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Bendita tensión, la de Barcelona en Sant Jordi

El 23 de abril en Catalunya es una catarsis con la literatura, los autores, los libreros y el mundo editorial en general

Una pareja se besa en las calles de Barcelona el día de Sant Jordi el año pasado

Una pareja se besa en las calles de Barcelona el día de Sant Jordi el año pasado / Jordi Otix

Sant Jordi en Catalunya es una catarsis con la literatura, los autores, los libreros y el mundo editorial en general. Hay que vivirlo para entenderlo. El ritmo de las ciudades, de la ciudad, en el caso de Barcelona, se desacelera. No se anda por las calles de la misma forma.

Por un lado, están las librerías, grandes y pequeñas, que sacan sus novedades a la acera para pillar al comprador. Por otro, los grupos de gente joven, estudiantes de medicina, de derecho, de ingenierías, que sitúan sus cubos repletos de rosas en mesas improvisadas en las aceras, convirtiéndolo todo en un maravilloso espectáculo de lentitud, de pasos pausados, que utiliza la mirada para engullirlo todo con placer y parsimonia.

Si focalizamos nuestro objetivo en Barcelona, descubrimos que la ciudad queda colapsada. La palabra colapso es suave. Por ello, parece razonable que la Cambra de Comerç, que agrupa a los gremios de editores, libreros y distribuidores, haya decidido cobrar la utilización del espacio público, sólo en el centro. Con ello quiero decir que las pequeñas librerías de barrio no tendrán que abonar nada.

Un Sant Jordi supone para una librería las ventas de tres meses. Son los propios libreros los que han reconocido que les sale a cuenta contribuir con un pago, que irá entre los 96 y 500 euros. La cantidad, que se supone recaudará la Cambra, llegará a los 45.000 euros. Pocas librerías han manifestado su rechazo, lo que demuestra que la decisión estuvo bien tomada.

Para las principales avenidas comerciales, como el Passeig de Gràcia, es un estrés. ¡Pero qué tensión más agradable! Pasear, escoger y comprar un libro. La gloria. Feliz Sant Jordi