Opinión | LIMÓN & VINAGRE

Geert Wilders, el amigo de Ingrid y Henk

Estoy seguro de que en Holanda tienen también algún huido de la justicia, da igual por qué delito se le persiga, dispuesto a ayudar con sus votos a Wilders a cambio de impunidad

Geert Wilders.

Geert Wilders. / EPE

Geert Wilders, vendedor de seguros metido a político, ha renunciado a ser primer ministro holandés, a pesar de haber ganado las elecciones. De hecho, los cuatro líderes de los partidos de derecha y ultraderecha que llevan desde noviembre tratando de llegar infructuosamente a un acuerdo de gobierno en Holanda -aprovecho para rebelarme contra el "Países Bajos", para mí Holanda siempre será Holanda desde que vi jugar por primera vez a Cruyff-, han decidido dar un paso al lado, a ver si así el pacto es posible. Por raro que parezca, en aquel país no conocen la sencilla fórmula española para resolver esos entuertos, que consiste en amnistiar a alguien para conseguir formar gobierno.

Estoy seguro de que en Holanda tienen también algún huido de la justicia, da igual por qué delito se le persiga, dispuesto a ayudar con sus votos a Wilders a cambio de impunidad. Un atracador, un malversador, un estafador, un proxeneta, da lo mismo mientras nos asegure el poder. Si en el sur de Europa eso se lleva a cabo con éxito a pesar de haber perdido las elecciones, con más motivo puede hacerlo en el norte quien las ganó. Hágalo Wilders, que lo primero es alcanzar el gobierno, y no faltarán después quienes sostengan que se trata de una generosa medida de gracia que tiene como único propósito resolver el conflicto holandés. Un conflicto tan grave como el catalán, es decir, inexistente.

Wilders tiene amigos imaginarios. Que nadie se asuste, ya sé que un candidato a primer ministro con amigos imaginarios no aporta mucha tranquilidad a los ciudadanos, pero se trata de Henk e Ingrid, que representan al holandés medio y para quienes dice trabajar, usándolos a menudo en sus alocuciones. Son como el primo de Rajoy o el conflicto catalán de Pedro Sánchez, a quienes nadie ha visto jamás pero sirven para adornar cualquier discurso.

-Ingrid y Henk están enfadados porque seguimos sin formar gobierno- suelta Wilders, lo cual queda más fino que acordarse de la madre de quienes lo impiden.

A Wilders, pelazo blanco peinado hacia atrás, no le gusta que le califiquen de ultraderechista, al fin y al cabo, solo ha estado acusado unas pocas veces de incitación al odio. Entre sus propuestas políticas está rechazar las solicitudes de asilo, salir de la Unión Europea, terminar con un buen número de regulaciones medioambientales y prohibir el Corán -libro que equipara a otro best seller, Mein Kampf-, si bien él insiste en que todo eso no tiene nada de ultraderecha, seguramente son solo las preocupaciones de Henk y de Ingrid. Llegó incluso a emitir en Internet una película realizada por él mismo, Fitna, que consiste únicamente en el recitado de versos del Corán. Para eliminar toda sospecha de ultraderechismo, aseguró que su modelo político no es otro que Margaret Thatcher, la que fue premier británica. Wilders cuenta con la ventaja respecto a ésta de que en Holanda no hay mineros que puedan poner en jaque al gobierno.

-Henk no ha trabajado nunca bajo tierra.

Lo que hay en Holanda son molinos y tulipanes. En alguna novela de Gerbrand Bakker -el mejor escritor actual de aquel país- llega incluso a decirse que eso es lo único que hay. Tal vez exagera, hay también futbolistas. Pero eso significa que no hay delincuentes a los que indultar a cambio de un puñado de votos, lo que explicaría los problemas que han tenido Wilders y el resto de líderes conservadores para formar gobierno. No es que sea imposible amnistiar a un molino o a un tulipán, cosas más raras se han visto, pero difícilmente una flor o una máquina con aspas, tendrán votos que vender.

Su manifiesto político, publicado en 2006, se llama Klare Wijn, que significa "Vino claro". Se ignora por qué razón le puso un título así en un país de tradición cervecera, aunque todos los politólogos coinciden en que, puestos a ponerle nombre vinícola, mucho mejor ese que "Tintorro". En él, critica con saña el sistema político holandés -no me da La gana llamarle neerlandés-, asegurando que la mayoría de parlamentarios se preocupa más por sus carreras personales que por los ciudadanos.

En España, esas manifestaciones causaron la lógica sorpresa, puesto que aquí hemos dado siempre por sentado que esa es la función de los políticos, jamás se nos pasaría por la cabeza que alguien esté en política para beneficiar a alguien que no fuera a sí mismo, o a sus familiares directos tirando largo. Le convendría a Wilders darse una vuelta por España, donde también hay molinos pero no faltan delincuentes. Tras conocer a nuestra fauna política, regresaría a su país con otra opinión de sus parlamentarios: por comparación con los españoles, le parecerían todos honrados, generosos, empáticos y trabajadores.

-Ingrid ha regresado asustada de sus vacaciones en España.