VALENCIA
La vida resiste en un pueblo valenciano evacuado por Franco
Un centenar de personas habitan en Marines Viejo, el pueblo sobre el que cayeron 20 toneladas de roca y que Franco trasladó al término de Llíria, con nuevos pobladores que llegaron en los años 70 y tras la pandemia se han incrementado, con 10 niños censados
La magnitud de la ‘riuà’ de València, en octubre de 1957, eclipsó todo lo que el temporal causó a su alrededor. Entre ellos, las seis personas que murieron en Marines cuando la montaña se deshizo sobre la población vertiendo 20 toneladas de roca sobre las casas más cercanas al barranco. El Gobierno Civil de Franco ordenó evacuar el municipio y construyó -tras diez años- uno nuevo en el término municipal de Llíria, donde todos se mudaron a excepción de una familia. En los 70, las viviendas abandonadas se malvendieron a otras personas interesadas en residir en plena naturaleza y hoy, 50 años después, son casi un centenar los que residen de forma estable o intermitente en este pueblo enclavado en la Serra Calderona.
Es Marines ‘Viejo’ y la vida resiste en él. Elísabet Fernández es la portavoz de la asociación vecinal y matiza que no se destruyó todo el pueblo, solo la parte más cercana a la ladera y tras unas obras que realizaron en los años 80 los ‘nuevos pobladores’ para frenar nuevas avenidas, se volvió a dar de alta el municipio para que fuera habitable. Así, Marines se encontró con dos núcleos urbanos, el nuevo y el viejo, una característica que lo hace único en España.
Tras la pandemia, el número de habitantes ha crecido sustancialmente hasta llegar a los 100, entre los que hay una decena de niños y niñas y uno más en camino. "La vida se abre paso, hemos tenido un ‘boom’’ demográfico, es el renacer de Marines Viejo", dice Elísabet Fernández.
Precisamente para ensalzar este revivir, el sábado se organizó una concentración frente al ayuntamiento de Marines Viejo para visibilizarse ante la administración, que consideran que les ha olvidado. "La sensación es de dejadez, en cuando a limpieza urbana, gestión forestal o mantenimiento del patrimonio", dice, "y eso implica al ayuntamiento, pero también al Consell y al Arzobispado", matiza. Las obras se ralentizan, la recogida de residuos es semanal y las reparaciones van a cuentagotas. En este sentido, Fernández pide más recursos del ayuntamiento de Marines Nuevo precisamente porque cada vez existe "más comunidad" en el pueblo que un día tuvo que ser evacuado.
El 40 % de la inversión de Marines va al núcleo viejo
No es fácil la tarea de gobernar sobre dos núcleos urbanos. Lola Celda, alcaldesa de Marines tanto el Nuevo como el Viejo, explica que de los 100.000 euros de inversión anual que dispone el consistorio, 40.000 euros van a Marines Viejo. Celda explica que el presupuesto que manejan es muy bajo y los servicios básicos deben ser la prioridad.
Sin embargo, a preguntas de este diario explica que a Marines Viejo se han destinado 3,5 millones de euros en los últimos años con obras como la construcción de la depuradora, la eliminación del vertedero ilegal, el alumbrado público o las mejoras en el acceso. Además, "vamos a poner en marcha un albergue público para atraer a turistas y economía a este entorno".
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