MISCELÁNEA

He venido a hablar de Sant Jordi: Patrici Tixis

Más de un millón y medio de libros y seis millones de rosas se intercambiarán de manos el día 23

Patrici Tixis, presidente del Gremio de Editores de Cataluña

Patrici Tixis, presidente del Gremio de Editores de Cataluña / EP

Patrici Tixis

Todo empezó en la segunda década del siglo pasado. Estados Unidos vivía la fiebre de los locos años veinte, Europa se estaba recuperando todavía de la enorme deuda que había generado la Primera Guerra Mundial y España pretendía pasar página tras la pérdida de las últimas colonias.

Un grupo de intelectuales españoles liberales, agrupados en torno a la Generación del 14, intentaban europeizar la cultura española y eran la expresión de la renovación y la vanguardia literaria y artística. A los nombres de Ortega y Gasset, Azorín, Juan Ramón Jiménez o Gómez de la Serna, se unieron otros como Eugeni d’Ors o Josep Carner, grandes referentes literarios del movimiento Noucentista en Catalunya, defensores de la modernidad e impulsores de la lengua y la cultura catalanas.

En esta época en la que España vivía una convulsa situación política con el golpe de Estado dado por el Capitán General de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, Vicent Clavel, un joven y avispado editor valenciano afincado en Barcelona, propuso a la junta directiva de la Cambra del Llibre de Catalunya que presidía Gustavo Gili, que sería interesante  convencer al gobierno español de la necesidad de declarar un día anual del libro para que la lectura se extendiera a nuevas capas de la población y contribuyera al desarrollo del conjunto del país.

Día del libro

Desconocemos los entresijos de esta negociación, pero el caso es que tiempo después, en 1926, la dictadura de Miguel Primo de Rivera promulgaba un decreto, sancionado por el Rey Alfonso XIII, en el que se determinaba que el día 7 de octubre sería el día del libro en toda España, fecha en la que se suponía que había nacido el gran precursor de la novela moderna, Miguel de Cervantes.

La celebración se mantuvo con escaso éxito hasta 1930 aunque cuentan que hubo experiencias interesantes de algunos libreros que durante la Exposición Universal de 1929 en Barcelona decidieron exponer sus novedades en la calle para llamar la atención de los visitantes.

Fue el Ministerio de Instrucción Pública, esta vez de la dictablanda de Dámaso Berenguer, quien hizo caso a las peticiones de los inquietos editores y libreros para mover la fecha al 23 de abril, día en el que se conmemoraba la muerte de Miguel de Cervantes.

La convulsa vida política de aquellos tiempos hizo que el primer día del libro de Sant Jordi en 1931 acabara celebrándose bajo la bandera de la Segunda República, proclamada justo nueve días antes.

Inicios titubeantes

Después de unos inicios titubeantes, la nueva fecha acabó cuajando, sobre todo en Catalunya. Y es que coincidió, además, con una tradición centenaria que se remontaba al siglo XV cuando el Palau de la Generalitat albergaba la feria de las rosas en la que novios, prometidos y parejas jóvenes se las regalaban para dejar testimonio de su amor.

Desde entonces, el día de Sant Jordi no ha dejado de crecer y crecer superando todas las dificultades. El próximo domingo vamos a volver a vivir una de las jornadas más hermosas del calendario en la que los libros y las rosas inundarán las calles de la gran mayoría de los pueblos y ciudades de Catalunya. Y en la que todos saldremos en busca de este libro que nos está esperando.

"La famosa lista de los libros más vendidos en Sant Jordi apenas supone el 5% de los libros que se venden durante esa jornada"

Porque, desengáñense, la famosa lista de los libros más vendidos ese día apenas supone el 5% de los libros que se venden durante la jornada. Más de un millón y medio de libros y seis millones de rosas se intercambiarán de manos, miles de escritores tendrán la oportunidad de conectar directamente con sus lectores y vivir uno de los momentos más fascinantes cuando el lector se encuentra cara a cara con el autor para que se lo dedique.

En época de sociedades líquidas, donde hay poco tiempo para la reflexión y el debate público está dominado por la simplificación de conceptos, los libros y la lectura son un soplo de aire fresco, que aportan serenidad, solidez, pluralidad y diversidad.

Sociedades lectoras

Los libros nos abren la mente, nos estimulan la imaginación, nos ayudan a comprender nuestro entorno, nos permiten aprender de las experiencias de los demás y vivir otras vidas. Los libros nos acompañan en momentos de soledad, nos hacen reír y llorar, nos dan soluciones y nos provocan dudas, nos aportan nuevos puntos de vista, nos enloquecen, nos apasionan, nos calman y nos hacen un poco más sabios.

"Lean mucho, que los libros siguen siendo el mejor remedio para preservar nuestro sistema inmune"

Nos permiten conectar con las generaciones pasadas y transmitir nuestro conocimiento a las que vienen… Por eso no es de extrañar que las sociedades más prósperas y con mayor capacidad para desarrollarse sean las sociedades más lectoras. Me atrevería a decir que el libro es, junto con la rueda, uno de los mejores inventos de la historia de la humanidad.

Decía Borges, con gran acierto, que “de los diversos objetos inventados por el hombre el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación.”

Pasen y lean… lean mucho, que los libros siguen siendo el mejor remedio para preservar nuestro sistema inmune.