Tú y yo somos tres
La crítica de Monegal: Caso Sancho: no somos jueces, pero lo parecemos
Los que han podido entrar en el juicio han señalado que Sancho, en efecto, apareció atado de pies y manos con grilletes
Ferran Monegal
Y en vista de que ningún medio puede acceder a la sala del juicio y grabar con cámaras lo que allí sucede, en el programa ‘Código 10’ (Cuatro) colocaron de pronto en el plató una recreación virtual de Daniel Sancho, un maniquí, un muñeco, cargado de cadenas.
Los que han podido entrar en el juicio han señalado que Sancho, en efecto, apareció atado de pies y manos con grilletes. Si ahora resalto este golpe de atrezo de ‘Código 10’ no es porque sea una rareza. Es para advertir que los televidentes ya nos hemos acostumbrado a que la tele nos presente los sucesos en clave de impacto. ‘Si no damos espectáculo ¡no hay audiencia!’ es el lema que impera desde hace tiempo. El caso de Daniel Sancho, al ser juzgado en Tailandia, adquiere prismas novedosos en la tele. Los programas no solo tienden a transformarse en juicios paralelos: en este caso también impulsan a la audiencia a tomar partido. Las normas judiciales en Tailandia, tan diferentes a las de aquí, provocan extrañeza en los platós. Y el relato televisivo sobre aquel sistema jurídico condiciona la opinión de la audiencia. Nos convierten en jueces. Jueces desde el sofá. Jueces tan ignorantes como domésticos.
La plataforma HBO Max, en vista de la atracción que concita este caso, ha preparado una serie documental. Acaba de colgar el primer episodio, llamado ‘Capítulo cero’. Es una larga entrevista a Rodolfo Sancho, el padre de Daniel. Nos advierten, al inicio, que los próximos capítulos los ofrecerán cuando se haya dictado sentencia. Es una medida prudente. Mientras el caso esté ‘sub iudice’, si todas los programas guardasen silencio, evitaríamos ese delirante espectáculo de la tele repartiendo a todo quisque diplomas de jueces. No obstante, lanzando ahora 50 minutos con el padre de Daniel –y vídeos familiares del abuelo Sancho Gracia, el hijo Rodolfo y el nieto Daniel cuando era bebé– la prudencia que pretende HBO se tambalea. Decía Rodolfo Sancho, en defensa de su hijo: "Hubo una pelea, y en esa pelea hubo un accidente". En el breve minutaje que le dedicaron a la hermana de la víctima, escuchamos otra versión. No desea pena de muerte. Desea cadena perpetua. "Para que tenga todo el tiempo que Dios le dé de vida para pensar en lo que hizo. No solo descuartizó a mi hermano, descuartizó a una familia". Dicen que a mediados de mayo el juez de Tailandia dictará sentencia. Temo las sesiones que, entre tanto, nos ofrecerá la tele.
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