15 DISCOS Y MUCHA POLÍTICA

Ismael Serrano: "Me encanta lo que está pasando con el rey Juan Carlos, este es el camino más corto hacia la república"

El cantautor celebra un cuarto de siglo de versos y reivindicaciones con dos conciertos especiales en Madrid: el 10 y el 11 de junio en el Teatro Circo Price

Ismael Serrano dará dos conciertos especiales el 10 y el 11 de junio en el Teatro Circo Price en Madrid.

Ismael Serrano dará dos conciertos especiales el 10 y el 11 de junio en el Teatro Circo Price en Madrid. / ALBA VIGARAY

Pedro del Corral

Pedro del Corral

Las canciones de Ismael Serrano están repletas de recuerdos. Suyos, por supuesto. Pero también de cada uno de sus oyentes. Hay fotografías, sueños, discusiones, triunfos, viajes… Conforman un álbum al que a cualquiera le gusta acudir de vez en cuando. Nos trasladan al pueblo, los veranos, los abuelos, los albaricoques, los geranios… Tienen esa extraña capacidad para sanar en cuestión de tres minutos.

A través de melodías imperecederas, el cantautor ha sabido conservar intacta nuestra infancia. Aquella que nos parece tan lejana, aunque resulta ahora tan añorada. Es un obrero de la palabra, un sastre de sentimientos. Nos ha radiografiado como ningún otro, lo que explica que sus composiciones nos sigan zarandeando con el brío de hace 25 años. A veces, duele escucharle. Y otras, fortalece. Por eso nos gusta tenerlo ahí. A mano. Por lo que pueda pasar.

Sacar la melancolía de los huesos es tan complicado como revelarse contra el destino. Y él no sólo ha sabido hacerlo, sino que además nos ha mostrado el camino.

Entre Atrapados en azul (1997) y Seremos (2021) hay tiempo a raudales. El mismo que todo lo cura. Y que mata. De ahí que la carrera de Ismael pueda ser entendida como una oda a una generación que se revolvió, que luchó, que se enamoró, que reflexionó, que vivió. Pues, al final, son las personas quienes marcan el momento. Él incluido. En ese sentido, su música es puro tuétano: hay algo en ella capaz de arrancar una lágrima a la par que un grito de esperanza.

Esa es su gran virtud: nos ha enseñado que siempre hay motivos para seguir avanzando.

El último disco de Ismael Serrano se llama 'Seremos' y fue lanzado el pasado 2021.

El último disco de Ismael Serrano se llama 'Seremos' y fue lanzado el pasado 2021. / ALBA VIGARAY

P. Esta semana, Harry Styles, Bad Bunny y Rosalía lideran las listas de ventas. Su música es bien distinta a la suya.

R. Es el signo de los tiempos. Rosalía es súper valiente. Su último disco alberga baladas increíbles. Cuando ella quiere, hace cosas con hondura. La parte que se conecta con el flamenco me parece interesante. Quizá, lo que menos me aporta es su juego con el trap. En cualquier caso, ella es un ejemplo de empoderamiento que puede resultar inspirador para otras mujeres. No obstante, esto me hace pensar qué premia el algoritmo y qué no.

P. Lleva un cuarto de siglo con la guitarra al hombro, ¿le ha costado mantener las promesas que se hizo al principio?

R. Las he cumplido en la medida que he sido fiel a mí mismo. Cuando empecé, pensaba que la industria era un territorio hostil y eso, en el fondo, hizo que me volviera impermeable. Me acoracé. Conforme he ido haciéndome mayor, me he dado cuenta de que esta actitud tiene una doble cara: por un lado, está genial porque te permite ser quien quieres; pero, por otro, el hermetismo no es bueno. Yo era un muchacho serio y arrogante que tuvo que pagar un coste. Los años me han vuelto más flexible y me han hecho entender que no tengo que estar constantemente en el centro del relato.

P. ¿Qué tienen los primeros cancioneros que siempre parecen insuperables?

R. Es algo que leo a menudo, pero no lo comparto. Yo creo que hago mejores temas con 48 que con 23 porque soy más exigente. Eso no quiere decir que no esté orgulloso de mi debut. Al contrario. Sin embargo, me gusta más lo que hago hoy porque me cuestiono más.

P. ¿Ha cambiado su forma de entender Papá, cuéntame otra vez?

R. Esta canción fue compuesta como un reproche de un hijo a su padre. El problema es que ahora el padre soy yo. Y eso lo cambia todo: desde que nació mi hija, me pregunto cuál es el relato generacional que hemos construido. Si te soy sincero, no tengo una respuesta clara. No sé si hemos sido capaces de hacerlo. Algo que los jóvenes sí están consiguiendo. Sobre todo, las mujeres: Rozalén, Vega, Ainoa Buitrago, Carmen Boza, Ede...

P. Ahora mueren en Bosnia los que morían en Vietnam”, recoge uno de los versos de esta canción. Viendo lo que está ocurriendo en Ucrania, ¿no hemos aprendido nada?

R. Lo que sucedió en los Balcanes fue un horror. Nos impactó muchísimo. Y lo peor es que estaba pasando aquí al lado. Con Ucrania nos está ocurriendo igual. De alguna manera, estos acontecimientos marcan el devenir de una época y suponen un cambio de paradigma.

P. ¿Por qué papá y no mamá?

R. Aunque el foco del relato lo poníamos en ellos, el mensaje también estaba dirigido hacia ellas. Aun así, es verdad que vivimos en un modelo patriarcal que, en cierto modo, influyó. Lo más probable es que eseMamá, cuéntame otra vez lo escriba mi hija.

