EMPRENDEDORES ARAGONESES

Metaverso, neurociencia y tecnología, así es el nuevo tejido empresarial de Aragón

La región necesita arrancar el motor del emprendimiento de una vez por todas y seguir la estela de casos de éxito como BitBrain, Libelium, Imascono y Nyxell

Cristina Bentué, fundadora de IriusRisk, en la sede ubicada en el parque tecnológico Walqa.

Cristina Bentué, fundadora de IriusRisk, en la sede ubicada en el parque tecnológico Walqa.

9
Se lee en minutos

Permítame una pequeña confidencia que suele escucharse en los corrillos de los eventos empresariales de por aquí: Aragón no se cree lo que tiene. Será por el carácter reservado de estas tierras o por el escaso ruido que resuena puertas afuera, pero hay una generación de nuevos emprendedores empeñada en cambiar el rumbo del mundo económico aragonés. Hay cantera, pero lo tiene complicado, pues el porcentaje de aragoneses con intención de emprender en los próximos tres años es del 6,5%, la segunda tasa más baja de toda España. El metaverso, la neurotecnología y el acercamiento del mundo digital a los más mayores son solo algunas de las ideas surgidas en las mentes de jóvenes aragoneses.

"Hay gente potente y mucho talento, pero el porcentaje de los que se lanzan a la piscina es pequeño. Nos falta empuje para conseguir lo más importante: competir por marca más que por precio, porque el precio es lo que buscan todos en este mundo globalizado y nosotros debemos apostar por diferenciación y calidad". Lo dice María López, fundadora y CEO de BitBrain, una de las empresas que, a punto de cumplir 15 años, se ha labrado un pedigrí entre las más innovadoras de la comunidad.

Llegar a la gente

Tras participar en un proyecto de la Universidad de Zaragoza, López se decidió a crear un brazo empresarial para acercar la neurociencia y la neurotecnología a la gente corriente. "La investigación no se puede quedar cogiendo polvo en el cajón: debe llegar a la sociedad. Lo que hacemos es, entre otras cosas, diseñar algoritmos para decodificar la información del cerebro y analizar el comportamiento de las señales que emite", explica.

"Ahora estamos muy centrados en llevar la investigación al sector de la salud. Lo más potente que hemos hecho recientemente ha sido desarrollar la primera tecnología textil que mide las señales cerebrales. Es como una cinta de tenis que sirve para elaborar diagnósticos del sueño o análisis sobre enfermedades degenerativas como la demencia", detalla la fundadora. Hoy cuenta con más de 60 empleados entre doctores universitarios, psicólogos, médicos e ingenieros, y cerró 2023 con una facturación de cuatro millones de euros, de los que invirtió la mayor parte. "Es lo que necesitamos para llegar a casa de la gente, que es nuestro objetivo. No queremos enviar solo nuestras investigaciones a las universidades", remata López. 

IriusRisk, la compañía nacida en Jaca que levanta murallas ante los vándalos de internet

Jaca tiene una ciudadela. Sirvió como fortaleza desde que Felipe II la mandó construir en el siglo XVI para defenderse de ataques, sublevaciones y ofensivas. Hace tiempo que la ciudad pirenaica no las vive, sobre todo porque las amenazas se han diversificado y ahora pululan más por el océano de internet. Curiosamente, es allí donde se han afincado los fundadores de IriusRisk, una empresa aragonesa con sede en el parque tecnológico Walqa, en Huesca, especializada en ciberseguridad y que ideó en 2015 un programa para detectar las vulnerabilidades ante los criminales de la red. Hoy cuentan con un equipo de 180 trabajadores diseminados por todo el mundo gracias a una operativa cien por cien en remoto y tienen entre sus clientes a ocho de las cien compañías que más facturan del mundo. La firma se hizo conocida por ser una de las pioneras en aplicar la semana laboral de cuatro días para minimizar la rotación de sus empleados.


