Tú y yo somos tres
La crítica de Monegal: Pedrito Ruiz sueña con estadios de fútbol llenos de poetas
Un público entusiasmado grita a pleno pulmón: "¡Vivan los libros!"
Cuando Pedrito Ruiz debutó en TVE, a primeros de los años 70, triunfó en el programa ‘Estudio Estadio’ manejando ‘la moviola’. Era un artilugio por aquel entonces muy moderno. Pedrito accionaba una palanca o manivela, hacia atrás y hacia delante, y nos repetía los más celebrados lances balompédicos de la jornada liguera.
Cincuenta y un años después nos enseña en el programa que acaba de estrenar en La 1 de TVE (‘ Nada del otro mundo’) que su actual ilusión, utopía o quimera es que en los estadios deportivos, la gente, en lugar de ir a ver fútbol, vaya a ver poetas. Un público entusiasmado grita a pleno pulmón: "¡Vivan los libros!". En ‘El chiringuito’ de Pedrerol discuten apasionadamente sobre la poética de don Francisco de Quevedo y Villegas. Y Pedrito, desparramado por el césped, señala la tribuna principal de autoridades y dice que Joan Laporta, y su cuadro directivo, están recitando ‘El Cantar de Mio Cid’, entero, ¡y en español!
¡Ahh! No ha concitado el interés de la audiencia este regreso de Pedrito a TVE. Apenas un 5,7% de cuota de pantalla. Lo lamento. Estos ‘sketches’ irónicos y metafóricos no son ‘antiguallas viejunas’ como algunos modernos consideran. Son ejercicios televisivamente primitivos, en eso estoy de acuerdo. Pero precisamente por eso tienen valor e interés. Por su rareza. Hoy no se hace este tipo de tele. Y no lo digo como reproche. Pedrito ha devenido con el tiempo en un ‘naïf’ socarrón, una especie de mezcla de Pepito Grillo y Profesor Franz de Copenhague del 'TBO'. Y de repente también con la boina de ‘Crónicas de un pueblo’.
Comenzó el programa saliendo de un sarcófago, como un zombi. Decía que quería saber cómo era el mundo ahora. Pues lo primero que ha aprendido es que el mundo es otra cosa distinta de cuando él salía desnudo, en 1986, dedicándole la canción ‘¡No me quites más! (‘Ne me quitte pas’) al ministro de Hacienda Miguel Boyer en protesta por cómo le estaba dejando en pelotas con tantos impuestos.
Regresa un Pedrito declarando que ahora son tiempos de reconciliación. O sea, un programa de humor blanco. Y al final llega una enfermera y se lo lleva al hospital donde le espera la intubación y el respirador artificial para seguir viviendo. Se despide diciéndonos: "Todos nos moriremos, pero al menos no lo hagamos enfadados". La audiencia debería tomar nota, y concederle su atención.
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