MADRID

La Central abrirá su nueva librería de Callao en primavera y estudia expandirse a "zonas residenciales"

Se mudarán al local de enfrente, en la misma calle del Postigo de San Martín, una vez hayan finalizado las obras de reforma, entre finales de marzo y principios de abril

En la capital, según anuncia el director de La Central, Antonio Ramírez, "la idea es desarrollar en el futuro un modelo de proximidad, más pequeño, a una escala reducida, donde sea más importante la selección bien cuidada de los libros que tengamos"

Fachada del edificio en el que aún se instala La Central de Callao, en la calle Postigo de San Martín, 8.

Fachada del edificio en el que aún se instala La Central de Callao, en la calle Postigo de San Martín, 8. / ALBA VIGARAY

Ana Ayuso

Ana Ayuso

La emblemática La Central de Callao, la librería que desde el año 2012 se encontraba instalada en la casa palacete isabelina que se encuentra en la madrileña calle del Postigo de San Martín, número 8, abre una nueva etapa. Como ya adelantó a mediados de noviembre EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, se mudará al local de enfrente, antes ocupado por una tienda de Perfumería Júlia. La marca catalana, fundada por Antonio Ramírez y Marta Ramoneda en los años 90, se topó con "disputas" fuera de su alcance, que le llevaron a dejar su sede principal en Madrid, según declaraban en el comunicado de finales de diciembre en el que confirmaban la noticia del traslado.

El emplazamiento no era el deseado. El momento, tampoco. "Ha sido un poco precipitado porque no contábamos con salir este año de aquí; pensábamos estar más tiempo y fue una cuestión entre terceros la que nos obligó a salir", explica para este periódico Ramírez, director de La Central. La empresa propietaria del palacete, con la que la compañía librera firmó un contrato de alquiler con una vigencia de 14 años, solicitó entrar en concurso de acreedores en junio de 2022, casi al tiempo en el que se extendía el certificado de cierre de subasta de la Agencia Estatal Boletín Oficial del Estado. La subasta, que se cerró con la venta del inmueble por 11,85 millones de euros, a razón de 8.540 euros el metro cuadrado, fue paralizada por el Juzgado de lo Mercantil n.º 6 de Madrid.

"Hace más de un año, empezamos a tener noticias de que el antiguo propietario tenía dificultades con una entidad bancaria a la que no estaba pagando la hipoteca. La entidad embargó el palacete, lo llevó a subasta y lo compró un tercero con una cantidad superior a la que se pedía", relata Ramírez.

Cuando se produjo la subasta, La Central quedó advertida de que tenía que salir de la que ha sido su casa durante más de una década, porque "quien compró el palacete tenía unas expectativas económicas que son muy superiores a las que podíamos asumir". Después de contactar con el nuevo propietario del inmueble, se dieron cuenta de que La Central no tenía "ninguna opción" de permanecer en ese enclave privilegiado. "Es un cambio de más del 100% de lo que estábamos pagando anteriormente", confiesa.

Quien compró el palacete tenía unas expectativas económicas muy superiores a las que podíamos asumir"

— Antonio Ramírez, director de La Central

Antonio Ramírez no se siente "víctima" de un proceso especulativo, sino que apunta hacia la gestión del anterior propietario, la sociedad de origen aragonés Inmuebles Postigo S.A., "por no haber cumplido con su compromiso". Con esa entidad, La Central firmó en 2011 un contrato de arrendamiento que se extendía a los 14 años posteriores, pero ese acuerdo se interrumpe en el momento en el que se compra el inmueble en la subasta. En el local que antes ocupaba Perfumería Júlia, pagarán un alquiler "más reducido y más razonable". Se mudarán allí cuando hayan pasado los "dos o tres meses de reforma", entre finales de marzo y principios de abril

La Central valoró alternativas de similares características a esa finca, pero el precio de renta se presentaba de nuevo inasumible. "Estuvimos buscando opciones de locales de 1.000 metros, pero siempre nos encontramos con el problema de que los alquileres en la zona del centro de Madrid eran difíciles para una librería", un territorio en el que un negocio como este "no puede competir con una cadena de ropa", justifica Antonio Ramírez. Se decidieron por el establecimiento que se localizaba justo en frente, en el número 9 de la misma calle, a pesar de que se trata de un inmueble con un espacio para el comercio cuatro veces menor al actual. "Pasamos de 800 metros cuadrados que teníamos de tienda, de los que se excluían una parte importante de oficina, sótano y restauración, a 200 metros", señala.

Local en el que se ubicaba la tienda de Callao de Perfumería Júlia.

Local en el que se ubicaba la tienda de Callao de Perfumería Júlia. / ALBA VIGARAY

Excedente de libros y nuevas tiendas

Con el cambio, pierden por el camino los ambientes que hasta ahora acogen la academia en la que imparten sus cursos, su cafetería-restaurante, El Bistró, y su coctelería, El Garito. Todos los libros que hasta ahora ofrecían en el palacete y que no caben en el nuevo local serán reubicados. Moverán, por tanto, "mucho fondo que, hoy en día, tampoco es tan esencial", dice.

"Una parte reducida de los libros, sobre todo los de ensayo, la vamos a pasar a la tienda del Museo Reina Sofía, donde recuperamos 100 metros cuadrados que teníamos antes y que desde la pandemia habíamos dejado de usar. Del resto, una partida irá a Barcelona y otra parte se devolverá a las distribuidoras para canjearlos por otros ejemplares", anuncia Antonio Ramírez. 

De esta manera, La Central ejecutará "un cambio de idea" en su modelo de negocio de la capital. En Barcelona, cuentan con una tienda más grande, la de El Raval, y otras dos de un tamaño más modesto, una en la Diagonal y otra en el Museu Historia de Barcelona (MUHBA). En Madrid, seguían una filosofía similar: tenían La Central de Callao, el establecimiento más amplio, y la del Museo Reina Sofía, el más pequeño. Pero el devenir de los propietarios del palacete ha transformado su estrategia.

En la Ciudad Condal les funcionan las librerías más pequeñas y consideran en base a esa experiencia que "es más coherente con lo que el público lector de hoy reclama tener un local de 450 metros, más que uno de 1.000". "La idea es desarrollar en el futuro un modelo de proximidad, más pequeño, a una escala reducida, donde sea más importante la selección bien cuidada de los libros que tengamos, y no la exposición de una cantidad enorme de fondo, porque cualquiera online tiene opciones para consultar el catálogo más allá del formato físico", explica el director de las librerías.

Tendrán un rincón en el centro de Madrid, pero, a futuro, miran más hacia las "zonas residenciales más periféricas", donde su oferta sea "de proximidad y tenga buen público cercano". Aunque "aún no tenemos nada definido", indica, "tenemos que decidirlo en los próximos meses". Esas "nuevas ideas" verán la luz en el segundo semestre del presente año, apunta.