CANARIAS

Un mes de incertidumbre entre la lava: "Trabajar ayuda a quitarte la presión, pero sientes frustración e impotencia"

La Palma llevan ya más de 30 días fuera de sus casas. Muchas de ellas ni siquiera saben si podrán regresar. Así es la nueva realidad de miles de afectados por la furia del volcán

"Trabajar ayuda a quitarte la presión, pero se siente desesperación, frustración e impotencia"

"Trabajar ayuda a quitarte la presión, pero se siente desesperación, frustración e impotencia"

christian afonso

El volcán de Cumbre Vieja vuelve a rugir de fondo después de haber dado una tregua durante la noche. Melanie y Yaiza esperan a sus hijos a las puertas del centro educativo que ha organizado Educación para que los menores que han perdido sus escuelas, o que se encuentran dentro de la zona de exclusión, puedan continuar con su formación.

Ambas escuchan al gigante con la incertidumbre de no saber cuánto más tendrán que hacerlo, y si sus casas sobrevivirán a los embates de la colada. Las suyas son dos de las muchas familias que abandonaron sus hogares hizo ayer 30 días, en los que han estado del tingo al tango con lo poco que lograron salvar in extremis. 

Tanto Yaiza como Melanie decidieron dejar sus casas atrás el primer día de la erupción. Aquel domingo, 19 de septiembre, nada más brotar de la tierra el magma que almacenaban las entrañas de La Palma, cogieron algo de sus pertenencias, poco realmente, y se alejaron del terror en forma de fuego que bajaba por las laderas.

La primera vivía en La Laguna, barrio que sufre el paso impasible de las coladas por sus calles tras rebasar la pequeña montaña que encontró a su paso. La segunda era de La Bombilla, de donde fue evacuada en un principio, para volver a serlo en las últimas semanas tras encontrar alojamiento en La Laguna.

También sufrió dos desalojos y un cambio de hotel en estos 30 días Aduen Lorenzo, quien ha sido trasladado del Hotel Princess, en Teneguía, al Hotel Valle Aridane, en Los Llanos, donde está escolarizada su hija de 12 años. Su familia también fue evacuada desde la primera noche de erupción por el peligro que suponía el avance previsible de la lava y, tras encontrar acomodo en casa de sus suegros, también se les desalojó por el peligro que entrañaba. En ese momento, sin más alternativa posible, se les llevó al hotel sureño, donde han estado hasta el martes. 

La vida de todas estas familias ha estado marcada en el último mes por el miedo y la incertidumbre, un cóctel difícil de sobrellevar. Con la emoción brotando de sus ojos, Yaiza, que espera un bebé, comentó que decidieron irse desde el primer día por su estado de gestación y por su hija pequeña, de apenas tres años. Además, tuvieron que irse con sus padres, naturales de El Paraíso, el primer barrio devastado por la lava, y que se habían guarecido en casa de su hija. "Todo esto es una mezcla de sentimientos, tienes tristeza e incertidumbre por lo que puede pasar. Hasta ahora, la casa había aguantado, pero parece que el volcán ahora quiere atacar La Laguna", lamentó. 

Con la vuelta al cole de su pequeña, la normalidad se ha recuperado al menos un ápice en la familia, sobre todo porque la niña estaba triste "porque echaba de menos su casita". Además, se había adaptado muy bien al cole en sus primeros diez días de clase en Todoque, centro ya sepultado por las coladas, antes de que Educación decidiera suspender las lecciones en los municipios más afectados.

Peluches y muñecas

Durante este tiempo, tuvieron la oportunidad de regresar a la vivienda para llevarse algunas pertenencias que necesitaban o que tenían un gran valor sentimental. "Ella quería cogerlo todo, pero le dijimos que solo aquello que le gustara más: cogió una muñeca, unas herramientas que tenía y sus peluches", relató su madre con una tímida sonrisa asomando a su cara.

