El PSOE busca darle la vuelta al plebiscito del PP en las europeas y aglutinar el voto progresista

Los socialistas alientan la idea de que si consiguen situarse por encima del PP se cuestionará el liderazgo de Feijóo en Génova

Con el perfil de la vicepresidenta Teresa Ribera como cabeza de lista se intentan arañar apoyos en el espacio a la izquierda del PSOE, pero también evitar fugas en el centro

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a la vicepresidenta tercera y candidata del PSOE en las europeas, Teresa Ribera, durante un acto de precampaña.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a la vicepresidenta tercera y candidata del PSOE en las europeas, Teresa Ribera, durante un acto de precampaña. / JORDI COTRINA

Iván Gil

Iván Gil

Los socialistas afrontan la campaña de las europeas con el ánimo de darle la vuelta a las encuestas hasta convertir el plebiscito que busca el PP en un examen sobre del liderazgo de Alberto Núñez Feijóo al frente de Génova. Antes del conflicto diplomático con Argentina, los socialistas tenían la expectativa de recortar la ventaja de los populares entre dos y tres puntos. Ahora elevan sus objetivos y apuestan por un empate técnico o, incluso, quedar por delante de los populares. En Ferraz y Moncloa reconocen que la crisis con Milei moviliza al electorado progresista más “perezoso” porque visibiliza la candidatura de la vicepresidenta tercera Teresa Ribera como dique contra la “ola ultra”, en la que incluyen tanto a Vox como al PP por considerarlo colaborador necesario.

Más allá de este empujón en los días previos al inicio de la campaña, el PSOE apuesta en estos comicios por el voto útil y aglutinar apoyos en el espacio a su izquierda. La candidatura de Ribera, con un claro acento verde y social, camina en esta dirección. El enfoque de la campaña es dicotómico, de progreso frente a retroceso. De ahí el lema “Más Europa” que en la sala de máquinas de Ferraz justifican como modelo frente al “auge de populismos que reclaman menos Europa, menos derechos y menos libertades” con una vuelta al Estado nación.

La confianza de los socialistas en acortar la ventaja de las encuestas tiene que ver en buena medida con el “impulso” de las catalanas. La holgada victoria del PSC y la ruptura de la mayoría independentista, se ha presentado como un aval a la agenda del Ejecutivo con la desjudicialización y la cuestionada ley de amnistía. Un elemento de movilización dentro y fuera del partido, además de un golpe moral a quienes en las filas socialistas no siempre entendieron el cambio de posición respecto la medida para dar carpetazo judicial al ‘procés’.

En Ferraz presumen de tener activado a todo el partido, con 5.000 voluntarios en campaña. “La gente sabe que estamos viviendo una batalla cultural enormemente agresiva y empieza a preguntarse. Se requiere una movilización para que esto sea parado en las urnas”, defienden en la dirección del partido.

El PSOE se juega en estos comicios, la primera cita con las urnas a nivel nacional desde la investidura, validar su hoja de ruta y neutralizar la estrategia de la oposición. Para ello se ha engrasado toda la maquinaria y el presidente del Gobierno y líder de los socialistas dará el do de pecho con su participación en cinco actos electorales (Valencia, Sevilla, Valladolid, Málaga y Madrid). Las agrupaciones socialistas tienen previsto celebrar un total de 800 actos por todo el país y el expresidente José Luis Zapatero volverá a protagonizar una caravana paralela. “Nos jugamos mucho”, subrayan en la sede federal.

Los “errores” de Feijóo

Con el perfil de Ribera se busca arañar votos en el espacio a su izquierda, pero también se trata de evitar fugas en el centro. Para ello, durante las últimas semanas se han visibilizado acuerdos con el PP en grandes asuntos ambientales. Pactos como los de Doñana o el Mar Menor volvieron a escenificarse de diferentes formas para destacar un perfil de consenso y diálogo. Por otra parte, se intenta resaltar el perfil de gestión de Ribera, posicionándola para ocupar un puesto de comisaria en la Comisión Europea. Una imagen que los socialistas asocian a su papel para negociar la denominada solución ibérica o a que fue “la primera líder europea que empezó a hablar de impuestos a las grandes empresas energéticas”.

El CIS lanzaba este mismo jueves una encuesta en la que situaba al PSOE cinco puntos por encima del PP. Unas cifras que ni siquiera en las filas socialistas alimentan, aunque sí destacan su tendencia al alza y continuada desde antes de las elecciones vascas del pasado 21 abril. Fuentes de Ferraz destacan por ello su “convicción” de que pueden acabar convirtiéndose en la “fuerza más votada”. “Quedan tres semanas de campaña”, indican otras fuentes socialistas para asegurar que tiene todavía margen de mejora en los sondeos. Asimismo, ironizan con que Feijóo “seguro que cometerá errores” durante la campaña para vaticinar que el resultado entre socialistas y populares “estará muy ajustado”.

Inestabilidad parlamentaria

Los socialistas alientan la idea de que si consiguen situarse por encima del PP, en unas elecciones además en las que tradicionalmente se impone el castigo a la fuerza de Gobierno, quedará cuestionado el liderazgo de Feijóo al frente de Génova. “Estas elecciones son un plebiscito porque la silla de Feijóo vuelve a tambalearse. No hay duda de que el plebiscito es para Feijóo”, aseguraba esta semana la portavoz del PSOE, Esther Peña. Los socialistas afean el ánimo del PP en plantear estos comicios como una segunda vuelta “porque no tiene propuestas para Europa”.

Sea cual sea el resultado, lo que sí garantizan tanto en Ferraz como en Moncloa es que no se valorará un adelanto electoral de las generales. El bloqueo legislativo que se visibilizó esta semana en el Congreso tampoco rebaja esta intención de los socialistas al atribuirlo al contexto electoral. Según el Gobierno, el rechazo a la ley de proxenetismo, quedándose los socialistas solos, y la amenaza de tumbar la ley del suelo, que los obligó a retirarla para un encadenar una segunda derrota consecutiva, "es puro electoralismo. Por ello se muestran tranquilos y dan por sentado que tras las elecciones europeas volverá a "normalizarse" la relación con sus socios.