VOLUNTARIOS

Las 2.715 manos tendidas de Cruz Roja en Canarias

Los voluntarios de la oenegé llenan de humanidad la acogida de los migrantes que arriban a las islas

"Llegan con las miradas perdidas", lamenta Ysabel Morilla, voluntaria del Equipo de Respuesta Inmediata en Emergencias

Khadjetou Matalla e Ysabel Morilla, en las sede de Cruz Roja en el Puerto de Las Palmas.

Khadjetou Matalla e Ysabel Morilla, en las sede de Cruz Roja en el Puerto de Las Palmas. / JUAN CASTRO

Las primeras sonrisas y las primeras manos tendidas que ven los migrantes al llegar a Canarias son las de los voluntarios de Cruz Roja. Les esperan a pie de muelle con mantas, ropa seca, bebidas calientes, comida y empatía. Mucha empatía. Khadjetou Matalla Samba e Ysabel Morilla Naranjo son dos de las 2.715 personas que forman parte del Equipo de Respuesta Inmediata en Emergencias (ERIE), que entra en acción desde que Salvamento Marítimo desembarca a los migrantes o llegan a tierra por sus propios medios a bordo de barquillas precarias. Además de las primeras atenciones básicas, los voluntarios de Cruz Roja –que celebró esta semana su 150 aniversario en las Islas– brindan un apoyo integral a los recién llegados. Arriban exhaustos, desorientados y con una mezcla de alivio y temor en sus rostros. Khadjetou e Ysabel les dan la bienvenida con calidez, ofreciéndoles un soporte emocional invaluable.

"Los recibimos con la mayor dignidad posible y los tratamos como personas, porque son hijos de, nietos de y hermanos de. Son personas, no son un número", señala Khadjetou, quien como mediadora se convierte en la primera persona que escucha el relato que hacen los migrantes sobre la peligrosa travesía de la ruta canaria. Esta voluntaria habla español, árabe, francés y un poco de wolof, lo que facilita la comunicación con los migrantes. "Llegan con una dosis de adrenalina, pero no comprenden muy bien a dónde vinieron a parar. Lo primero que hacemos ubicarles y decirles qué día es. Cuando se les enfría la sangre y son conscientes de que llegaron a tierra, algunos se alegran por haber llegado vivos y otros se deprimen al no poder estar con sus familiares y desconocer qué les depara el futuro", detalla esta voluntaria de 28 años, que desarrolla su carrera profesional en un centro de menores migrantes.

"Son hijos de, nietos de y hermanos de. No son números, son personas", señala Khadjetou Matalla

A través de pequeños gestos, un abrazo o una palabra de aliento, los voluntarios ayudan a restablecer a los recién llegados. A Ysabel no le hace falta hablar idiomas para comunicarse con ellos. "Hay un lenguaje universal que entendemos todos. Cuando los ayudamos a cambiarse, a ducharse o les damos de comer se genera un vínculo. Muchos permanecen en silencio debido al shock de la travesía, pero otros te bendicen a ti y a toda tu familia. Para entender su alegría solo hace falta verles las caras", relata esta estudiante de Derecho de 26 años, que lleva más de un año recibiendo migrantes.

Violaciones y mutilaciones

Para Khadjetou e Ysabel, cada día en el muelle es un recordatorio de la fragilidad de la vida y la importancia de la solidaridad. "Te marca ver tan de cerca que no todos tenemos las mismas oportunidades y que hay tanta injusticia, tanta necesidad y tanta tragedia", apunta Khadjetou, quien reconoce que los peores momentos los viven cuando hay personas sin vida en las embarcaciones, porque algunos llegan junto a sus familiares, "que están rotos y hay que atenderlos y arroparlos». Cuando desembarcan, describe Ysabel, "tienen las miradas perdidas, se pierden en el infinito". Ni siquiera son capaces de responder a las preguntas que les hacen los voluntarios para saber qué necesitan y cómo se encuentran. Algunos repiten "no me lo creo, no me lo creo", pues no dan crédito a su hazaña de haber sobrevivido a la ruta canaria.

Las historias de las mujeres son las que más impactan emocionalmente a los voluntarios

Los perfiles más vulnerables son los de las mujeres y los niños. Khadjetou reconoce que "es muy duro" escuchar las historias de las mujeres, porque algunas llegan con los genitales mutilados y muchas son violadas durante el trayecto a pie o en los días de espera antes de subir a la barquilla y llegan embarazadas como fruto de esa agresión. Ysabel señala que es habitual que algunas aborten durante la travesía, algo que le impacto emocionalmente la primera vez que tuvo que ayudar en un caso así. "Nos preparan para todo, pero me quede en shock", rememora.

Cuando les informan de que vienen niños o bebés en las barquillas rescatadas, la tensión entre los voluntarios es máxima y los nervios se ponen a flor de piel. "Una vez en tierra, se te pegan, te abrazan y ya no te quieren soltar", detalla Khadjetou, quien apunta que es doloroso pensar en lo que han tenido que pasar, pero es muy bonito verles jugar y reírse con sus madres mientras les dan un baño. Sin embargo, los sentimientos son diferentes ante los menores que llegan sin la compañía de un familiar, pues es muy duro ver que les tienen que separar de los adultos con los que han generado un vínculo durante el tránsito migratorio. 

"Me ha cambiado la vida"

La generosa entrega de los voluntarios tiene una recompensa que va mucho más allá de lo material. "Me ha ayudado a abrir los ojos y a ser consciente de la realidad que viven estas personas. Ya la conoces, pero verlo en primera persona lo cambia mucho", aclara la estudiante de Derecho. Por su parte, Khadjetou sostiene que ella "no lo cambiaría por nada" y añade que trabajar como voluntaria en Cruz Roja es una de las mejores decisiones de su vida. "Mi familia pensaba que me iba a afectar emocionalmente, porque soy una persona muy empática, pero para mí ha sido una ayuda. Esto es como un búmeran, yo les ofrezco ayuda y ellos me la dan a mí. Me ha cambiado la vida", concluye. 

Sin espacio en Arguineguín

Cruz Roja está a la espera desde hace meses de que Puertos Canarios le de respuesta a su petición de ampliar sus instalaciones dentro de la zona delimitada de emergencia en el muelle de Arguineguín. Los módulos instalados tienen capacidad para atender a 40 personas como máximo. Cuando llegan embarcaciones con más ocupantes, que suele ser lo más habitual, la oenegé se ve obligada a montar carpas auxiliares para poder ofrecer asistencia humanitaria. Actualmente hay instalados cinco contenedores y Cruz Roja ha solicitado ampliar a trece. La alcaldesa de Mogán, Onalia Bueno, ha solicitado sacar de su municipio los servicios para atender migrantes. | I. D.