ENTREVISTA

Iñigo Mijangos: “Confío en que la extrema derecha sea una ola pasajera”

Iñigo Mijangos

Iñigo Mijangos / JAVI JULIO | SMH

Sergio R. Viñas

Iñigo Mijangos es presidente de Salvamento Marítimo Humanitario, ONG dedicada a atender a las víctimas de la crisis de migrantes y refugiados en el Mediterráneo. En esta entrevista con EL PERIÓDICO DE ESPAÑA expone las dificultades a las que todavía se enfrenta desarrollando su labor altruista y fija la mirada en un futuro cargado de optimismo, sin obviar los defectos que a su juicio todavía tienen las sociedades vasca y española.

¿Sigue faltando empatía con las personas que ustedes rescatan en el Mediterráneo?

Es importante llegar al corazón de la gente y que los ciudadanos empaticemos con esas personas, claro, pero por delante de eso debe estar el estricto cumplimiento de las normas que nos hemos dado. En Europa estamos cacareando a diario que somos la cuna de la democracia y de los derechos fundamentales y damos lecciones a otros países y gobiernos, mientras se están incumpliendo las normas más elementales de la Humanidad. Los ciudadanos deberían reclamar activamente cuando los Estados no cumplen con sus propias normas y ahí es donde nos queremos mover, en la sensibilización para la transformación social, para despertar esas conciencias y que la gente sea consciente de todo lo que se está haciendo en su nombre. 

¿Confía en que su labor ya no sea necesaria dentro de una década?

No, de hecho no creo que llegue a vivir ese momento. Es el mismo ejemplo que el de las mujeres que hace muchísimos años empezaron reclamando derechos y muchas de ellas no lo vieron, pero a fuerza de tenacidad y persistencia hubo otras que recogieron el testigo para avanzar hacia una sociedad como la actual, aunque aún quede mucho recorrido. Con los derechos de los inmigrantes y las personas desplazadas pasará algo similar con el tiempo. Son los olvidados de los olvidados y creo que no llegaré a ver grandes avances, pero hay que seguir peleando para que quizá en 50 años algo empiece a cambiar.

¿Todos los políticos son iguales?

Hay una agenda europea, o incluso global, del mundo neoliberal, en la que priman siempre los intereses económicos y el mantra de la defensa de Europa. Nos justifican, bajo el argumento de la seguridad, la transgresión de ciertas líneas rojas para aceptar que se puedan incumplir los derechos humanos. Aunque debo decir que en el País Vasco hay una sensibilidad especial, con declaraciones institucionales muy amplias a favor de la acogida de migrantes y refugiados. Y hay un hecho objetivo: la necesidad urgente de un cambio generacional en las fábricas y las infraestructuras. Si no se facilita la entrada de personas al mercado laboral, va a haber un problema. Hay que ponerse las pilas en los próximos años y eso no se resuelve con políticas de natalidad, tenemos que ser mucho más ágiles.

¿Considera que la llegada de inmigrantes tiene importancia para el desarrollo económico del país?

El argumento fundamental, obvio, evidente y que vale por sí solo es el estricto cumplimiento de los derechos humanos y el tratamiento humanitario a las personas desplazadas. Pero es que además esa realidad es obvia y nos va a aplastar. Se necesita que entre mano de obra cualificada o con capacidad para serlo. El Gobierno vasco, por ejemplo, lo está viendo muy claro.

Euskadi fue un referente de la violencia muchos años y espero que ahora lo sea de hacer la paz"

Sobre Euskadi, ¿cuánto falta para que las heridas del terrorismo sanen definitivamente?

Se ha recorrido ya un camino importante por parte de los colectivos que en su día lo veían más normalizado. A mí en parte me ha pasado, en su día vivíamos la violencia de ETA como algo normal, porque abría todos los días los informativos, y nos poníamos de perfil. Hoy, todos nos avergonzamos o nos sentimos más o menos responsables de aquella situación y es una lección de la que tenemos que aprender. Aún costará, tendrán que pasar generaciones, pero ya se ha andado un camino importante.

¿Cuáles cree que son los principales retos del País Vasco en la próxima década?

Creo que Euskadi es una sociedad moderna, dinámica, viva, plural... Me gustaría que siga siendo así y que siga creciendo y trabajando en la paz. Durante tiempo fuimos un referente de violencia y me gustaría que ahora lo fuéramos de aprender a hacer la paz. No sé si de perdonarnos, quizá no se pueda llegar a perdonar, pero sí de entendernos entre nosotros y de activar mecanismos para que esa violencia nunca se vuelva a repetir. Aprender a convivir. 

¿Qué espera de la España de 2030?

Será una sociedad mixta en la que tendremos que aprender a convivir con otras culturas y religiones. Ahora mismo hay un repunte de la extrema derecha que confío en que sea una ola pasajera que ya no exista en 2030. La gente es suficientemente madura para lograrlo. Y también sería deseable, aunque dudo que pase, que hubiese un avance en las clases dirigentes para que pasemos de esta política de bajos fondos y de réditos electorales a una con visión de Estado que gobernara de cara a los ciudadanos. La sociedad ha avanzado muchísimo, claro, pero los políticos se han quedado estancados, viviendo de espaldas al pueblo desde hace 150 años, desde la Primera República.

¿Cree que España será una sociedad mejor en 2030?

Sí, quiero pensar que viviremos en un país mejor del que tenemos hoy. Vamos aprendiendo y mejorando, somos más cultos, percibo que cada vez hay un mayor nivel de solidaridad y de acercamiento entre las personas... Quiero tener una visión positiva. Si no, ¿qué esperanza nos queda?