DOCUSERIE

El thriller de la Torre Windsor y el día en que murió un rascacielos

Una docuserie revisa claves e incógnitas del incendio del icónico edificio madrileño, con testimonios del entorno de los arquitectos Genaro Alas y Pedro Casariego

La Torre Windsor, envuelta en llamas.

La Torre Windsor, envuelta en llamas.

A. Rubiera / J. M. Freire

Durante décadas fue un rascacielos icónico del cielo de Madrid. Era la Torre Windsor. Dicen que el corazón de las empresas del Ibex-35. Pero acabó convertida en cenizas y dejó, además de humo, muchas interrogantes abiertas. ¿Cómo y por qué acabó calcinada la Torre Windsor? ¿Fue un accidente o se trató de un sabotaje? A estas y otras preguntas han tratado de dar respuesta los creadores de 'La maldición del Windsor' (estrenada este mes en HBO Max), una docuserie de cuatro episodios que explora todos los pormenores conocidos del aparatoso siniestro y la galaxia de teorías y leyendas urbanas que 18 años después siguen nutriendo el imaginario colectivo, la cultura pop nacional a costa de un edificio que fue santo y seña de la capital de España.

Una torre cuyo proyecto salió del estudio de dos arquitectos con vinculación asturiana, Pedro Casariego y Genaro Alas. El primero, ovetense de nacimiento, arquitecto y pintor, hijo del también arquitecto Francisco Casariego. El otro, su compañero de Facultad, nieto del hermano mayor de Clarín.

La torre Windsor, calcinándose.

La torre Windsor, calcinándose.

Raül Calàbria (director y guionista) y Víctor Morilla (productor ejecutivo y responsable de argumento y desarrollo del proyecto) no querían descartar nada ni a nadie y quedarse con una sola versión del pavoroso incendio que dejó una profunda cicatriz durante años en el corazón financiero de Madrid. Por eso la serie cuenta con los testimonios de bomberos que participaron en el intento de extinción (incluyendo el primero en entrar, J. A. Gómez Milara) y que abandonaron el edificio antes de que se desplomara. De los periodistas que lo dejaron todo para cubrir el caso y que le han dado continuidad. De los peritos que investigaron las causas del inicio de las llamas. Del abogado que grabó las famosas siluetas aparecidas a altas horas de la noche.

También hablan para la cámara compañeros y colaboradores de Sariego y Alas –ambos ya fallecidos–, además de Juan Casariego, hijo del ovetense y arquitecto como su padre. Nadie les resta el mérito de haber diseñado la torre, de 106 metros de altura en 32 plantas, exponente de una arquitectura racionalista y realizada con enorme rigor, como destacan los expertos. Tan bien construida que pese a ser devorada por las llamas, se mantuvo sin desplomarse, lo que evitó el riesgo añadido que habría tenido el devastador fuego. La docuserie incluye, también, el testimonio de un parapsicólogo y un psicólogo experto en conspiranoia, que de todo hubo y hay en torno al fuego del Windsor.

Fue en la noche del 12 de febrero de 2005 cuando una imagen sobrecogedora mantuvo en vilo a toda España: la Torre Windsor ardía. Ecos incómodos de la catástrofe del 11S y, sin mirar tan lejos, con el trauma reciente del 11M.

Pese a todo, el visionado de "La maldición del Windsor" resulta bastante divertida a ojos de algunos cinéfilos. Al tratarse de un edificio de oficinas –albergaba la central española de la auditora Deloitte y trabajaban en su interior unas 1.200 personas– y no haber tenido que lamentar ninguna muerte, aunque algunos bomberos tuvieron que ser atendidos por inhalación de humo, "éticamente te puedes permitir el juego", dice Calàbria. El resultado es un ejemplo de "true crime" en el que la víctima es un edificio. Dentro de esa premisa, lo que se ve en la serie es una partida de Cluedo con un singular tablero: "El complejo financiero AZCA, donde se juntan en un mismo espacio el edificio que se quema, la sede del BBVA o la oficina del comisario Villarejo", añade Calàbria.

