MEDIO AMBIENTE

La científica Ursula Höfle, sobre la expansión de la gripe aviar: "Es una catástrofe ecológica y nadie le hace caso"

Veterinaria del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos-CSIC, su trabajo incluye la ecología de enfermedades compartidas entre aves silvestres, animales domésticos y humanos como la influenza aviar

Ursula Höfle, investigadora y experta en gripe aviar

Ursula Höfle, investigadora y experta en gripe aviar / CEDIDA

Nieves Salinas

Nieves Salinas

Cuando EL PERIÓDICO DE ESPAÑA contacta con Ursula Höfle -considerada una de las mayores expertas en gripe aviar en nuestro país, veterinaria e investigadora del IREC (Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos-CSIC), de la Universidad de Castilla-La Mancha-, está en el campo, en plena faena, con un pájaro. Se disculpa con enorme amabilidad y se retoma la llamada rato después. Entonces, opina con calma sobre la alerta de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre el riesgo creciente de una pandemia debido a la transmisión del virus H5N1 a mamíferos -tras los casos ocurridos en granjas lecheras de Estados Unidos-, incluidos los humanos. "Llevamos siguiendo esto desde hace mucho tiempo. Es algo muy importante a lo que nadie hace caso. Era nuestro candidato a virus pandémico", afirma la investigadora.

Höfle, doctora por la Facultad de Veterinaria de la Justus-Liebig-Universität en Giessen, Alemania, es desde 2007 profesora e investigadora en el Grupo de Investigación en Sanidad y Biotecnología (SaBio) del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos, donde es responsable del área de enfermedades infecciosas de aves silvestres. Su investigación incluye la ecología de enfermedades compartidas entre aves silvestres, animales domésticos y humanos, como la influenza aviar o la fiebre del Nilo Occidental.

Además, estudia cómo el contacto con ambientes humanizados y el cambio climático afectan a enfermedades de importancia para la conservación de especies de aves silvestres comunes y amenazadas. Aunque la sede del IREC está en Ciudad Real, la investigadora explica que las muestras con las que trabaja su equipo proceden de numerosos lugares. "Actualmente, trabajamos en proyectos en Galicia (Islas Cíes), Portugal, Cádiz, Castilla-La Mancha, Marruecos y Grecia y colaboramos con muchos más", detalla.

Siempre alerta

La científica admite que siempre está alerta. Hace apenas unos días, la directora del departamento de Prevención y Preparación ante Epidemias y Pandemias de la OMS, María Van Kerkhove, aseguraba que, aunque ahora "la atención se centra sobre todo en Estados Unidos" -en marzo se supo que el virus se había expandido a vacas lecheras de varios estados de este país- con respecto a la gripe aviar, se está asistiendo a "una epizootia mundial", con una situación "preocupante" en la que se están viendo infecciones en nuevas especies como mamíferos marinos o terrestres, además de las aves silvestres o aves de corral.

Si se habla de España, la investigadora del IREC señala que "de momento", no hay incidencia en vacas. "Este año, la cosa está mucho más tranquila en Europa. Pero no significa que haya desaparecido. Estamos vigilantes porque, en aves acuáticas, hay casos esporádicos, pero de momento, al menos de las vacas, no sabemos nada. La única información viene del continente americano", apunta.

La punta del iceberg

P. La propagación del virus, tras lo sucedido en Estados Unidos, inquieta a la OMS. ¿Cómo lo vive usted?

R. Lo que realmente ha llevado a la OMS a emitir ese comunicado es el salto a la vaca lechera, pero llevamos siguiendo esto desde hace mucho tiempo. Es algo muy importante a lo que nadie hace caso. Estamos desde el invierno 2020/2021 con el virus H5N1. En aves silvestres, lleva dos años y pico de panzootia (término que se refiere a una propagación a gran escala de un patógeno en animales a través de continentes o incluso en todo el mundo, el equivalente en el mundo animal a pandemia en humanos). Sabemos de los millones de gallinas que se han tenido que sacrificar en granjas, pero, realmente, en aves silvestres, solo sabemos la punta del iceberg. A nivel de biodiversidad, es una catástrofe. Todavía no sabemos el impacto que va a tener.

