EXPOSICIÓN

Consuelo Kanaga, la dignidad de la raza negra en el objetivo

El centro KBr de la Fundación Mapfre en Barcelona organiza 'Atrapar el espíritu', la primera retrospectiva en Europa de una mujer pionera que empezó como periodista en 1915

'Muchacha de perfil', (1948).

'Muchacha de perfil', (1948). / CONSUELO KANAGA | BROOKLYN MUSEUM

El marido de Annie Mas Merriweather, el aparcero negro sindicalista Jim Press, moría linchado en Alabama. Poco faltó para que también la mataran a ella, que lejos de hundirse escribiría: "los terratenientes prefieren vernos morir a punta de pistola de los linchadores antes que darnos un salario digno. ¡Pero estamos más decididos que nunca a organizarnos y luchar hasta las últimas consecuencias y con uñas y dientes para conseguir mejores condiciones!". En 1935, la fotógrafa estadounidense Consuelo Kanaga (1894-1978), muy vinculada al movimiento Nuevo Negro, captaba el rostro de la viuda, "una mezcla de proximidad y contención" con la que lograba transmitir su dignidad ante su pérdida. Este mismo afán de empatizar y ofrecer una imagen positiva y bella de uno de los colectivos más propiciatorios del racismo en su país, casi siempre asociado a la pobreza y la marginalidad, es una de sus mayores contribuciones al modernismo fotográfico y recorre gran parte de su obra a través de retratos pero también con imágenes que eran toda una declaración de intenciones, como Manosdonde aboga por la solidaridad con dos manos a punto de entrelazarse, una blanca y otra negra.  

El centro KBr de la Fundación Mapfre reúne hasta el 12 de mayo en Barcelona el conjunto de la trayectoria de Kanaga en Atrapar el espíritu, la primera retrospectiva en Europa de una mujer pionera que empezó como periodista en 1915, con 21 años, en el San Francisco Chronicle. "Cuando iba con un fotógrafo, le daba tantas instrucciones y tan detalladas que el editor la animó a aprender desde cero y dedicarse a la fotografía", explica el comisario, Drew Sawyer. Y se convirtió en una de las primeras fotoperiodistas, que siguió carrera en el Daily News y dejó de escribir convirtiéndose en mentora y amiga de otras mujeres fotógrafas de su época con las que compartió inspiración y mirada social, como Imogen Cunningham, Tina Modotti, Eiko Yamazawa y Dorothea Lange. De hecho, la Madre migrante de esta última, de 1936, es claramente deudora de una escena similar de desolación tomada por Kanaga de una madre con sus hijos en el Nueva York de 1923-24. También de esos años es La viuda Watson, una mujer envejecida y enferma de tuberculosis con su hijo. 

La muestra, que coincide en el KBr con La cámara doméstica, la afición fotográfica en Catalunya (ver al final de estas líneas), viajará en verano a Madrid antes de ir al Moma de San Francisco en otoño y luego al Museo de Brooklyn, en Nueva York, centros que la coorganizan junto al centro barcelonés. Reúne 180 fotografías de una mujer poco dada a la autopromoción, cuyo trabajó "es aún poco conocido, en parte porque su obra conservada es pequeña. Quedan unos 2.500 negativos y 500 copias impresas", comenta el comisario, que señala como probable motivo, que "con una vida intensa, casada y divorciada tres veces, a partir de los años 30 dedicó gran parte de su tiempo a ganar el sustento para su familia y mantener a su tercer marido, el pintor Wallace Putnam, haciendo fotos para revistas femeninas y del hogar" y relegando su faceta más artística.  

Tras los primeros trabajos, en los años 20, donde abundan imágenes de compromiso social, de madres solteras, pobreza, marginados y acoso racial en Nueva York, Kanaga abrió un estudio con el que se ganó la vida como retratista, experimentando con la pose, el recorte, la iluminación y la impresión para realzar la expresión. Entre los posados de los años 30 y 40, muchos anónimos, pero también famosos del mundo cultural como el cantante Kenneth Spencer o los pintores Milton Avery y Mark Rothko

Louise Dahl-Wolfe, amiga fotógrafa de Kanaga, en 1928.

Louise Dahl-Wolfe, amiga fotógrafa de Kanaga, en 1928. / CONSUELO KANAGA | BROOKLYN MUSEUM

En los viajes que hizo entre 1927 y 1928 con su amiga Louise Dahl-Wolfe, patrocinados por el mecenas Albert M. Bender, por Europa y el norte de África, descubrió, señala Sawyer -además de a su segundo marido-, "el trato tan distinto que recibían las personas de raza negra comparándolo con el maltrato que se les daba en Estados Unidos". "Estoy harta de ver a mujeres y hombres de color maltratados por blancos estúpidos", escribió en una carta a Bender. 

Ya de vuelta en su país, se vinculó a movimientos vanguardistas como f/64 y Photo League, mostrando la vida cotidiana de la gente además de la lucha obrera y la vida urbana y los edificios de varias ciudades como Nueva York, reflejando las desigualdades económicas y raciales. De 1950, de un viaje a Florida para una serie sobre familias negras y jornaleros de los mucklands (zonas pantanosas recuperadas), es Ella es árbol de vida, una estoica madre negra con sus dos hijos, retrato, siempre de la dignidad.