Agresión sexual

Las otras víctimas de los agresores sexuales de Badalona: "No lo denuncias porque sabes que las familias van a ir a por ti"

Los niños sobre las violaciones: "A las niñas les gusta lo que pasó"

Samara, Jennifer, Rocío y Laura (nombres ficticios), el pasado jueves en un parque del barrio de la Salut de Badalona.

Samara, Jennifer, Rocío y Laura (nombres ficticios), el pasado jueves en un parque del barrio de la Salut de Badalona. / LAURA GUERRERO

No pueden más. Se han criado entre el miedo, la vergüenza y unas ansias de libertad pisoteadas día a día. Pero esta vez han dicho basta. Las ocho víctimas que han denunciado agresiones sexuales cometidas por grupos de menores en Badalona han sorprendido a Samara, Jennifer, Rocío y Laura, cuatro adolescentes criadas en el barrio Sant Roc. No por lo que ha ocurrido. Sino porque estas menores hayan tenido la valentía de denunciarlo. Ellas fueron incapaces de dar el paso, reflexionan sentadas en un banco del barrio de La Salut. Por eso deciden hablar con El Periódico, de Prensa Ibérica, y sacarlo todo.

"Esto no viene de estos niños, esto lleva pasando toda la vida. Es su estilo de vida. Pero el problema es que estas familias son muy poderosas y te pueden hacer de todo", dice entre lágrimas Samara, aludiendo a parte de la comunidad gitana del barrio, a la que pertenecen la mayoría de los 21 investigados por las violaciones grupales, según han explicado a este diario otros menores que los conocen.

Desde que tenían 10 años llevan aguantando los insultos de "chupapollas", "puta" y demás sandeces. Dentro del instituto y fuera. Gestos obscenos a diario. Mensajes de Instagram, que corren por la red, exponiendo sus caras y contando mentiras. "Van diciendo que nos hemos follado a todo el barrio". "A ver, ¿por qué no puedo ir así? ¿Por qué me tienen que llamar todo esto? ¿Por qué yo y mi cuerpo no somos libres?", se pregunta.

Samara no puede dejar de llorar. Sobre todo al hablar, con voz entrecortada, de lo que ocurrió hace tres años, en 2020. Ella tenía 14. "Nos invitaron a mí y a Jennifer a una fiesta que montaban en la casa de uno: nosotras éramos tontas, estábamos aburridas y fuimos". No hay que olvidar que estaban vigentes las restricciones por la pandemia. Pero cuando entraron en la vivienda se dieron cuenta de que la atracción de la fiesta eran ellas. "Había 30 niños, algunos más mayores, otros más pequeños que nosotras".

El relato es de terror. "Nos obligaron a sentarnos en el sofá, a punta de navaja. Cerraron la puerta con llave", cuenta. Los niños se desabrocharon el pantalón, se bajaron las bragueta, les enseñaron los genitales. "Y nos dijeron que o se la chupábamos a todos o no salíamos de allí", explica entre lágrimas. Su amiga la abraza. "Nosotras empezamos a chillar, a dar golpes, a correr por la casa, a aporrear la puerta... de todo, hermana, hicimos de todo", sigue Jennifer. Y al fin escaparon.

Hablan de ello como de un secuestro. Es una de tantas. A una amiga, relata Samara, le pegaron por negarse a hacer una felación a su novio y a un amigo de este. Ha huido a Tarragona.

"El barrio está podrido"

Pero nada de esto consta en los archivos policiales. Nadie ha dado el paso de denunciar lo ocurrido. "¿Cómo quieres que lo hagamos? Estas familias son muy importantes, son muy poderosas.... te amedrentan. Van a ir por ti. Se pueden presentar en tu casa, amenazar a tus padres... no les frena nada ni nadie. Yo solo quería escapar de todo esto. El barrio está podrido", se queja Samara. Sus amigas asienten. Hablan de una ley del silencio que ha imperado durante décadas.

Adolescentes como los que las acorralaron son los que ahora han sembrado el terror en Badalona, copando horas de noticias y tertulias. "Todo el mundo está en plan flipando, pero esto lleva ocurriendo toda la vida", sigue Samara.

¿Ellos quiénes son? ¿Les conocéis? "Son los padres, son los hermanos... Los niños se han criado así. Es su estilo de vida. A mí me tocaban el culo en el parque cada día y los padres les aplaudían. Es esto lo que está pasando en Badalona, lo que está pasando en el Màgic", continúan Samara y sus amigas. Según su relato, los insultos, las amenazas... todo estaba normalizado. "Es lo que nos tocaba, por putas... por libres".

Se quejan de que ahora que las víctimas han decidido dar un paso al frente, denunciar y poner nombre y apellidos a todo esto, los agresores, la mayoría menores, sigan por el barrio. Ellas los ven a diario. "Si actúan como adultos, que paguen como adultos", reclama la chica.

También las víctimas de estas agresiones más recientes se han topado con sus agresores por la calle, confirma Teresa Prados, madre de una de las niñas agredidas e impulsora del comité de madres de Badalona 'No esteu soles'. "Mi hija ya ha aprendido que si les ve tiene que llamar a los Mossos. Intenta salir lo mínimo de casa... Claro que está dificultando su proceso", relata.

Las adolescentes de Sant Roc saben, al igual que todo el barrio, que se han montado fiestas para recibir a los agresores: se celebró especialmente el día en que uno de ellos salió de un centro de menores. Dicen que no hay ni pizca de arrepentimiento en ellos. Una afirmación que comparten los directores de los institutos a los que acudían.