Fue en la planta 21 donde comenzó el incendio que se propagó rápidamente por los pisos superiores y que los bomberos tardaron 80 horas en dar por controlado. Todo sigue apuntando a una colilla mal apagada en una papelera como origen del desastre. ¿Accidente? ¿Sabotaje?, se repite varias veces en el documental para que responda el silencio. Porque la serie recuerda por qué algunas personas no se conforman con ese simple descuido como explicación. Y es que hay demasiados elementos interesantes en juego.

"Esta historia permite reflexionar sobre un montón de cosas de la historia reciente de este país", explica Morilla. "Desde una familia de millonarios nacida en el franquismo (los Reyzábal, con Juan Reyzábal Delgado al frente, dueños de un imperio inmobiliario cuya guinda era la Torre Windsor, aunque antes de todo su imperio se construyó con negocios vinculados al cine y al ocio nocturno) hasta un presunto complot bancario. Se teorizó sobre si el incendio fue provocado para eliminar unos documentos clave para una investigación en marcha de Deloitte sobre FG Valores, la sociedad de Bolsa de Francisco González, pasando por mucha paranoia y conspiranoia, con fantasmas incluidos", añade.

De la víctima –o sea, del edificio– y de la calcinación de un sueño arquitectónico en la España del desarrollismo hablan los cercanos. Como Miguel Ángel Rodríguez Torices, que fue uno de los arquitectos técnicos colaboradores del equipo Alas-Casariego. A ellos les recuerda así en el documental: "Pedro Casariego era muy afable y muy exquisito en el diseño, demostraba el gusto por el orden de las cosas; a Genaro Alas le encantaban las matemáticas, era muy cuadriculado, muy buen arquitecto también, una pareja profesional que por eso duró tantos años". Se complementaban y "siempre han sido puestos de ejemplo como esos primeros equipos de arquitectos que funcionaron bien".

"Un encargo impresionante"

Ignacio Ferrero
El arquitecto Genaro Alas.

El arquitecto Genaro Alas.

Apunta algo más Juan Casariego, hijo de Pedro. "Para el estudio de mi padre el Windsor fue el cumplimiento de un anhelo porque por entonces en España no se hacían torres". También rememora que "a mis hermanos y a mí nos gustaba mucho pasar por allí y a mi padre, sobre todo, le gustaba el momento de la puesta del sol en Madrid con la torre refulgiendo. Ahí, en ese momento, sí que tenía una característica distinta al resto de edificios de la zona, con el sol reflejando en tonos dorados en sus cristales".

Del momento del incendio el más expresivo es Ignacio Ferrero. "Me dejó destrozado. Para mí fue como si me hubiera muerto un hijo, algo tremendo. Explicar sentimientos es muy difícil, pero solo hay que imaginar que es la obra de tu vida la que se te quema, y eso te deja angustiado y no te lo acabas de creer".

Miguel Ángel Torices acudió el día del incendio a intentar servir de ayuda a los bomberos, por su conocimiento del edificio. Reconoce en el documental que su interés y el trabajo que determinaron hacer los bomberos "no coincidió en los enfoques". Se quemó el edificio y en Madrid ya no quedan restos de aquella torre que para Torices fue una gran ilusión profesional ya que "no todos los técnicos tenemos la suerte de hacer un rascacielos. Mientras estuvo de pie era un orgullo para mí decirle a mis hijos: ‘Mirad, eso lo ha hecho tu padre’".

Juan Casariego recuerda cómo sus hermanos "me preguntaban –dada su condición de arquitecto– cómo era posible que eso hubiera ocurrido y yo intentaba dar explicaciones técnicas. Luego ya empezaron a surgir hipótesis periodísticas diversas". Y peregrinas. Lo dicho: la tesis oficial la recuerda el documental. "Se quemó, dicen, por una colilla mal apagada". ¿Accidente? ¿Sabotaje?