OFENSIVA CONTRA LAS ENCUESTAS

Moncloa fía su remontada al descrédito de Feijóo: "No es bonito, pero hay que hacerlo"

Creen que esto motiva a la organización y confían en que las medidas anticrisis y el liderazgo de Sánchez acabe con el trasvase al PP

No exhiben temor a que precisamente críticas tan duras victimicen a Feijóo y no valgan para retener el voto fugado

Satisfacción general en el Gobierno tras los golpes a Feijóo en el Senado

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante una intervención.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante una intervención. / José Luis Roca

Moncloa ha paladeado esta semana el gusto primitivo de pensar que han ganado una competición. Y que lo han hecho, además, con mucha superioridad. Han conseguido colocar, sostienen, la idea de que Alberto Núñez Feijóo no es el ángel blanco que pretende parecer. "Ya no va de inmaculado". Han demostrado, creen, que es un "insolvente" y ese sambenito le va a perseguir a partir de ahora. Tanto, que pronostican que desde esta semana "uno (Pedro Sánchez) va para arriba y otro (Feijóo) va para abajo".

Aplausos y más aplausos es lo que estos días se han dedicado a si mismos el Ejecutivo y el PSOE, tras el combate en el Senado del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder de la oposición. Hasta han llegado, defienden, de las federaciones socialistas. La idea de que había que "desmontar" a Feijóo está planeando en Moncloa desde antes del verano y ha ido tomando cuerpo conforme ha aumentado el porcentaje de votantes que se marchan al PP. Según Ferraz a lo que se enfrenta el PSOE, solidificado en el segundo puesto en las encuestas, es a una desmovilización de su electorado que se ha refugiado en la abstención. Este es el problema que reconocen en la dirección socialista pero no es completamente cierto.

Según el último sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), un 8,3% de españoles que en noviembre de 2019 optaron por Pedro Sánchez aseguran que ahora respaldarán a Feijóo. Esto supone un trasvase de casi 600.000 votantes. A ellos habría que añadir los altos porcentajes de ciudadanos, que hace tres años apoyaron al PSOE, que ahora no votarían (4,2%) o que lo harían en blanco (4,3%). Estas cifras son las que intenta corregir la Moncloa lanzándose contra el líder del PP pese al riesgo de que las críticas provoquen la reacción contraria -victimizarlo- o que no contribuyan en nada a frenar la sangría al PP.

La decisión en estos momentos es persistir en esta estrategia, que desde julio comenzó a involucrar a todos los ministros, y que ahora, como se comprobó en el lance en la Cámara Alta, ha asumido personalmente Sánchez. De hecho miembros del Gobierno defienden sin género de duda que haya sido el presidente quien ha bajado al barro. Por varias razones, explican. Porque cuando las encuestas te van mal, estás obligado a arriesgar. Y porque esa actitud combativa anima a seguirte a los tuyos y ayuda también a despertar a tus votantes y a toda la organización. En ese sentido consideran que han salido victoriosos.

LA GESTIÓN TE COLOCA EN EL CENTRO

Hay una "demonización" de Sánchez por parte del bloque de la derecha y de toda su órbita y había que "equilibrarlo". "No es bonito pero había que hacerlo", explican en el Gobierno, donde creen que cuentan con margen suficiente para desgastar a Feijóo. "Queda mucho y el tiempo se hace largo cuando estás en la oposición". Pero, al margen de esto, estas fuentes apuntan a las dos ideas a las que se agarrarán para frenar al PP. Una, la respuesta nítidamente socialdemócrata a la crisis actual. Y dos, que Sánchez representa un liderazgo más combativo que el del dirigente gallego y en tiempos difíciles puede resultar más atractivo.

Lo primero supone confiar en la gestión, en que los españoles valorarán las medidas que el Gobierno ha adoptado para luchar contra la subida del precio del gas y la electricidad y la alta inflación, pero también en apostar en el discurso por un nítido giro a la izquierda. Desde el pasado 25 de junio, cuando el presidente compareció en Moncloa para presentar un segundo paquete de medidas contra los efectos de la guerra de Ucrania, sus intervenciones están trufadas del mensaje de que el suyo es un Gobierno "molesto para determinados intereses económicos" y de que, frente al PP, son los protectores de la "clase media trabajadora".

Esta decisión de anclar a los socialistas a la izquierda, señalan las fuentes consultadas, ha sido meditada y recuerda a lo que Sánchez ha hecho en otros momentos de su carrera. Cuando el "no es no" a la abstención del PSOE en la investidura en 2016 de Mariano Rajoy y en su triunfal segundo intento de recuperar la secretaría general del PSOE. Ya entonces el debate era "dar la batalla por el centro o proteger su flanco izquierdo", Ahora vuelve sobre ello -socialismo sin medias tintas- convencido, defiende un miembro del Ejecutivo, de que eso permitirá sobrevivir al PSOE como partido, frente a la destrucción de otras formaciones hermanas en toda Europa, y mejorar sus opciones electorales.

No obstante, permanece la duda de si eso conseguirá retener a los casi 600.000 votantes socialistas que, según el CIS, migran al PP de Feijóo. Según esta fuente el centro es un mito. Es la gestión, sostiene, lo que hace que gobiernes para la mayoría de los españoles -ese 95% al que ahora Sánchez cita de manera recurrente frente al 5% al que, asegura, se dirigen los populares-. "¿O subir el Salario Mínimo Interprofesional, actualizar las pensiones o ayudar a las empresas con los ERTE no es de centro?", señalan en el Ejecutivo.

Este es el camino que recorrerán -salvo que un empeoramiento de los sondeos obliguen a una corrección- para llegar a las autonómicas y las municipales con la marca PSOE más fuerte. En las generales habrá que añadir un factor más: que la izquierda a la izquierda del PSOE "se organice bien", aseguran en referencia a la candidatura al Gobierno de Yolanda Díaz como referente de este espacio.