Por su parte, Melanie señaló lo difícil que resulta tratar de pasar página cuando "ves, oyes, sientes el volcán cada día". Su casa en La Bombilla permanece intacta, lejos, en principio, del cauce que ha hecho la lava para desembocar en el mar. La primera noche, en medio de la sorpresa por la apertura de la primera boca eruptiva, cogieron unas pocas pertenencias y su marido, sus tres hijos y ella misma se marcharon. Aquella primera noche, recordó, cerraron los ojos, "porque no se puede decir que dormimos", en su propio coche.

 Ya al día siguiente fueron acogidos en La Laguna, donde 11 personas compartieron una casa de la que, poco después también les evacuarían por el caprichoso avance de la nueva colada. Ahora, unos conocidos les han prestado una vivienda en El Paso, pero no saben hasta cuándo podrán seguir haciendo uso de ella. Y es que, criticó, hay personas que se aprovechan de la situación: "No podemos irnos de alquiler, no tanto porque los precios hayan subido, sino porque piden mucha fianza, un desembolso previo demasiado grande para poderlo costear". 

Melanie tiene tres hijos en edades distintas: una de cinco años, otro de 13 años y la mayor tiene 16. Cada uno de ellos, aseveró, está viviendo esta situación de una manera distinta, pero entre todos existe incertidumbre y miedo por lo que podría pasar. "A mi hija pequeña le preguntaron el primer día de clase por sus sentimientos, y dijo que tenía miedo de perder su casa, o de morirse", matizó la mujer, quien pese a todo sigue viendo cierto optimismo, sobre todo por las muestras de solidaridad que se han visto durante todo este tiempo desde todas las partes del planeta. Sin embargo, sí que demandó que, pese a ello, lo que necesitan realmente muchas de esas familias es una casa en la que poder seguir haciendo vida normal después de que el volcán decida apagarse.

Quedarse sin nada

La casa de Aduen Lorenzo y su familia sí que fue arrasada por la lava a su paso a través de la carretera de la costa, cerca de la zona conocida como Las Norias. Ahora, sin un techo donde dormir una vez pase todo el caos volcánico, se pregunta qué será de su familia. El martes, con la intención de que el instituto en el que estudia su hija le quede más cerca, fueron trasladados del Hotel La Palma & Teneguía Princess, donde se hospedaba estas semanas, al Hotel Valle Aridane, en pleno casco de Los Llanos.

Solo tiene palabras de agradecimiento para el personal de ambos establecimientos y para la Cruz Roja: "En Fuencaliente, prepararon actividades de ocio para los niños y nos trataron muy bien", aseguró. Y, al mismo tiempo, criticó a quienes creen que se encuentran "de vacaciones" por hospedarse en un complejo turístico: "Les cambiaría el sitio sin pensarlo"

Frustración y optimismo

"Trabajar ayuda a quitarte la presión que tienes por la situación", añadió el hombre a la puerta del hotel llanense, el que será su nuevo alojamiento hasta que encuentren una solución a su familia. Pese a que reconoció sentir "frustración, desesperación e impotencia" por lo que les está tocando vivir, también se mostró optimista porque "toca seguir adelante", ya que "la naturaleza siempre ha evolucionado y cambiado, y el ser humano se ha adaptado".

Estos 30 días, Cruz Roja ha atendido a unos 2.600 evacuados. El coordinador de todo el dispositivo, Miguel Ángel Reyes, detalló que la entidad ha repartido ayudas a través de tarjetas monedero, así como más de 3 millones en donaciones, pero también se ha encargado de gestionar el albergue de muchas de esas personas. Actualmente, bajo su amparo se encuentran alrededor de 220 personas en el Hotel La Palma & Teneguía Princess, y casi 40 en el Hotel Valle Aridane. Treinta días después de que el volcán escupiera los primeros materiales, lejos de apagarse, la lava cubre cada vez más terreno.