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Benito Zambrano: "¡Nos estamos trayendo a lo mejor de África! ¿Cuánta hipocresía más cabe en la política europea?"

El cineasta Benito Zambrano, en Madrid

El cineasta Benito Zambrano, en Madrid / ALBA VIGARAY

El guionista y director de cine español Benito Zambrano estrenará el próximo viernes El salto. Dice que es la película más necesaria y más consciente que ha hecho en su carrera (debutó en 1999 con el insospechado y arrollador éxito de Solas, y desde entonces no ha parado de crecer).

¿Cuántos millones de almas migrantes se calcula que necesita Europa para subsistir hasta 2050?

Según un estudio realizado por el Defensor del Pueblo, 60 millones de trabajadores extranjeros que hagan el trabajo medio-bajo. Quise hacer esta película con el mayor rigor posible, que nadie pudiera poner una pega a los datos ni decir que es un panfleto, así que la asesoría legal que tuve fue extraordinaria.

El campo europeo no tiene futuro sin la mano de obra migrante, tampoco otros sectores como el servicio doméstico, la construcción, etc. ¿Por qué no se regula su entrada de una vez por todas?

Lo he preguntado tantas veces a los expertos, pero no encuentro respuesta. Son muchos los oficios que solo son posibles gracias a esta mano de obra, además de la gran cantidad de personas “sin papeles” a quienes se utilizan en condiciones que rozan la esclavitud. Al mismo tiempo, Europa rejuvenece su población gracias a ellos, que además añaden su riqueza cultural: Europa necesita a África, pero apenas existen dos consulados laborales en todo el continente negro que se ocupen de las gestiones migratorias. Conseguir un visado es una tarea ingente que cuesta mucho dinero y tiempo, lo que genera una gran corrupción y es el caldo de cultivo para las mafias. Pero la política internacional está cargada de hipocresía.

Mientras, el futuro político de Europa apunta a un endurecimiento de las políticas de acogida: está sucediendo. ¿Quién entiende esto?

Se utiliza la migración políticamente como un caladero de votos, como sucede en EEUU. Solo la mala fe puede dar crédito a un problema de seguridad que honestamente no existe, ni los migrantes traen droga, ¿pero dónde iban a traerla, en su bolsillo mojado?; ni lavan dinero, que no tienen; ni son delincuentes ni nos roban recursos como la sanidad pública. No, son gente muy noble que viene a trabajar, dotados de una genética increíble: la joven que salta la valla en la película era capaz de hacerlo en menos de un minuto… ¡Nos estamos trayendo a lo mejor de África!

Zambrano, ¿olvidamos nuestro pasado, tan reciente?

Eso parece, los españoles pobres fuimos los negros de Europa en los años 50 y 60, y éramos mayormente analfabetos, pero nos trataban bien. Luego en los 70 y 80, un millón de andaluces, más gallegos y extremeños, ayudamos a levantar Cataluña. Vengo de una familia de jornaleros andaluces, 15 familias metidas en un barracón de tierra, sin váter, 6 y 7 niños por familia, recogíamos algodón y aceituna, según temporada. En mi casa no hubo agua corriente hasta que a los 11 años nos concedieron uno de los últimos pisos de protección civil del franquismo. No, yo no quiero olvidar mis orígenes, porque sería tanto como caer en la indiferencia, y no hay nada peor. El viaje por necesidad, la migración, siempre ha existido. O ¿quién pobló América? Durante la colonización de África, esclavizamos, secuestramos y vendimos como a animales a 12 millones de africanos, y ¿acaso hemos pedido perdón?

Europa necesita a África, pero apenas existen dos consulados laborales en todo el continente negro

¿Con qué frecuencia suceden estas deportaciones inopinadas de seres honrados y esforzados, como vemos en El salto, mientras grandes delincuentes permanecen indemnes?

Esto ha ido disminuyendo, primero porque deportar a alguien a un país con el que no hay convenio, o a un país que no sea el originario del migrante, es hoy ilegal. Y segundo, más importante, porque era un aparataje costosísimo, fletar aviones, enviar un policía por cada dos deportados…

El llamado Norte global sigue robando la inmensa riqueza del suelo del Sur global, ¿por qué hablamos del colonialismo como si fuera un asunto del pasado?

Evidentemente, no es un asunto pasado, como tampoco lo es la esclavitud. Para vender armas no se necesitan permisos ni visados, y para importar los recursos y materias primas que constantemente robamos en África, tampoco.

A veces me pregunto, utópicamente: ¿no habrá manera de hacer un estudio de las intenciones del que emigra y que esto le confiera una especie de salvoconducto?

Falta la infraestructura. Para regular la migración primero tienes que creer en ella política, ética y moralmente, y después, generar una gran infraestructura administrativa.

Los africanos son en general gente animista, pese a abrazar religiones dogmáticas. ¿Está de acuerdo en que esto propicia en ellos una suerte de bondad natural?

