Opinión | Macondo en el retrovisor

Tela de araña

Sólo el 16,3% de las personas entre 16 y 29 años ha logrado independizarse

Empresas digitales.

Empresas digitales. / / EL PERIÓDICO

Las mayores trampas y zancadillas de cualquier oferta, contrato, anuncio o proposición, suelen estar agazapadas en lo que no se dice, distorsionadas en eufemismos ininteligibles, o camufladas, en lo que todos conocemos como letra pequeña. Un reportaje de El País analizaba el otro día las nuevas ofertas de empleo de algunas empresas jóvenes para atraer a sus empleados. ‘Incentivos’ como: «fruta fresca siempre disponible», «recarga las pilas en nuestro coffee corner», «zona de billar y futbolín para relajarte» o «incluye gym pass».

Unos cuantos expertos en recursos humanos y captación de talento, explicaban cómo estas estrategias están enfocadas a atraer la atención de trabajadores de cierto perfil creativo, «ofreciéndoles un entorno de trabajo agradable y estimulante». Incluso argumentaban que muchas de estas filosofías de empresa tienen como objetivo «preservar la salud mental», ofreciendo descanso y relax.

Un antídoto seguro para no caer en el error de los ‘cantos de sirena’ de la más sofisticada estrategia de marketing, es siempre tener presente la máxima de que: si algo parece demasiado bueno para ser verdad, la mayoría de las veces, es porque realmente no lo es. Aunque, claro está, todo en esta vida es susceptible de diferentes ‘interpretaciones’, que dependerán mucho de nuestras circunstancias, nuestra edad y nuestro bagaje personal y académico.

Quizás sea por eso, que mientras que para algunos ‘millennials’ o ‘zentennials’ estas ofertas puedan parecer de los más atractivas, a otras generaciones, o a mí, personalmente, me sugieren más superficialidad que sustancia. Porque a no ser que todas esas ‘bonificaciones’ vayan acompañadas de un buen sueldo y una jornada laboral decente, más que ‘extras’, lo que estos ‘bien intencionados’ empresarios están ofertando son ‘compensaciones’ insignificantes disfrazadas de ‘piel de Instagram’.

Pongamos las cosas en contexto. En nuestro país, sólo el 16,3% de las personas entre 16 y 29 años ha logrado independizarse. De hecho, estamos entre las naciones de Europa con mayor edad de emancipación (30,3 años) y el principal motivo, según el Consejo de la Juventud de España, es porque el salario medio en estos grupos de edad (1005,22 euros al mes) no les permite vivir por su cuenta.

Con estos mimbres, que les ofrezcan el chocolate del loro como reclamo, no me parece añadido suficiente para que alguien con dos dedos de frente se decante por un puesto laboral, en detrimento de otro más convencional, pero que sí pague las facturas con holgura, y les permita abandonar el dichoso ‘nido’ de una vez por todas, por su propio bien y el de sus padres.

El problema aquí es la cultura mediática virtual y globalizada del ‘público objetivo’ al que van dirigidas estas ofertas de empleo. Gente que tiene en la cabeza como referencia de trabajo ideal series y ficción en general que recrean ambientes que el imaginario colectivo asocia con el Silicon Valley de San Francisco.

Modelos de empresa horizontal, dinámica, distendida, ecológica y por supuesto, exitosa, con jóvenes, cuyas ideas cambian el mundo, y, por supuesto, millonarios antes de los 30. Un nuevo ‘cuento de hadas’ que nada tiene que ver con la realidad, al menos en España. Un buen ambiente de trabajo es más que recomendable. Sobre todo si tenemos en cuenta que invertimos prácticamente un tercio de la mayoría de nuestros días en lo que sea que hagamos para ganarnos el pan, y en el caso de los más jóvenes, el aguacate.

Pero todo tiene un límite. En Irlanda, una de las principales bases en Europa de gigantes como Facebook , Linkedin o Google, muchos de ellos ofrecen la ‘oportunidad’ de prácticamente vivir en la empresa. Desayuno, merienda, cena, tentempiés, zona de relax y hasta gimnasio, en el mismo edificio, son algunos de los alicientes con los que cuentan sus trabajadores.

Irónicamente, pasada la fase inicial de ‘luna de miel’, cuando todo parece estupendo y conveniente, muchos se dan cuenta de que en realidad esos acicates se pueden convertir en una verdadera tela de araña, que garantiza que pasen mucho más tiempo del que deberían en ese entorno, descuidando el resto de su vida.

No nos dejemos engañar por reclamos y añadidos superficiales, porque a veces no hacen otra cosa que disfrazar inconvenientes, precariedad e intereses escondidos. Personalmente creo que es siempre preferible disponer cada uno del dinero suficiente para poder elegir qué bebida tomar, si nos gusta o no la fruta, y sobre todo dónde elegimos comprarlos o con quién los queremos tomar. Nadie más debería decidir por nosotros y menos aún vendérnoslo como algo positivo, cuando en realidad es paternalista y hasta ofensivo.