"Cada especie que desaparece son genes que perdemos"

P. El miedo, claro, es que salte a los humanos.

R. Antes, ha habido casos en mamíferos, en gatos domésticos y en algún perro, pero lo importante ahora son las vacas, que nos pillan más cerca a nivel humano. Ese es el miedo. Que salte. Hasta ahora nos parece lejano. Porque, al ser aves, y silvestres, parece que no nos afecta demasiado. Pero en dos años este tipo de virus específico y tan patógeno, que nunca había estado, ha ido avanzando y conquistando continentes. El único continente no afectado hasta ahora es Oceanía.

P. ¿Cómo ha ido cambiando la enfermedad?

R. Es una enfermedad que aparecía en invierno. Ahora aparece todo el año. Ha cambiado y ha causado muerte a muchas especies e individuos. Algunas comunes, pero otras muy amenazadas, como una especie de pelícano -el ceñudo- en la que se ha muerto el 10% de la población mundial y el 60% de la colonia de cría más importante. Son especies que no tienen mucho margen de supervivencia. Y, al final, cada especie que desaparece, son genes y actuaciones ecológicas que perdemos y que puede ser importante. Por eso lo llamamos catástrofe ecológica. Porque hay muchas especies cuyo valor se aprecia cuando desaparecen, como pasó con los buitres leonados en Asia por una crisis causada por fármacos. En este tipo de ciclos, no sabemos qué puede pasar.

Un control estrecho

P. Científicos como usted piden un control veterinario más estrecho.

R. Pedimos que haya una vigilancia. En aves domésticas se hace un seguimiento muy estrecho, basado en serología y en pruebas moleculares para detectar el virus, pero se debe hacer en especies que, a priori, no tenemos en el radar como susceptibles y en aves silvestres, donde no hay una vigilancia continuada. Nos preocupa porque se pueden escapar muchos saltos. Porque, por un lado, son muchas veces las víctimas y, por otro, pueden ser la fuente de entrada, como ha pasado en las granjas de vacas de Estados Unidos. Otra cosa que pedimos es que se haga vigilancia regular y en todos los países. Aparentemente, no hay incidencia porque, como causa de enfermedad, no se ha observado, pero una vigilancia preventiva sería deseable. Por otra parte, que la información se comparta. Es muy importante. Ahora se ha compartido lo de las vacas y sabemos que el virus ha saltado en diciembre y no en marzo (cuando se conoció) y tres meses es mucho tiempo circulando.

P. ¿Cómo debería ser ese control?

R. Hay muchas formas de articularlo. Va todo relacionado. Al compartir la información, ahora sabemos que la transmisión es probablemente que sea por la leche y que se puede detectar si no está pasteurizada. Entonces, se puede dirigir la vigilancia a este tipo de establecimientos. Incluso un control ambiental, en zonas de ordeño, y una vigilancia basada en información científica real. Tener como un mínimo basado en la prevalencia, en la información que hay. Es la forma más efectiva para detectarlo. La vigilancia preventiva es verdad, consume recursos. Pero se puede acompasar. Se hacen bastantes análisis rutinarios, por ejemplo, para la tuberculosis bovina.

Siempre decimos lo mismo: este virus era realmente el candidato a pandémico. Es un poco lotería.

P. ¿Somos conscientes del riesgo que supone la expansión de la gripe aviar?

R. Tenemos la memoria muy corta, ha pasado el covid y parece que nos acordamos de algunas cosas, pero de otras no. Siempre decimos lo mismo: este virus era realmente el candidato a pandémico. Es un poco lotería. Hemos tenido suerte hasta ahora. Ha circulado tres años y no ha pasado. Ha saltado a mamíferos y no ha conseguido transmitirse bien, excepto en las granjas de visones y ahora, a las vacas. Parece que las mutaciones que hay hasta ahora de adaptación no son las más arriesgadas, pero eso puede cambiar.

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Crece la inquietud por la expansión de la gripe aviar / EPE

P. Vuelve a ser una lotería, ¿no?

R. Cuantas más transmisiones entre individuos, más posibilidades hay de que algún día salte la mutación que permita al virus transmitirse. Puede que haya perdido el efecto patógeno, es decir, que no sea tan letal. Pero eso es también una lotería. Las probabilidades al final son números. No hay que sobrestimar el riesgo. No tiene sentido matar todas las aves, pero hay que estar vigilantes y tener precaución.