ELECCIONES EN ANDALUCÍA

El PSOE se fía al voto oculto para evitar un desastre electoral en Andalucía

Los socialistas se aferran a 2012, cuando los sondeos daban mayoría absolutísima al PP y no ocurrió, mientras tiran de referentes como Zapatero, con dotes para subir el ánimo a la militancia

Zapatero y Espadas en un mitin en Vélez-Málaga en la recta final de la campaña.

Zapatero y Espadas en un mitin en Vélez-Málaga en la recta final de la campaña. / Pepo Herrera/PSOE

Isabel Morillo

Isabel Morillo

"La cabeza alta. La toalla es nuestra". Día decimotercero de campaña. Desde el 1 de junio, el candidato del PSOE andaluz,

Juan Espadas

, suma 5.000 kilómetros. La jornada empieza en Ronda, sigue en Málaga, con la vicepresidenta Nadia Calviño y continúa en Vélez-Málaga, con José Luis Rodríguez Zapatero cerrando su mitin con esa frase que arranca la crónica. Paseo por las calles de Ronda, acto en la Cámara de Comercio, acto público y cinco entrevistas en la jornada. Nadie le puede reprochar a Espadas y su equipo, tampoco a Ferraz y los ministros, que no estén dándolo todo mirando al 19-J.

Otra cosa es que esté sirviendo de algo a la luz de las encuestas. Parece como si toda la energía fuera engullida por el agujero negro en el que ha convertido el antes todopoderoso PSOE andaluz. No hay tregua demoscópica. Van para atrás. Tan feo pintan el panorama que Espadas ya ha dicho que no quiere ver ni una encuesta más. No se las cree. Se queda con “la encuesta de la calle”.

Se aferran en el cuartel general del PSOE andaluz a que no perciben ese rechazo en la ciudadanía. Por eso enarbolan la teoría del voto oculto como última esperanza. Ocurrió en 2012, cuando ya en pleno estallido de los ERE las encuestas pronosticaron una mayoría absolutísima del PP de Javier Arenas, a quince puntos de diferencia del PSOE, que no fue tal. En el equipo de Espadas se manejan muchas teorías, desde la del efecto caballo ganador, que saben que puede beneficiar al PP de Juan Manuel Moreno y dejar a los suyos en casa, a la del efecto ola creciente, para explicar que su electorado tarda mucho más en movilizarse y tensionarse, convencidos de que está ocurriendo en la recta final. “Esto es el PSOE de Andalucía”, se repiten apelando al orgullo de lo que fue.

Firman la marca de 2012

Nadie cree ahora mismo en las filas socialistas que vayan a ganar. Digan lo que digan en los mítines. Anhelan subir un par de escaños y firmaban quedarse en los 33 diputados que alcanzó Susana Díaz en 2018. El ambiente es ya de ‘Virgencita, virgencita que me quede como estoy’. Si se cumplen los últimos pronósticos del CIS, que no da estimación de escaños, podrían bajar a 30 ó 31 diputados. Hundirse por debajo de la barrera del millón de votos es un auténtico desastre. Nunca ha ocurrido en Andalucía, salvo en unas europeas, las de 2014 (940.501), que no pueden ser punto de referencia en ningún caso.

Ni en autonómicas ni en generales el partido ha bajado de la marca que dejó Susana Díaz en 2018: 1.010.889 votos. Espadas insiste en cada entrevista en que su proyecto es a medio plazo. Así ganó el ayuntamiento de Sevilla, tras una dura derrota en 2011, cuatro años de oposición y una holgada victoria en 2015. Así plantea llegar a la Junta. Según el resultado que obtenga tendrá más o menos margen desde Ferraz.

El techo en unas andaluzas está en 2.260.545 votos, en las séptimas, en 2004, convocadas de forma conjunta con las generales, justo las que llevaron a Zapatero a Moncloa. El expresidente del Gobierno puso todo su empeño en Vélez-Málaga, una tierra a la que quiere especialmente por ser cuna de la filósofa María Zambrano. Todo su discurso estuvo trufado de apelaciones al orgullo socialista, a ese aviso de “cabeza alta”. Por primera vez en esta campaña mencionó a todos los expresidentes de Andalucía, incluidos Manuel Chaves y José Antonio Griñán, condenados en los ERE.

“Todos pasarán a la historia como personas honestas en lo personal”, dijo, arrancando un aplauso del público. Defendió la lealtad en la oposición y criticó que el PP “no piensa nunca en España sino en llegar al poder”. “Creía que había colmado el vaso conmigo pero son reincidentes y constantes”, aseguró defendiendo la nómina de políticas sociales del Gobierno de Pedro Sánchez. Al candidato del PP, le advirtió de que “no se puede gobernar con vergüenza”, por su renuencia a decir si pactará con Vox.

Miles de kilómetros, poco tiempo

Espadas puede ser desconocido, de ahí la necesidad de miles de kilómetros, pero no cae mal. Nadie le rechaza una publicidad por la calle, la gente le interpela con educación. Sin embargo, nada apunta a que esa amabilidad vaya a convertirse en votos. El punto de partida de la campaña era recuperar los 400.000 votos socialistas que perdió Susana Díaz en comparación con 2015 y que después sí tuvo Pedro Sánchez en las dos convocatorias de generales de 2019. Si ese votante había elegido al PSOE meses después de las andaluzas podía volver a hacerlo. A por esos socialistas que se quedaron en casa se ha lanzado el PP de Moreno, que confía en cimentar su victoria ensanchando su base por en centro izquierda con ese voto prestado.

“En un ejercicio de travestismo político le ha dado ahora por pedir el voto de los progresistas”, se queja Espadas, acusando a Moreno de “engaño” y de querer cometer “el timo de la estampita”. El trasvase de socialistas al PP, piedra de bóveda de esta campaña, estaría en el 12%, según el CIS. A por esos descontentos del bloque progresista se ha lanzado también Por Andalucía con la vicepresidenta Yolanda Díaz pidiendo el voto en uno de los bastiones del PSOE, Dos Hermanas. A ella le respondía Espadas solicitando que se concentre todo el voto progresista en el PSOE porque es la única opción segura que sacará representación. Dispersar el voto, avisó el socialista, “solo beneficia a la ultraderecha”.

Espadas, que fue un candidato elegido desde Ferraz y con la bendición de Pedro Sánchez, pelea su espacio con uñas y dientes. En su contra hay muchos indicadores. Basta darle un repaso a los barómetros electorales del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) para palpar que el problema trasciende a un candidato que tenga más o menos garra. La metamorfosis política de Andalucía se comprende mirando a una serie de datos comparados entre 2018 y 2022. Hace cuatro años, el PSOE era percibido como el partido que mejor defiende los intereses de Andalucía para el 24,55 de los andaluces frente al 8,1% del PP. Ahora es el PP (35,6 frente a 13,8 del PSOE). Por eso los socialistas recuerdan en cada mitin que el acceso a una autonomía de primera en 1982 fue gracias al PSOE y que estas elecciones son tan importantes como la votación del referéndum del 28-F. Hay vértigo en la caravana del PSOE pero también tantos kilómetros que no quieren pensar en el día después. "El 20 de junio veremos".