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De Broncano y la BBC

La verdadera batalla de estos días en RTVE no ha sido por el coste de un programa, sino a cuenta de la independencia de la televisión pública y su modelo de programación

El cómico y presentador David Broncano.

El cómico y presentador David Broncano. / EUROPA PRESS

El contrato que RTVE suscribirá con el cómico y presentador Broncano no deja de ser una mera anécdota, aunque ascienda a la nada desdeñable cifra de 14 millones de euros por temporada. Y lo es porque detrás de la polémica de estos días hay otros dos debates que son los realmente trascendentes: la independencia de la televisión pública y el modelo de televisión.

Broncano, que apenas consigue un 0,1% de audiencia en una canal de pago pero que tiene un impacto muy importante en redes sociales y ante un público poco seducido por la oferta de TVE, aúna esas controversias: ¿tiene la televisión pública que contrarrestar ideológicamente la oferta de las privadas? ¿Puede apostar una corporación que tiene un mandato como servicio público por el entretenimiento puro y duro?

La batalla de estos días entre la ya ex presidenta de RTVE, Elena Sánchez, y el también ex responsable de contenidos, José Pablo López, se ha librado no sólo a cuenta del presupuesto del programa, sino por la independencia de la televisión pública respecto al Gobierno y por el modelo de programación.

Que el fichaje de Broncano haya parecido una operación de estado para socavar las audiencias de Pablo Motos y El Hormiguero, considerados en Moncloa hostiles al Gobierno, mina la credibilidad de RTVE. No debería ser ese el objetivo de una televisión pública, por mucho que los dos grandes partidos, con la colaboración activa de los minoritarios, se hayan empleado a fondo durante años para que las palabras independencia y TVE fueran antónimos. Algo no muy distinto sucede con las televisiones autonómicas, que han replicado el modelo a nivel regional.

La mayoría de los profesionales de RTVE luchan contra ese estigma día a día, pero mientras PSOE y PP no asuman que los medios de comunicación públicos son de todos los ciudadanos, no de su uso exclusivo por turnos, será imposible salir del bucle. Colocar en la presidencia a un diputado o a una declarada militante del partido en el gobierno no es el camino.

El otro conflicto que subyace en esta polémica es el del modelo de televisión pública. ¿Dónde está escrito que RTVE no pueda programar entretenimiento? Es cierto que al carecer de publicidad y estar sufragada con los impuestos de todos debe ser más estricta con los contenidos que difunde, pero la televisión tiene que entretener y divertir, sea pública o privada, además de informar. Un programa como el de Broncano debe poder emitirse en RTVE, como también El Hormiguero. Limitar la capacidad de la televisión pública de programar espacios de puro entretenimiento es condenarla a ser irrelevante.

El debate no debe ser el tipo de programa, sino la calidad del mismo. Miremos más la BBC y hablemos menos de ella sin haberla sintonizado nunca.

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