COMUNIDAD VALENCIANA

El abuso del capital natural pone a la economía valenciana al borde del precipicio

La sobreexplotación de recursos como las canteras, los bosques, los bancos de peces, el suelo, el agua o el valor del paisaje y la dependencia de ellos pueden paralizar el crecimiento de la autonomía y abocarla a la "catástrofe", según un estudio

Las canteras, como esta del término municipal de Riba-roja, son uno de los componentes del capital natural de un territorio.

Las canteras, como esta del término municipal de Riba-roja, son uno de los componentes del capital natural de un territorio. / LEVANTE-EMV

Jordi Cuenca

La economía valenciana puede estar ante una «tragedia» o una «catástrofe» por la dependencia que su crecimiento tiene del denominado capital natural y la sobreexplotación del mismo. Esta es una de las principales conclusiones de El model de creixement econòmic valencià, un estudio recientemente editado por la Fundació Nexe y elaborado por los economistas de la Universitat de València José Ramón Ruiz-Tamarit, María José Murgui y Antonio Cubel.

Ante tamaña afirmación, la primera incógnita es precisar de qué estamos hablando cuando nos referimos a capital natural y muchas veces una imagen es la solución. Como explica gráficamente Ruiz-Tamarit, "el planeta Marte es naturaleza pero no capital natural porque no se usa en actividades humanas ni para producir ni para consumo". Entonces, ¿en qué consisten esos "servicios medioambientales"? Hay un sinfín. El petróleo o el gas son algunos de ellos, pero la Comunidad Valenciana carece de ellos. Sí tiene esta autonomía canteras, que nutren al azulejo castellonense y al sector inmobiliario, por ejemplo. Las explotación de bosques o los bancos de peces en el mar, que son un recurso renovable, pero también el suelo, que se utiliza "intensivamente" de manera especial en los 500 metros más próximos a la línea de costa, forman parte de ese capital natural, como el agua y sus diferentes usos: no es lo mismo destinarla a la agricultura que a la vida urbana. La forma de urbanizar el suelo en un territorio en el que la verticalidad y su mejor aprovechamiento de la superficie tienen su exponente en Benidorm, aunque a su alrededor y en todo el litoral priman las construcciones horizontales, es otro caso.

Valor del paisaje

Otro ejemplo es el valor paisajístico del capital natural: "Transformar un bosque en una cantera o en suelo agrícola da a ese terreno un plus de productividad pero perjudica su valor paisajístico. Es algo que debería tener en cuenta el sector turístico porque a la postre puede perjudicarle por la pérdida de turistas. Las emisiones de CO2, gratuitas hasta no hace mucho, o los vertederos naturales para residuos contaminantes de la producción también forman parte de ese capital".

Ruiz-Tamarit explica que en su libro los autores no se han querido decantar sobre cómo queda la Comunidad Valenciana en un debate teórico de largo recorrido, cual es el de la bendición o maldición que supone el uso más o menos intensivo del capital natural para un territorio. El segundo caso sería el de países que "exportan recursos naturales en abundancia" pero con tasas de crecimiento alejadas por lo bajo de aquellos otros que han desarrollado capital humano y tecnológico. El debate es intenso. Como explica someramente el experto, hay académicos que consideran que se puede hablar de bendición en el caso de Estados Unidos porque empezó a despegar en el siglo XIX por sus recursos naturales o de China, porque también inició su crecimiento a finales del siglo XX gracias a la misma palanca, en su caso con el traslado de población o a base de contaminar el territorio. En contraposición, la importación de plata y oro de América no sirvió a España para crear un modelo económico moderno sino para pagar a los tercios de diferentes países para mantener el imperio y para comprar manufacturas a otros Estados que acabaron industrializándose en detrimento de España.

¿Qué sucede con la Comunidad Valenciana? Ruiz-Tamarit afirma que no padece una maldición, que sí afecta a países como Arabia Saudi y Venezuela, con su monocultivo petrolero en contraposición con una Noruega que ha sabido diversificar la riqueza derivada de sus pozos de crudo. "Las exportaciones valencianas no son mayoritariamente de recursos naturales e invertimos en capital humano, pero tampoco podemos considerar el capital humano como una bendición porque la Comunidad Valenciana no tiene tasas de crecimiento superiores a otros territorios" en igualdad de condiciones.

Pese a todo, el economista asegura que la economía valenciana, de todos los tipos de capitales, se caracteriza por la explotación intensiva del natural, dado que "en el resto estamos por debajo de la media española, mientras que en uso del capital natural estamos por encima". En su opinión, sin embargo, esto es una "tragedia", porque este tipo de capital no es, como los otros, privado y excluyente. Un trabajador, como está en una empresa no puede a la vez estar empleado en otra y lo normal es que si consume un bocadillo no se lo coma al mismo tiempo otro.

El capital natural no se ha pagado en su mayoría por él. Es público y de acceso libre. Los agentes económicos "no tienen límites en su uso, lo que da lugar a la sobreexplotación. La consecuencia puede ser la catástrofe, que se agote el capital natural y el crecimiento llegue incluso a paralizarse". ¿Qué hacer? Ruiz-Tamarit propone invertir en capital específico empresarial, es decir patronos "capacitados para copiar y aplicar tecnologías que han inventado otros", e imponer una fiscalidad verde derivada del uso del capital natural para generar fondos públicos que ayuden a cambiar el modelo productivo.