel Vidal / EFE

Raúl Paniagua

El segundo capítulo del derbi de la vergüenza concluyó con el pase del Betis a los cuartos de final de la Copa del Rey tras tumbar al Sevilla en la reanudación del encuentro suspendido en la noche del sábado al impactar un palo de plástico en la cabeza de Joan Jordán. El choque se detuvo en el minuto 39 con 1-1 y 45.000 espectadores en las gradas, entre ellos un energúmeno que causó el bochornoso episodio. Un gol de Canales en el minuto 72 clasificó ayer a los verdiblancos en la continuación a puerta cerrada en el Benito Villamarín (2-1).

El guion de todo lo vivido durante el fin de semana en el derbi da para mucho. El rostro de Julen Lopetegui nada más concluir el choque reflejaba la indignación sevillista. No estaba para bromas. Le tocará "tragar veneno", como suele decir a menudo. Ayer también. El Betis le envió a la calle tras un encuentro que aún traerá cola.

Fue una batalla de casi 20 horas. Empezó el sábado a las 21.30 y concluyó ayer a las 17.15. En el primer envite, el Papu Gómez avanzó al Sevilla (m. 35) y Fekir puso las tablas con un espectacular gol olímpico (directo desde el córner). En la celebración del empate se produjo el penoso incidente. Un hincha bético lanzó desde la grada del Gol Sur un palo de una bandera, "una barra de 50 centímetros de PVC", según recogió el árbitro en el acta) que golpeó en la cabeza de Jordán.

De Burgos Bengoetxea detuvo el partido mientras atendían al centrocampista. En pleno intercambio de reproches, quejas y trifulcas, el colegiado envió a los futbolistas al vestuario. El compás de espera dio paso a la suspensión del partido y la federación anunció, ya de madrugada, que se retomaría el domingo a las 16.00 horas en un Villamarín a puerta cerrada.

Pique entre técnicos


Antes de reanudarse el choque, la batalla siguió en las redes sociales, con varios jugadores del Betis acusando a Jordán de exagerar por petición de su técnico. "Bochornosa e injustificable la acción de alguien que no representa a nuestra afición. Todos hemos escuchado (incluido el cuarto arbitro) como su entrenador le incitaba a ‘marearse y tirarse al suelo’", tuiteó Camarasa. Borja Iglesias y Tello secundaron a su compañero.

Es cierto que la acción del energúmeno fue lamentable, pero no parecía que la distancia y el material de la barra fueran suficientes para ese "traumatismo craneoencefálico" anunciado por el club sevillista. Las imágenes televisivas resultaban también algo sospechosas. El jugador, no obstante, fue trasladado al hospital y pasó 24 horas en "observación domiciliaria", motivo que el Sevilla intentó utilizar para posponer el partido al miércoles. Parecía sensato pedir que la continuación se celebrara un día que pudiera estar el agredido, pero no prosperó.

El surrealismo continuó con la puesta en escena de ayer. Ambos técnicos pudieron hacer cambios en los onces. En el Sevilla entraron Koundé y Rekik en lugar de Jordan y Gudelj, que empezó de titular el sábado, fue suplente ayer y acabó entrando en la segunda parte. En el Betis, Sabaly entró por Bellerín.

El segundo episodio comenzó con un gol anulado a Juami por fuera de juego (m. 44). El Betis fue siempre mejor y Canales certificó la clasificación con un remate con la zurda que sorprendió al joven Alfonso Pastor. El meta del filial tuvo que jugar por las numerosas bajas de un Sevilla al que le habría venido de maravilla que el duelo se aplazara a una fecha posterior.

Un cabezazo al larguero de Koundé (m. 88) fue la mejor ocasión de los visitantes para evitar una dolorosa derrota. En la celebración sobre el césped, el mexicano Guardado se mofó de la agresión a Jordán lanzándose él mismo una botella de agua a la cabeza y cayendo al suelo. Pellegrini y Lopetegui, mientras, tuvieron ser separados cuando se dirigían al vestuario. El exseleccionador español tardará en digerir un duro batacacazo.