No caigamos en el tópico del pobre bueno, son tan buenos como tú y como yo, ni mejores ni peores. Te brindo una anécdota de la desmemoria que cuenta mi familia: se trata de un matrimonio español andaluz emigrado en Suiza en los 60. Tenían 7 hijos y la madre iba a la compra siempre con un abrigo con doble fondo para robar y poder alimentar a sus hijos, porque el sueldo no les alcanzaba. Si la hubieran pillado, todos los emigrantes andaluces de la zona hubieran sido tachados de ladrones, ¿entiendes? La miseria suma mucha complejidad a estas situaciones.

Los marroquíes quedan muy mal parados en su película. ¿La diferencia entre subsaharianos y magrebíes pudiera estar en el pasado imperialista de estos últimos?

Tal vez sea el conflicto que más me dolió de todos los que aprendí en el rodaje: el racismo está tan arraigado en el Magreb… Ellos no se consideran africanos, porque no son negros; denigran y esclavizan al subsahariano. Les roban, los violan, los maltratan: es un racismo bestial que no sé de donde vienen, pero los africanos llegan aquí odiándolos, y cuando los mezclan en un piso de acogida, después de haber sido engañados y perseguidos por ellos, se matan.

Benito Zambrano, director de cine, en 2021.

Benito Zambrano, director de cine, en 2021. / JOSÉ LUIS ROCA

Zambrano, supongo que el campamento de la montaña en su película es una recreación, pero ¿ha conocido bien el infierno siglo XXI?

Es una recreación, sí. No pudimos cruzar a Marruecos porque el país tenía las fronteras cerradas, pero he visto y escuchado muchísimos documentales y testimonios sobre el monte Gurugú. La película se queda corta en el dolor y el sufrimiento que me relataron todos los que en ella participan.

Quienes, algunos al menos, ¿son personajes reales de las tragedias que se narran?

Los figurantes y un gran grupo de los que actúan los conocimos en un casting que hicimos en Madrid, y sí, la mayoría habían llegado en patera y algunos, saltando la valla, y contaban historias reales, muchas de las cuales están en la película. Pero para los papeles principales empleé actores que elegimos en un casting en París, porque tuvimos que poneros de acuerdo en el idioma en el que rodábamos, y fue el francés, dado la mayoría viene de áreas de colonización francófona.

El racismo está tan arraigado en el Magreb… Ellos no se consideran africanos, porque no son negros; denigran y esclavizan al subsahariano

Hay un personaje del campamento que habla mezclando muy diversos idiomas europeos, ¿podría ser la síntesis de ese reparto de la tarta que establecieron los países europeos en el XIX?

Este mestizaje es la historia de la humanidad. La cuna del mundo estuvo ubicada en África y a partir de ahí se expande. El esqueleto mejor conservado y más ancestral del Paleolítico, hallado en una cueva de Nerja, se corresponde a una mujer negra. Gracias a su migración existimos y evolucionamos. ¿Alguien le pidió un visado?

Sugiere que no sólo la policía marroquí viola a las mujeres migrantes, ¿apunta a los traficantes de personas?

No, también son violadas por sus propios compañeros: es uno de los mayores dramas. No hay piedad en el infierno, y ser mujer, negra y pobre, supone estar en el escalón más vulnerable. Por eso suelen elegir a un compañero que les proteja del resto. Muchas de ellas llegan a tener varios hijos en el camino hasta llegar aquí, todos ellos fruto de violaciones.

Los religiosos, confesión aparte, son los únicos que hacen una labor compasiva, ¿también en la realidad?

Tal es su profesión: ser compasivos. Me he encontrado gente maravillosa tanto en el servicio jesuita de migraciones de Nador como en los grupos religiosos de Melilla: el apoyo que prestan las instituciones cristianas es esencial, sobre todo desde que han echado a Médicos Sin Fronteras: su labor es tremenda.

No hay piedad en el infierno, y ser mujer, negra y pobre, supone estar en el escalón más vulnerable

Abogados y juristas aparecen como una especie de Reyes Magos en la película, ¿también se corresponde a la realidad?

Absolutamente, tengo que reconocer que hay mucha gente de una bondad increíble trabajando para proteger a los migrantes.

Zambrano, volviendo al principio: frente a la esperanza de esos seres migrantes, ¿cuál sería el sentimiento más generalizado entre los jóvenes en este continente para viejos que es Europa? ¿Usted tiene hijos?

Tres, y la más pequeña (8 años) es hija de madre cubana emigrada, y vivimos en Lavapiés y hacemos vida de barrio, en medio de la mayor multi culturalidad posible. Por eso digo que esta es mi película más consciente. Los jóvenes europeos se han criado sin conocer necesidad alguna, ¿cómo quieres que valoren lo que tienen? No disponen de otro referente más allá de su vida cómoda. Pero yo no quiero olvidarme de dónde procedo, de lo que soy, y quiero que mi película sea útil.