SANIDAD

La vitamina C no puede con el resfriado

No está demostrado que su consumo reduzca las posibilidades de padecer una infección respiratoria ni de que la cure

Cítricos y pastillas de vitamina C.

Cítricos y pastillas de vitamina C. / Freepik

Con la llegada de la temporada de los resfriados y la gripe, se dispara la demanda de suplementos dietéticos de vitamina C (ácido ascórbico) con la idea de que reforzar las dosis diarias de este nutriente previene y alivia los síntomas de las afecciones respiratorias. La vitamina C es fundamental en una dieta saludable y tiene un papel reconocido en el mantenimiento del sistema inmune, pero sus beneficios a veces se exageran. Su consumo ni previene ni combate las infecciones víricas. Ni siquiera está demostrado que alivie sus síntomas.

La catedrática de Inmunología de la Universidad de Vigo (UVigo) África González explica que la vitamina C, al ser un agente antioxidante, puede ayudar a reducir la inflamación y a mantener bien las mucosas, pero no previene de desarrollar infecciones. “Se han hecho muchos estudios y no se ha concluido ni que cure, ni que proteja de sufrir resfriados”, sostiene la experta.

Jorge Cameselle, médico de atención primaria e investigador, señala que la vitamina C, que se encuentra de forma natural en muchos alimentos es, además de antioxidante, un cofactor esencial en numerosas reacciones enzimáticas, lo que contribuye a sintetizar correctamente el colágeno, la carnitina y los neuropéptidos, y también interviene en la regulación de la expresión de genes. Sin embargo, descarta su papel como agente preventivo y terapéutico. “De hecho, la Agencia Americana del Medicamento (FDA por sus siglas en inglés) la considera un nutriente y no un medicamento”, detalla.

El consumo de vitamina C ni previene ni combate las infecciones víricas. Ni siquiera está demostrado que alivie sus síntomas

La cantidad diaria recomendada de vitamina C es de 75 miligramos al día para las mujeres –85 mg durante el embarazo y hasta 120 mg en el periodo de lactancia– y 90 mg para los hombres. Una naranja o una ración de fresas, pimiento o brócoli aportan la dosis diaria necesaria de esta vitamina. Excederla no fortalece el estado de salud de una persona sana y bien alimentada. Esto se debe a que la vitamina C es hidrosoluble, por lo que el organismo expulsa su exceso en la orina.

“A aquellas personas con una nutrición poco variada y bajos niveles de vitamina C [una deficiencia grave puede provocar escorbuto, que causa anemia, sangrado de las encías, hematomas y mala cicatrización de heridas] podrían recomendarles suplementos. Pero si tenemos niveles normales, dar más no tiene efecto. Es como si tuviéramos un vaso lleno de agua: si echamos más, se saldrá del vaso”, explica África González.

Las personas que sufren de enfermedad renal no deben tomar suplementos de vitamina C, y aunque el resto de las personas pueden tolerar un exceso de este nutriente, sobrepasar su límite –2.000 mg al día–, puede provocar diarrea, náuseas, vómitos, acidez estomacal, calambres estomacales (abdominales) y dolor de cabeza, así como aumentar el riesgo de cálculos renales. Además, la vitamina C en concentraciones muy altas puede interferir con los resultados de los análisis de heces para detectar sangre oculta o de glucosa, e incluso restar eficacia a ciertos medicamentos como las estatinas para tratar el colesterol alto.

“La vitamina C se libera muy bien por orina, por lo que la que no se necesita se elimina muy fácilmente, pero siembre debemos asesorarnos por nuestro médico y evitar automedicarnos”, afirma la inmunóloga.

La mayoría de los suplementos multivitamínicos contienen vitamina C, aunque ésta también se puede adquirir sola, como suplemento dietético o combinada con otros nutrientes. En general, la vitamina C presente en estos suplementos dietéticos se encuentra en forma de ácido ascórbico, pero algunos contienen otras formas, como ascorbato de sodio, ascorbato de calcio, otros ascorbatos minerales y ácido ascórbico con bioflavonoides.

En cualquier caso, los expertos recomiendan tomar este nutriente a través de la dieta y evitar estos suplementos, consumiendo de forma regular durante todo el año –y no sólo en invierno– frutas y verduras como el tomate, la naranja, la fresa, el kiwi y el pimiento. “Lo ideal es tomarse un zumo de naranja en el desayuno todos los días, más importante aún si uno fuma o abusa del alcohol”, comenta Jorge Cameselle.

En su opinión, el problema es que, en general, la población consume poca frutas y verduras. “No se trata tanto de dar dosis masivas, algo que no aporta nada. La precaución es tomar las dosis necesarias diarias de vitamina C y eso se garantiza con una dieta equilibrada, incorporando el consumo diario de varias piezas de frutas y verduras al día”, insiste.

Por su parte, la inmunóloga afirma que para protegernos, lo más importante en invierno es no coger frío, sobre todo en la garganta, tener siempre bien hidratadas las mucosas, respirar por la nariz en vez de por la boca, hacer ejercicio regular, dormir entre seis y ocho horas diarias y evitar los excesos tan frecuentes en esta época del año.

La creencia de que la vitamina C previene el resfriado viene de lejos. Este nutriente se ha propuesto para el tratamiento de las infecciones respiratorias desde que fue aislado en los años treinta, aunque esta idea se afianzó en los años setenta del siglo XX con la publicación del libro 'La vitamina C y el resfriado común' del químico Linus Pauling.

El dos veces ganador del Premio Nobel promovió la idea de que dosis altas de vitamina C –3.000 mg al día–, eliminaban el resfriado común y combatían dolencias más graves como enfermedades cardiacas y cáncer. Pero las afirmaciones de Pauling sobre los beneficios de las megadosis de vitamina C nunca resistieron una investigación rigurosa. “Sus trabajos fueron poco rigurosos desde el punto de vista científico y sus conclusiones fueron, como mínimo, dudosas y poco creíbles”, dice el doctor Cameselle.

Durante la pandemia del COVID, también se estudiaron los efectos beneficiosos de esta vitamina frente al SARS-CoV-2. Los estudios no han demostrado que sirva para prevenir la infección por coronavirus o atenuar la gravedad de sus síntomas.

Según este médico, las redes sociales contribuyen no sólo a afianzar este tipo de bulos, sino a amplificarlos. “La facilidad que tienen las redes para divulgar afirmaciones pseudocientíficas, y con esto me refiero a recomendaciones sin aval científico, es un auténtico peligro porque se terminan dando por ciertas afirmaciones que no están contrastadas”, advierte.

El consumo de vitamina C también se asocia a beneficios frente a otros procesos, aunque sin evidencia científica. “Existen estudios contradictorios en relación a los efectos de la vitamina C a altas dosis. En los estudios in vitro parece que disminuye la proliferación celular en líneas celulares de algunos tipos de cáncer. Pero en estudios con animales o en seres humanos estos resultados no se han llegado a demostrar. Los ensayos clínicos no han pasado de las fases I o II y lo que han demostrado es que no es tóxico, se tolera bien. Queda alguna duda por si puede interferir con algún medicamento utilizado en oncología”, comenta el médico.