10 AÑOS DE LA MUERTE DE EUGENIO TRÍAS

He venido a hablar de mi padre: David Trías

Mi padre tenía un espíritu cívico, cosmopolita y europeísta, y no quiso vivir al margen, se ocupó y preocupó por la cultura, la educación y el rol de la política en todas sus dimensiones

El filósofo Eugenio Trías

El filósofo Eugenio Trías / EFE

David Trías

Inevitablemente el calendario nos marca y esculpe. Nos recuerda e invoca. El día que naciste, el día del libro, los cumpleaños, las nocheviejas, tu primer beso, el día que murió tu padre.

Fechas señaladas, mi padre diría que “tatuadas”.  Porqué lo son: fechas del calendario que tatúan nuestra biografía, que la erosionan y cicatrizan. ¿Cómo no te va a marcar la muerte de tu padre? ¿Cómo no recordar, en toda su fantasmal dimensión, lo que ocurrió aquel 10 de febrero de 2013?

Para él era importante que se divulgara su obra y pensamiento tanto en el ámbito académico como en el cultural y periodístico. Eso nos pidió. No por vanidad sino como gesto con los estudiosos de la filosofía e interesados en conocer o profundizar en su ambiciosa obra. Tal era su insaciable curiosidad y su metafísica inteligencia que solo le importaba todo, como dijo una vez Ángel Gabilondo. Que nuestro país y nuestra empobrecida cultura es muy desmemoriada, nos insistía. ¿Qué fue de Zubiri?, preguntaba. ¿Qué fue de Aranguren?

Galaxia Gutenberg se ha ido ocupando en mantener vivo el catálogo de sus títulos, algo que agradecemos y valoramos de corazón. En Debolsillo se reeditan sin parar tres de sus libros canónicos: Lo bello y lo siniestro, Tratado de la pasión y La edad del espíritu.  Los escritores escriben para ser leídos, para eso estamos los editores, pese a las amenazas y a la sobreexcitación que vive nuestra maltrecha cultura. El CEFET – Centro de Estudios Filosóficos Eugenio Trías, de la Universidad Pompeu i Fabra- se creó en 2015 para fomentar la investigación y difusión de su pensamiento.

Cedimos su biblioteca y su archivo personal, con sus más de 300 libretas donde lo anotaba “todo”. Juntos hemos impulsado el premio de Ensayo Eugenio Trías, que ha obtenido en su primera convocatoria la singular, heterodoxa y muy sugerente obra de Agustín Fernandez Mallo, La forma de la multitud, que presentaremos en Madrid en la Biblioteca Eugenio Trías, la biblioteca del abuelo, del Parque del Retiro.

Se ha editado también un libro con una interesantísima selección de entrevistas llevada a cabo por Francesc Arroyo -lo que disfrutaba mi padre conversando: te preguntaba y te sentías atendido, hablaba y se escuchaba- cuya lectura es tremendamente sugestiva para adentrarse, a través de su voz, en su propia obra.

Por otro lado, en abril los editores de Solaris publicarán un libro, Visiones del abismo, sobre su relación con el cine.  Así que podemos decir con orgullo que su legado filosófico -siempre estableciendo puentes con otras disciplinas como el cine o la música- sigue estando, afortunadamente, muy vivo.

MI PADRE

Mi padre y sus inevitables signos de interrogación, mi padre y sus (prolongadísimos y matutinos) baños, su estruendosa risa, sus libros, música, películas, libretas y, cómo no, su ocasional Lagavulin antes de cenar. Mi padre y su amor por Elena, su madre, hermanos, hijastro, sobrinos, amigos y colegas. Mi padre como abuelo e incluso, también, mi padre como padre.

Mi padre y su espíritu cívico, cosmopolita y europeísta, que no quiso vivir al margen, que se ocupó y preocupó por la cultura, la educación y el rol de la política en todas sus dimensiones. Que reflexionó sobre la esencia de la vida, la condición fronteriza del ser, la vida y la muerte, la ética y la estética, el amor y la pasión; en definitiva, sobre todo lo que nos produce vértigo y asombro.

Este vértigo que te recuerda que tu padre murió hace diez años y que -inevitable calendario- estás escribiendo sobre él rodeado de libretas mientras suena, jovial y enérgico, el Septimino de Beethoven.