La aragonesa Cristina Bentué y su pareja, Stephen de Vries, trabajaban para una consultoría en Londres. Ella desarrollaba informes para start-ups y él se ganaba la vida como hacker ético: un buscador de agujeros en el software de los programas por el que se cuelan los cibercriminales que avisa a las empresas de las amenazas. "Las empresas contrataban los análisis de ciberseguridad una vez habían terminado el desarrollo del programa. Era como terminar la construcción de una casa y después comprobar que los cimientos estaban bien colocados", explica Bentué. No tenía sentido, sobre todo porque se reproducían patrones de errores, pero el problema estaba en que el hacker y los analistas tenían que sentarse durante horas y horas para realizar un análisis concienzudo.


Una tarde de viernes, tomando una copa de vino, se iluminó la bombilla. "¿Y si este trabajo lo pudiera hacer un programa?", le preguntó Bentué a su pareja. "No tardarán en hacerlo", le contestó. "¿Y si lo hacemos nosotros?", remató la aragonesa. Había un vacío en el mercado y tenían que aprovecharlo. Elaboraron un plan de negocio y se lo presentaron a la consultora Corsaire, para la que trabajaban en Londres. La empresa dijo que no les compraba la idea, escudándose en que suponía tirar piedras contra su propio modelo de negocio. 


El revés no pudo con el famoso tesón aragonés. Como la vida en la City era inasumible mientras desarrollaban el proyecto, volvieron a casa. Compraron una parcelita en Montesa, una localidad próxima a Barbastro en la que solo vivía una familia, y se construyeron una cabaña de 47 metros cuadrados. Allí cultivaron un huerto, instalaron placas solares y vivieron un año para que la semilla de IriusRisk germinara. "Solo pagábamos el recibo de internet", ríe la fundadora de la compañía, que recuerda el "temor de todas las mañanas" por si algún gigante tecnológico lanzaba un producto similar al que estaban preparando. No ocurrió, y cuando aún estaba en una fase beta, el departamento de innovación del BBVA se metió en la start-up para impulsar el proyecto. Desde entonces han levantado tres rondas de inversión (35 millones en las dos últimas) que han permitido disparar la facturación en un 80% cada año.


IriusRisk destaca también por haber implementado la semana laboral de cuatro días en su organización. "La introducimos porque una start-up no puede competir en salarios con un gran banco, así que propusimos este modelo y tenemos una rotación cercana al 0% en los últimos años", asegura Bentué a tenor de uno de los grandes males del sector informático, donde el robo de talento entre empresas está a la orden del día.


El próximo "salto cuántico" está en la inteligencia artificial, que ha abierto un nuevo capítulo el mundo digital "y será una revolución similar a la de internet", vaticina la cofundadora. Ahora el reto es consolidar el trabajo ejecutado e incrementar poco a poco la cartera de clientes de esta ‘ciudadela’ digital construida en Huesca.


El caso de BitBrain revela que la anticipación es clave para el desarrollo de su negocio, y eso rezuma también Imascono, la start-up que ya hablaba de metaverso y realidad aumentada una década antes de la explosión de la inteligencia artificial. La compañía nació de las manos de dos veinteañeros, Peter Lozano y Héctor Paz, en 2011, cuando los vientos digitales no acompañaban del todo. "Nadie hablaba del metaverso hace 10 años, pero tiramos de esa testarudez aragonesa y de algo de piel camaleónica para sobrevivir en los tiempos de vacas flacas. Nos hemos preparado una pista de despegue para subir ahora a la ola", cuenta el primero, uno de los rostros más conocidos entre los jóvenes empresarios.

El estudio cuenta con un equipo de aproximadamente 30 trabajadores y cerró 2023 con una facturación que ronda los dos millones de euros. Fue el covid y el confinamiento lo que impulsó el fenómeno digital. "Como sociedad, en cinco meses evolucionamos lo que hubiéramos tardado cinco años en progresar", resume el fundador y co-CEO de la compañía. La promoción de Imascono despertó el interés de Telefónica, que llegó incluso a anunciar durante su Metaverse Day en septiembre de 2022 la adquisición de la start-up aragonesa. La compañía iba a quedar integrada en la estructura de la multinacional tecnológica, pero el acuerdo se rompió a última hora. «Estuvo a punto de formalizarse, es cierto, pero no se cerró. Aún así, indica que estamos en el buen camino y que tenemos una posición negociadora fuerte», explica Lozano.

