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Juan Carlos Pérez de la Fuente: "Los políticos deberían ir más a los teatros. Se verían reflejados y harían menos teatro en la calle"

Director y productor teatral desde hace más de cuarenta años, prepara un teatro de circunstancias, de Max Aub, y la Juanita Narboni de Ángel Vázquez, además de adaptaciones de obras teatrales para la radio. Multipremiado, dice que a veces no se soporta, porque es muy impulsivo, y no puede evitar tener todo el día el teatro en la cabeza

El director de teatro Juan Carlos Pérez De la Fuente en Madrid.

El director de teatro Juan Carlos Pérez De la Fuente en Madrid. / Alba Vigaray

Un hombre de teatro de toda la vida, ex director del Centro Dramático Nacional y del Teatro Español, va a hacer desde octubre radioteatro. ¿Volvemos a La Saga de los Porretas o Matilde, Perico y Periquín, décadas atrás?

Fueron grandes éxitos radiofónicos… Pero ahora llevo años pensando que la radio y el teatro son buenos compañeros de viaje. Y quiero hacerlo en Onda Madrid, porque creo que hay que reivindicar lo público, sea radio, teatro o televisión.

¿En qué autores piensa?

En los diez o doce mejores del siglo XX. Tiene que estar Valle-Inclán, pero también Muñoz Seca, Lorca, Sanchís Sinisterra, Alonso de Santos. A Mayorga lo dejo para el siguiente grupo, porque creo que es un autor del siglo XXI. Y tiene que estar La camisa, de Lauro Olmo, para que reconozcamos que hubo un tiempo en el que los españoles teníamos que emigrar.

Premio Nacional de Teatro; Medalla de Oro de las bellas Artes, varias estanterías de galardones. ¿Qué piensa que le queda por hacer?

Mucho, muchísimo. He montado cien obras. ¿Qué dejé programado en el Español que me gustaría? Macbeth, que es el gran texto, con versión de Luis Alberto de Cuenca, que estuvo tres años y nunca se ha puesto, en verso libre en español. Y no me gustaría morirme sin hacer Divinas palabras, de Valle-Inclán.

Antes de dedicarse al teatro fue ascensorista del gobernador del Banco de España. Allí sí que vería mucho drama y mucha comedia.

Muchísimo. Yo era la rara avis. Un día Mariano Rubio descubrió atónito que en mi mesita había un libro. Y me dijo: ¿Pero usted no estudia Derecho? ¿Y qué pinta ese ruso ahí? El ruso era Stanislavski. Le dije que me gustaría dedicarme al teatro. Acabé creando allí un grupo de teatro al que puse de nombre Echegaray.

En marzo del 75 subió en el ascensor al mismísimo Franco. ¿Qué iba, a pedir un crédito?

No, no. Antes de ser Banco de España era el Banco de San Carlos, al que Echegaray dio el poder de ser banco emisor. Franco iba a una conmemoración, vestido de blanco, de Marina. A mí también me llevaban vestido de blanco, y le contaba al portero mayor que, cuando salía a desayunar a la calle Alcalá, los militares se daban la vuelta. Él portero me contó: Te lo voy a decir, hijo: Vas vestido de capitán de navío. Lo ha querido el gobernador.

¿Qué papel daría en alguna obra al gobernador del Banco de España?

Sin duda, Torquemada. Es nuestro gran texto. Son los orígenes de la usura, que es como empezó la banca. Aunque el actual gobernador es majo.

Ana Botella se empeñó en nombrarle, no sin polémica, director del Teatro Español. Se tomarían más de una relaxing cup of café con leche.

[Ríe]. Llegamos a un acuerdo. Ella vio que yo había sido muy valiente y muy raro en la época del Centro Dramático Nacional, con su marido de presidente del Gobierno. Se pusieron autores que nadie podría pensar gobernando el Partido Popular, como Max Aub, Buero, Paco Nieva, Sastre. Le dije que quería continuar con esa labor, porque cuando está la derecha hay que dar cabida a gentes como Max Aub o Arrabal, un autor fundamental, cuando todas las vanguardias habían muerto.

¿Usted triunfa sobre todo con la derecha?

Sí, sí, lo digo como lo siento. Con la derecha dejándome hacer aquello que creo que tengo que hacer. Cuando llegué al Español le encargué a Arrabal, con ocasión del 400 aniversario de la muerte de Cervantes, una versión homenaje toda con mujeres, e hizo Pingüinas. No he sido un autor que no haya corrido riesgos. Al llegar al CDN monté Pelo de tormenta, protagonizada por Pilar Bardem, de un autor vivo, Francisco Nieva. ¿Sabes lo que tiene ideología? Las programaciones que hacemos. Ahí está la ideología de cada persona.

Acaba de donar todo su legado teatral - figurines, atrezzo, cuadernos de dirección, premios- a su pueblo, Talamanca del Jarama. ¿Cuándo uno lega la obra es porque piensa que le queda poco en este convento?

No, no [ríe], que yo soy muy aprensivo. No he dirigido nunca El enfermo imaginario porque creo que me lo terminaría creyendo y acabaría en urgencias. Es que un día te ves con 64 años, empiezas una nueva etapa y no te aferras a las joyas que tienes. Mucha gente me ha ofrecido dinero, y he dicho que no lo voy a vender.

Ha dirigido a lo más granado de la escena patria. ¿A quién echa de menos?

A Alberto Closas, a María Jesús Valdés; en la alta comedia, a Amparo Rivelles, y a una actriz, loca, contradictoria, pero grandísima, que fue Nati Mistral. Y no me gustaría morirme sin reivindicar algo: Señores políticos: Arrabal tiene 92 años e hizo unas declaraciones hace poco diciendo que si ninguna administración española quiere su legado se quedará con él el Gobierno francés. Es el último hombre de las vanguardias. He hablado con todas las administraciones y no se sientan con él, aunque tienen la obligación de hacerlo. Y Arrabal no es eterno.

Para teatro. ¿lo que tenemos alrededor?

Lo más. Yo hubiera hecho una dramaturgia de los debates electorales. Estamos en unos momentos en los que hay más teatro en la vida pública española que en los teatros. Los políticos deberían ir más a los teatros. Se verían reflejados y harían menos teatro en la calle.