El Broncano menos famoso que recupera la España rural con "delicatessen musicales"

Daniel Broncano llega en AVE a Madrid. Se quita la mochila y la chaqueta y posa para el fotógrafo en las calles aledañas al Teatro Real, en un entorno muy diferente al lugar en el que desarrolla sus proyectos culturales. Se sienta en la terraza de una cafetería cercana para conversar y coge el servilletero. "¿Crees que la foto quedará bien si en las servilletas no pone 'gracias por su visita'?", bromea. El chascarrillo se mantiene unos segundos, hasta que se pone serio. Tiene que hablar de lo suyo.

Este mayo, entre el 24 y el 28, gestionará la décima edición del festival Música en Segura que creó en 2013 para "buscar oportunidades para mí y para amigos". Se inició como clarinetista -aunque él quería tocar el oboe- en una banda popular cuando tenía ocho años, unos meses después de sentir un "síndrome de Stendhal sonoro" al ver un concierto de música clásica cuando estaba veraneando con su familia en Galicia. Con los años, se mudó, primero, a Madrid y, después, a Londres, en 2009, para formarse. "Era una persona bastante intensa de pequeño, y lo sigo siendo ahora, así que puse todas mis energías en aprender a tocar ese instrumento", recalca.

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Fue precisamente en la capital británica, el lugar en el que "se me olvidó volver" a España durante unos años, donde se dio cuenta de que podía aportar algo a la música de otra manera, lejos de su clarinete. Veía cómo sus compañeros, "músicos muy emprendedores", montaban sus pequeños proyectos "aquí y allá, en Inglaterra, e incluso a veces fuera de Inglaterra, en Italia, en Francia, en Australia, donde fuese". Y recordó un sueño que tenía de niño: que alguien organizase un festival de música o de cine en el pueblo de al lado, en Segura de la Sierra.

"Esto de empezar a construir tus propias oportunidades es una iniciativa bastante habitual en artistas jóvenes. Lo hice sin saber que luego iría estableciendo mi carrera como gestor cultural", confiesa el impulsor de un festival que también nació con la vocación de "permitir el acceso cultural en una comarca rural que está lejos de todo esto". En esa esquina de Jaén, en la que "el cine más cercano está a una hora y 40 minutos, donde faltan trabajo y recursos y en la que la economía se basa fundamentalmente en el olivar y un poco en el turismo" crecieron él y su hermano, David Broncano. Los dos, en ámbitos diferentes, uno por vocación infantil y otro por más adulta, han terminado dedicándose al mundo de la cultura y han puesto Orcera, su pueblo, y la Sierra de Segura en el mapa. "Facilitar el acceso a la cultura era importante desde el principio", añade.

En un festival marcado por la "audacia" se pueden escuchar "delicatessen musicales", conceptos que "merecen ser escuchados con atención, que no son las habituales, que no son mainstream y que te hacen crecer la cabeza cuando se escuchan", describe Daniel Broncano. El cantaor Israel Fernández, la cantante portuguesa Carminho, el Cuarteto de Cremona, la Nederlands Blazers Ensemble o la Compañía Nacional de Danza son algunas de las apuestas de la edición de mayo. En noviembre, celebrarán otra, la undécima. Calcula que este año visitarán la sierra de Segura para ver estas actuaciones unas 12.000 personas, incluyendo a los escolares que asisten y los conciertos que organizan en tres residencias de mayores.

Daniel Broncano fantasea con "atracar el Banco de España" para poder costear las entradas de todos los festivales a los que quiere asistir. Se define como un "omnívoro" musical, un oyente de "mente abierta" que no rechazaría escuchar a Rosalía, a Shakira y al "1% de la música, la que aparece en el top 50 España de Spotify". Lo único que sus oídos no soportan es "la música suavita".

'Hermano de'

En casi cualquier entorno, Daniel es menos conocido que David, aunque el gestor cultural lo toma como "motivo de orgullo", porque considera que su hermano es "un tipo ultra talentoso". Pero en el círculo cultural en el que se mueve, habitado por profesionales que "vivimos en nuestro mundo", los papeles se han llegado a invertir y ha sido el presentador de La Resistencia el que ha sido denominado como 'el hermano de Boncano', de Daniel Broncano.

"Creo que en cierto momento sí que salía esta cuestión del 'hermano de', pero ahora se empieza a producir menos, porque yo tengo un espacio propio muy concreto, que es la música clásica y en la cultura en general", señala este promotor.

En 2018, organizó un evento mano a mano con el humorista en el que se fusionaron un recital de piano y coro con un monólogo, y que después dio lugar a dos temporadas de representaciones bajo el nombre de Duólogos. Tenían lugar en el Centro de Cultura Contemporánea Condeduque, y daban voz a un cómico y a una disciplina artística diferente en cada uno.

Conciertos en cementerios y fábricas de aceite

Su regreso a casa se ha producido "a medias". Cuando inauguró el festival, todavía vivía en Londres y ahora reside en Córdoba para desarrollar una de sus principales labores, la de gestor de la Orquesta de Córdoba. En Música en Segura, una de las claves es el juego con espacios de esta zona de Jaén que no fueron creados en un primer momento para escuchar recitales en ellos.

"Pasan inadvertidos o, a priori, no son espacios culturales", pero Daniel Broncano y su equipo han transformado en escenarios la fábrica de aceite, el castillo medieval, el solitario cementerio de Orcera o la era de la aldea de Moralejos. Esta última será el escenario de la actuación de la pianista Judith Jáuregui, que llevaba tiempo queriendo tocar en una pradera verde, aunque Israel Fernández o la Compañía Nacional de Danza acudirán al Teatro de Orcera. Refleja que "ha habido muchos lugares en España que han contado con grandes auditorios e instalaciones culturales, porque ha habido hasta esta inversión en ladrillo, que tiene una parte muy buena", como es el acercamiento a la cultura.

En Música en Segura el personal es escaso. El festival cuenta con un equipo "muy ligero" a propósito, comenta el promotor, y en su estructura, que describe como "muy eficiente", no tiene a ningún trabajador permanente. Ni siquiera él mismo.