P. ¿Con qué fin compone?

R. Para mí, la música es terapéutica. A veces, parece que los artistas somos personas con capacidades especiales, pero la realidad es que arrastramos taras: no sabemos convivir con la soledad y tenemos miedo al paso del tiempo. La necesidad que tenemos los músicos de canciones es mayor que en el resto porque en ellas se canalizan nuestros problemas.

P. Editó su primer elepé en 1997, rodeado de una gran crispación política. Algo similar a lo que ocurre en la actualidad.

R. La gran diferencia entre entonces y hoy es que se han roto bastantes consensos: hace años, por ejemplo, era impensable que alguien viniera y dijera que hay que sacar el Orgullo del centro de Madrid. Esa expresión tan clara de la homofobia era inconcebible. Hoy hay partidos que dicen que quieren revisar los libros de texto para determinar si se está adoctrinando a los alumnos. ¿Adoctrinar en qué sentido? ¿En cultura democrática, en diversidad, en derechos humanos…? ¿Decirle a un chico gay que lo que siente está bien es adoctrinar? Me hierve la sangre que lo duden cuando, en los colegios públicos, aún se sigue impartiendo religión católica. Es verdad que estas cosas existían antes, pero en la periferia. Ahora, en la competencia por el voto, se ha ido extendiendo. Y eso es muy peligroso.

P. El concepto de libertad tiene cada vez más tintes políticos, ¿no le parece?

R. Si se callase el ruido trata precisamente esta cuestión: “Nos hablan de libertades, agrietando con sus gritos su barniz de tolerantes”. Es todo apariencia. Es como cuando, para defender la educación segregada, te hablan de la libertad de elección. En eso consiste su batalla cultural: apropiarse de los significantes y darles su contenido. Un dato curioso lo encontramos en las últimas elecciones a la Comunidad de Madrid: la derecha representaba el gamberrismo y la izquierda era el orden. Esa alteración en los roles, que ha tenido un coste enorme, forma parte de una guerra que están ganando los primeros. Cuando ellos dicen que el Gobierno es ilegítimo dan a entender que está a un paso de ser ilegal y, si lo es, contra él cabe cualquier cosa.

P. Partiendo de este derecho, ¿le parece correcto el discurso de Santiago Abascal, Macarena Olona o Rocío Monasterio?

R. Tengo mis dudas sobre los límites de la libertad de expresión, no sé hasta qué punto las consecuencias tienen que ser penales. Una cosa son los delitos de odio, pero más allá... Yo creo que tiene que ver más con la reprobación a nivel público y con la responsabilidad de los medios. El dilema está en cómo recuperar los consensos que nos hacían entender que estas proclamas son algo obsceno que no caben en nuestro debate.

P. Quizá sea una buena forma de saber cuán peligrosos son.

R. Sí, pero eso da alas a según qué cosas. El lenguaje es performativo. Te pongo un ejemplo: en el momento en el que tú deshumanizas al Mena, lo siguiente es tratarle como si estuviera en una cárcel. Y, paso a paso, se pueden ir subiendo más escalones. Los grandes genocidios empezaron así.

P. ¿Somos una sociedad infantilizada?

R. En algún punto sí. El ciudadano tiene la capacidad de transformar las cosas y, si la elude, está actuando como un crío caprichoso. No obstante, el propio modelo que tenemos fomenta la sensación de que con un voto poco puedes conseguir. No tiene que ver tanto con la asunción de responsabilidad, sino con que nos han machado haciéndonos creer que no podemos hacer casi nada para cambiar nuestro futuro. Nos han negado el protagonismo. También sucede otra cosa: la izquierda está planteando su discurso con una falta de autoestima brutal, dando la batalla por perdida incluso cuando hay terrenos en disputa.

P. ¿A favor o en contra del regreso del Juan Carlos?

R. Hay hechos probados que indican que hubo comportamientos irregulares en lo que respecta a su patrimonio. Es evidente que no actuó ejemplarmente. Yo estoy encantado porque creo que éste es el camino más corto hacia la república. No le veo ningún sentido a una institución de la que no sé cuál es su actual beneficio. La Corona ya cumplió su función. Ahora toca seguir avanzando en el desarrollo democrático del país.

P. ¿Qué canción le dedicaría al rey emérito?

R. Soltar. En un tema muy sentimental, pero en este caso tomaremos el título en su literalidad: que suelte la pasta.

P. Sus recientes trabajos carecen de ese matiz político que tanto le caracteriza, ¿está harto?

R. Aparece, pero no de manera tan explícita. Últimamente, me planteo qué es lo que quiero contar. Y me he dado cuenta de que me gustaría componer una canción dedicada al sentimiento patriótico. Me apetece porque tenemos que tender a un nosotros en un contexto como éste. Si escuchas el Mediterráneo de Serrat, ese sentimiento está presente todo el rato. Cuando se habla del mar, en realidad, se está haciendo de nosotros. Es nuestra memoria colectiva. Incluso para los que somos de interior. Echo en falta ese sentido de comunidad.

P. Con las ideas tan claras, ¿por qué no ha dado el salto a la política?

R. Porque es ingratísima. Yo no entiendo de estrategia, acabaría diciendo cualquier cosa que no debería. Además, hay una cosa fundamental: si me dedicara a ella, tendría que preguntarle a mi mujer, mis hijos, mis padres, mis hermanos y mis amigos si les parece bien porque el coste personal que trae consigo es heavy. De repente, mi vida estaría sometida a un escrutinio salvaje y brutal.