El faro del PIB

La industria tecnológica está llamada a ser el nuevo sector del automóvil o porcino de Aragón, faro del PIB autonómico, gracias a centros de datos y a empresas emergentes. Unas de las primeras fue Libelium, mil veces premiada gracias a los sensores inalámbricos para las nuevas ciudades inteligentes que ideó la ingeniera informática zaragozana Alicia Asín. Hoy están presentes en 120 países, incluido Japón, donde sus detectores de radiación ayudaron a recabar información sin mediación humana tras el desastre de Fukushima.

"2023 era demasiado importante y urgente para Libelium. El mercado del IoT [internet de las cosas en sus siglas en inglés] vive una gran oportunidad de crecimiento como proveedor de soluciones para la sostenibilidad que el planeta nos exige. Sin embargo, el mercado está muy fragmentado y muchas empresas perecerán por el camino por fusiones, adquisiciones o bancarrota. Tenemos los pies en el suelo y queremos un crecimiento sostenible que nos afiance como líderes en el mercado", apunta Asín, que subraya que el dato es «un nuevo lenguaje universal" para tener conversaciones abiertas entre administradores públicos, ciudadanía y empresas".

En octubre se cumplieron tres años desde que el zaragozano Jorge Terreu decidió hacerle un regalo a su abuela Maximiliana: un smartphone simplificado dedicado al uso de personas mayores para que pudiera contactar por videollamada con su nieto. La idea fraguó una start-up a la que puso el nombre de su abuela, hoy consolidada con 2.000 terminales activos suscritos al servicio, lo que elevó la firma de la jovencísima compañía a cerca de 700.000 euros en 2023. 

La casualidad quiso que lo que había sido un regalo para su abuela saliera un día por la radio. Y el teléfono sonó. Un inversor, exdirector de banca de inversión en el Santander, quería invertir a título personal. Lo hizo y proyectaron la meta de alcanzar las 500 líneas activas a tres años. La start-up, en la que hoy trabajan 10 jóvenes, supera la cifra con holgura mientras busca diversificar el negocio, desarrollando un producto complementario que tendrá forma de pulsera y que servirá para comunicar emergencias.

Noticias relacionadas

Si en Maximiliana buscan facilitarle la vida digital a los más mayores, en Nyxell apostaron por los jóvenes. La idea era básica: acabar con la tediosa labor de comprar las entradas de la discoteca a los relaciones públicas para evitar filas de madrugada a las puertas de los pubs. Javier Castaño (CPO), Guillermo Alonso (CEO) y Asier Isasi (co-CEO) han creado el marketplace más famoso entre los fiesteros gracias a una app donde están disponibles las entradas de las salas de fiesta más importantes de Zaragoza.

En Nyxell sabían que tenían que instalarse en Salou, destino preferente del verano de los aragoneses, sobre todo entre el público preuniversitario. Hoy cuentan con 20 empleados para afianzarse en localidades como Badajoz, Granada y Las Palmas de Gran Canaria, donde Nyxell empieza a ser un protagonista de la noche. También hay espacio para los sectores más tradicionales, como los juegos de mesa. TCG Factory, una compañía fundada en 2015 por David Magallón en Tarazona, exporta sus productos a países como México, Chile o Colombia, lo que le ha permitido convertir una facturación de 1,5 millones en 2021 en los 8,5 millones en 2023. "Hemos firmado un contrato con un producto de Disney y el objetivo para este año es alcanzar entre 16 y 20 millones", cuenta Magallón, uno más de esta nueva generación de empresarios que pisa el acelerador en Aragón.